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ReEncarnación

Concierto de Encarna Anillo en el Falla

Encarna Anillo estrenó en el Falla su nueva piel más allá del flamenco con ‘Nací canción’

El público se vuelca con su paisana y con el plantel de invitados de lujo

La artista gaditana Encarna Anillo, durante su actuación en el Gran Teatro Falla. / Julio González

Cádiz/Dice Encarna Anillo que es difícil escapar de la silla de nea cuando el público te ha visto atada a ella desde pequeña. Pero la gaditana, en plena madurez interpretativa, llena de fuerza y de vida (está en la dulce espera de su primer hijo), se sabe que nació canción y que sólo será feliz embarrándose por lo ancho y largo de la hermosa palabra, la canción, sin etiquetas. Y así se presenta el sábado ante su gente, ante el templo de su ciudad, reencarnada en distintas armonías, mutando de estilo a estilo, como queriendo demostrar que no hay más que una piel, la música misma sin apellidos. Y el Falla parece que lo comprende.

“¡Qué bonita eres Encarna!”, “¡Qué arte, hija!”. Los amores son de ida y vuelta y la cantaora/cantante reconoce cada una de las voces que la reclaman desde cualquier rincón del coliseo y les devuelve hasta sus nombres: “¡Gracias Carmen... Y tú eres la otra Carmen!” Porque no hay nada más hermoso que mostrarse tal como uno es y que el público se apresure a vestir esa desnudez de cariño.

Cariño fuera del escenario. Y cariño dentro. Y es que, además de descubrir a una Encarna Anillo versátil, poliédrica, que igual seduce en el bolero que se desata por rumbas, que enamora por chacarera, el respetable tuvo la suerte de disfrutar de “los regalos” que le ha deparado a la artista su trayectoria profesional. Sus amigos.

Amigos que son primeras figuras del arte, de Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito, que produce este Nací canción y que no se puede ser más elegante ni más puro bailando por alegrías (“señores, el mejor bailaor de la historia”, lo presenta Encarna que, aquí sí, saca toda la potencia de su flamencura para cantarle rabiando de duende), a un artista de los pies a la cabeza, Miguel Poveda, artista en el gusto a la hora de interpretar, en la manera de hacer suyo el escenario y en su saber estar en las tablas ofreciéndole todo el protagonismo a la estrella de la noche con la que comparte Voy a perder la cabeza por tu amor.

Los oles y las puestas en pie se repetían una tras otra mientras desfilaban por la escena el músico Jesús Bienvenido, con el que filtra por bulerías el pasodoble que ‘Los irracionales’ le dedicó a Beni de Cádiz, o el cantaor José Anillo, hermanísimo de Encarna, con el que homenajea a Chavela Vargas en una de las canciones más bellas escritas jamás, Las simples cosas.

Pero una de las grandes sorpresas para el público del Falla, me atrevería decir que con el que quedó más impactado, quizás, por lo inesperado, fue con el tres flamenco de Raúl Rodríguez. Una lección de talento, compás y “magia”, dice Encarna, la que ofrece el hijo de Martirio a Cádiz que no pudo aplaudirle más tanto antes, en su actuación en solitario mientras la gaditana se cambiaba, como después, en su pieza compartida con Encarna, el clásico Alfonsina y el mar.

El saxofonista y cantaor, Antonio Lizana, tampoco dejó impertérrito al Falla cuando tras unos fraseos con su instrumento, abre la boca y se acuerda con respeto y acierto de su paisano Camarón en la Nana del caballo grande.

Y David Gavira y Roberto Jaén a las percusiones, y Andrés Hernández Pituquete a la sonanta, y Ale Benítez con el bajo, y Jesús Lavilla con el piano y con la vista y el oído puesto en todo lo demás... Y Encarna. Encarna Anillo, en medio de todos con sus armonías entre dos continentes, entre dos aguas, bañándonos los oídos de dulzura y el paladar de armonías nuevas. Encarna, Encarnación, ReEncarnación para una larga y buena vida musical.

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