Wicked | Crítica
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De repente, la quiniela que siempre coronaba a Bonald con el Cervantes acertó. Hasta ese momento, sólo otro gaditano, Rafael Alberti, había sido destacado con el máximo premio de las letras españolas. El jerezano es sin duda el nombre recurrente de las letras de la provincia pero no es el único autor de peso. La más superficial aproximación al escenario literario gaditano muestra, no sólo una tremenda profusión de escritores, sino autorías más que enjundiosas: Cádiz reúne firmas referentes como Eduardo Mendicutti, Ana Rossetti, Felipe Benítez Reyes o Juan Bonilla; a autores traducidos a más de quince idiomas como Félix J. Palma; a justicieras -y jóvenes- esperanzas blancas como Javier López Menacho y a autores "integrados" tan contundentes como Pablo Gutiérrez o Montero Glez.
A todos ellos se suman escritores procedentes del ámbito universitario -Nieves Vázquez, Pepa Parra, Antonio Serrano Cueto-, autoras de fantasía juvenil como, Bárbara G. Rivero y Beatriz Lerma, creadores ligados con La palabra itinerante (Miguel Ángel García Argüez, David Franco Monthiel)o procedentes del periodismo -Juan José Téllez, Oscar Lobato, Alejandro Luque-. Pero por nombres que no quede: Rafael Ramírez Escoto, García-Máiquez, Benítez Ariza, José María García López, Antonio y José Manuel Serrano Cueto...
Tal eclosión resulta especialmente chocante si tenemos en cuenta que la provincia no es centro administrativo, ni económico, ni editorial, como podría ser el caso de Málaga. De hecho, sólo según lo que aparece en el blog del también escritor Juan Carlos Palma -diccionariodeescritoresgaditanos.blogspot.com-, el registro roza los cien autores. Y eso que hay una criba: nacidos a partir de 1960 y que no se autoediten. "Si se incluyera a estos últimos, podrían llegar a los trescientos", comenta Palma, al que también se le hace "difícil encontrar razones para esa profusión plumífera".
"Aunque lo cierto -apunta el también escritor-, es que siempre ha existido una abundancia de autores relacionados con la provincia, como se puede comprobar si nos remontamos a épocas pretéritas (sólo hay que consultar los manuales). Por buscar razones, podríamos hablar de ese clima suave y estable que quizá favorece la tranquilidad creativa, o de las dimensiones geográficas de una provincia que pueden ser tres o cuatro, según se mire, con lo que las posibilidades de que vayan apareciendo escritores se multiplican".
O quizá sea el carácter extrovertido lo que haga, afirma Palma, que los creadores tengan un "ansia por publicar, por dar a conocer al lector lo mucho (o poco) que tienen que contar". Eso sin olvidar que la de Cádiz "debe ser de las provincias andaluzas que más fundaciones tiene dedicadas a escritores, con lo que parece que de algún modo el destino nos viene marcado de lejos".
"Tal vez no haya ninguna razón, muchas veces las cosas culturales no tienen explicación científica -reflexiona la profesora de Literatura Española de la UCA y Premio Tiflos, Nieves Vázquez-. Pero si tuviera que buscar una razón a esta abundancia literaria, la asociaría al afán creativo que se supone, tradicionalmente, se ha dado en esta tierra".
"Al sur del sur siempre se le ha adjudicado una creatividad natural -prosigue Vázquez-. Y si parece surgir de forma espontánea en la cultura popular, como el flamenco o el carnaval... tiene lógica que también se dé en otro tipo de ámbitos".
Ahora bien, de ser cierto, ¿de dónde procedería esta mayor sensibilidad creativa? "Tal vez se deba al hibridismo cultural que siempre nos ha caracterizado -apunta la autora-; siempre queda un residuo, una especie de meme cultural que forma parte de nosotros o de lo que hemos sido, y nos hace ser algo más atentos, curiosos..."
Una actitud que tiene algo que ver con pertenecer a un territorio fronterizo: "Estamos en una zona limítrofe, no sólo por el mar sino por continente, un poco como la Argónida de Bonald... Ese marco de periferia y cierta insularidad creo que favorecen la imaginación", apunta.
"En este sentido, yo sí creo que la creación más genuina nace siempre de la creación de periferia, fuera de los cenáculos del poder, de la corte en el sentido más antiguo... -continúa Nieves Vázquez-. Muchos autores se han terminado acercando al calor del mundo editorial con posterioridad, pero creo que en la periferia escribes más por el mero acto de escribir, sin buscar una salida definitiva, arriesgándote".
"Y también es cierto que a veces las condiciones más desvaforables son las que propician buenas obras... -añade-. Además, está provincia tiene una gran biodiversidad natural y una gran biodiversidad de personas... cosa que, inevitablemente, estimula y enriquece".
Lo cierto es que Cádiz ejerce tanto de germen como de sumidero de autores: firmas muy potentes se han atascado en el Estrecho, como el que topa con un absoluto, y de aquí no han salido. Montero Glez es madrileño; Pablo Gutiérrez es onubense, pero está arraigado en Sanlúcar; Jesús Maeso, que ha firmado diez consistentes novelas de corte histórico, es más gaditano que muchos gaditanos, pero nació en Úbeda.
Y si es complicado encontrar una razón para este efecto sumidero de literatos, el más difícil todavía es dar con una clave común entre esa impresionante lista. Ni siquiera por generación. Torre, el boxeador tronado de Rafa Marín, podría haber sido dibujado muy felizmente por Oscar Lobato, pero ninguno de los dos se encontrarían en el ámbito de lo fantástico; Benítez Reyes tiene golpes de cínico alumbrado, como el periodista, pero Lobato no es poeta. Carmen Moreno y Rosario Troncoso son poetas y comparten generación, pero guardan poca relación con otros poetas de su década, como David Franco.
Para Juan Carlos Palma, si hay un rasgo común entre todos los autores de ámbito gaditano es el eclecticismo: "Esa es la nota dominante y la que enriquece, por otro lado, a los creadores de Cádiz, ya que permite encontrar registros de todo tipo, y autores destacados en cualquiera de los géneros literarios". Cualquier posible cercanía, de carácter familiar, generacional o profesional, se da a través de circunstancias que no tienen que ver con lo literario "y sería algo más bien anecdótico -prosigue Palma-. La bibliografía demuestra que hay para todos".
Y es cierto: un selecto estante gadita podría incluir, por ejemplo, títulos tan distintos como El palomo cojo de Mendicutti, la trilogía victoriana de Félix Palma, la Democracia de Gutiérrez o El novio del mundo, de Benítez Reyes. Es bastante impresionante. Los otros estantes de la biblioteca lo tendrían bien difícil.
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