Entender por qué envejecemos nos salvará

La directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, María Blasco, asegura que "la ciencia reta al envejecimiento" durante la conferencia inaugural del programa estival

La bióloga María Blasco y la vicerrectora de Responsabilidad Social, Extensión Cultural y Servicios, Teresa García. / Joaquín Hernández Kiki

Cádiz/ La ciencia reta al envejecimiento, un título "provocador" colocado "a propósito" por la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), María Blasco, prendía la curiosidad del numeroso público que la tarde de ayer se dio cita en la sala Argüelles del Edificio Constitución 1812 para asistir a la conferencia inaugural de los 69º Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz.

Y no, no habló esta eminencia científica del elixir de la eterna juventud, ni de desafiar a la muerte, pero sí dejó claro que "la vida no tiene un límite" y que es "algo extremadamente flexible". Un ratón vive dos años, un árbol 80.000, un humano una media de 85 años.

La ciencia reta al envejecimiento, sí, es cierto. Más de 20 años de investigaciones de altísimo nivel avalan a esta autoridad científica mundial. Pero la ciencia reta al envejecimiento no para conseguir la inmortalidad sino para poner freno a diferentes enfermedades que, aparentemente, nada tienen que ver unas con otras, pero que tienen un origen común, el envejecimiento, según ha demostrado María Blasco y el grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO.

Telómeros y telomerasa. Para los legos en la materia podrían causar respeto estos dos conceptos tan alejados de nuestro día a día y que, sin embargo, tanto tienen que ver con nuestra vida, exactamente, con la longevidad de nuestra existencia. Nada más lejos de la realidad, tras una hora con María Blasco, que no duda en ponerse en pie y en descrifrar cada gráfico y cada estadística, esa cobertura que recubre el final de nuestros cromosomas ("como el plástico del final de los cordones de los zapatos", ejemplifica) y la enzima que los activa (telómeros y telomerasa, respectivamente) se convierten en algo tangible, en dos partículas que podemos imaginar y, aún más sorprendente, comprender.

El alzheimer, la fibrosis pulmonar, el cáncer (con sus particularidades), el infarto de miocardio... Todas estas enfermedades se presentan a partir los 40-50 años. "El envejecimiento está en el origen de todas estas patologías, por eso "es tan importante entender por qué envejecemos para entender estas enfermedades y, así, poder prevenirlas y curarlas", explica la científica alicantina que tiene a sus órdenes a los 400 investigadores que trabajan en el CNIO y que lidera específicamente un pequeño grupo dentro del prestigioso centro español que se enfrenta "a este fascinante reto" que a Blasco le recuerda "a la experiencia inspiradora con las enfermedades infecciosas". Hasta que no se atajó el origen de la viruela o del sida, es decir, el virus, no se bloquearon con éxito.

¿Por qué envejecemos? Claro, la alimentación, el modo de vida, el estrés... Todo afecta pero el envejecimiento tiene un origen genético. Genéticamente el ratón tiene una media de vida de 2 años y el tiburón de Groenlandia de 400. Nosotros, los homo sapiens sapiens tenemos una esperanza de vida de 85 pero ya sabemos que a partir de los 40-50 algo pasa en nuestro cuerpo (pone un ejemplo, el Centro de Investigaciones Cardiovasculares demostró en un estudio cómo las arterias de personas sanas de estas edades comenzaban a bloquearse parcialmente).

Algo pasa en nuestro cuerpo y "ya sabemos mucho pero no todo" en ese campo de batalla de Blasco que es el envejecimiento molecular y su reto por alargar no la vida, "sino el tiempo de vida sin enfermedades". Así, nos presenta a nuestros amigos los telómeros (lo del plástico de los cordones), que se van acortando cuando las células se van multiplicando (el principio de la vida) con lo que cuanto más cortos los telómeros más riesgo de desarrollar enfermedades. Y también a la telomerasa, la enzima que los activa y que posibilita que cuando las personas se reproducen, se reseteen esos telómeros en sus descendientes por lo que tienen su propio tiempo de vida.

A ellos, a los telómeros y a la telomerasa, ha dedicado sus esfuerzos y su intelecto. Y ha obtenido increíbles resultados en sus experimentos con ratones, como que mandando telomerasa al organismo de ratones con fibrosis pulmonar, la mitad de ellos regeneraron sus pulmones y la otra mitad quedó "sólo con un poquito de fibrosis"

Porque "cuando se ataca al origen todo se revierte".

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