El maestro Falla, el concurso de Granada y el concierto de Cádiz

Flamenco

Un análisis comparativo e histórico al concurso de jondo granadino y al concierto de la Academia de Santa Cecilia en Cádiz cien años después de las dos citas

Fotografía del maestro gaditano Manuel de Falla.
Fotografía del maestro gaditano Manuel de Falla.
Guillermo Boto Arnau - Presidente de la Cátedra de Flamencología de Cádiz

12 de junio 2022 - 06:00

Falla, durante su infancia, fue acunado por los cantes andaluces de Ana la Morilla, que servía en su casa. Se ha dicho que fue su primer contacto con el flamenco, pero hay que pensar que ella le cantaría temas del riquísimo folklore gaditano, recogido por Lourdes Otero, más que flamenco propiamente dicho.

Pasó su juventud al piano conociendo los tesoros de la música clásica que reunía en su casa Salvador Viniegra, y en 1895 asistió con su padre a una audición del “novedoso” fonógrafo de Edison en la casa Quirell, donde según Diario de Cádiz, entre muchas obras clásicas se escucharon algunas de flamenco.

No consta que volviera a tener ninguna experiencia con este arte tan gaditano, ni en Cádiz ni posteriormente en Madrid donde completó su formación musical hasta que los reveses de fortuna de su familia le llevaron a dar clases de piano a domicilio para sostener a sus padres y hermanos.

Entre las amistades madrileñas figuró Felipe Pedrell, que sí le aconsejó que conociera la música flamenca, “el cante Jondo” como él lo llamaba, pero tampoco hay datos que permitan afirmar ninguna experiencia en este sentido.

Alvaro Picardo.
Alvaro Picardo.

Con treinta años se trasladó a París, donde conoció los movimientos musicales nacionalistas, iniciados por el grupo de los cinco rusos: Balakirev Mussorgsky, Rimsky, Cesar Cui y Borodin, tan opuestos a Tchaikovsky, considerado por ellos como europeizante, y recordó el consejo que le diera Pedrell de acercarse al flamenco. A pesar de ello también conoció los movimientos más vanguardistas parisinos como el grupo llamado Los Apaches, del que llegó a formar parte junto a Ravel y Stravinski y, quizás por ello, cuando volvió a España y escribió su primera obra de ambiente gitano, ‘El amor brujo’ –que estrenó Pastora Imperio–, a pesar del éxito de público y crítica, algunos comentaristas la calificaron como “de música poco española”.

En 1920, con 44 años, se establece en Granada y asiste con Manuel Cerón a los recitales flamencos que se daban en la taberna del Polinario, en la Alhambra. Creía sinceramente que el flamenco había nacido en Granada y tenía raíces árabes. Desde planteamientos absolutamente erróneos, piensa que el cante “jondo” es el primitivo cante andaluz, y que “el flamenquismo” de los profesionales lo está haciendo desaparecer, y ello le lleva a intentar su defensa, convocando a otros muchos intelectuales entre los que destacaron Zuloaga y Lorca.

Antonio el Mellizo.
Antonio el Mellizo.

Quiso montar un café teatro que mantuviera permanentemente el cante jondo, que para él se limitaba a martinetes, romances, saetas viejas, polo, caña, seguiriyas, solea y serranas. Ante las dificultades que este proyecto encerraba, decidió crear un concurso de Cante Primigenio Andaluz, y aunque dicho concurso estuvo plagado de errores de planteamiento, resultó un éxito clamoroso, pues fue un aldabonazo para el mundo cultural español y extranjero, y consiguió que el flamenco saliera de tabernas e incluso burdeles, donde se había refugiado tras la decadencia de los cafés cantantes.

Falla no quiso que el concurso de Granada fuera un hecho aislado y contactó con su amigo Álvaro Picardo, primero para pedirle aficionados que cantaran en Granada y después para solicitarle algún acto realizado en su ciudad natal, que acompañara al Concurso de Granada. Álvaro Picardo, con más conocimientos del flamenco que el compositor, le explicó que los aficionados no conocían esos cantes “tan puros” pero que en Cádiz había dos profesionales, hijos del famoso Enrique ‘el Mellizo’, y que con ellos y el maestro Manuel Pérez ‘el Pollo’ organizaría un concierto en la Academia de música de Santa Cecilia.

El concierto fue un éxito artístico completo. Se cantaron los cantes que había pedido Falla, significando estilos del Mellizo, Curro Dulce, Andrés ‘el Loro’ y ‘el Nitri’, aunque sabiendo y lamentando que el flamenco tenía muchos más cantes y estilos.

Fernando Quiñones y la crítica actual consideran que este concierto tuvo más calidad que lo realizado en Granada, pero hay que reconocer que apenas tuvo repercusión fuera de Cádiz. Micaela Picardo y su marido Francisco Aramburu colaboraron para su realización, elaborando el programa y recogiendo las letras que se cantaron. Ella era discípula del guitarrista, el mejor posiblemente de su época en acompañamiento de los estilos antiguos, y gracias a su labor hemos podido recuperar un concierto que es una muestra de la riqueza flamenca de nuestra ciudad.

Manuel Perez el Pollo.
Manuel Perez el Pollo.

De “error fértil” se ha calificado el concurso de Granada. “Divino error” diríamos, considerando que, desde hace 100 años, el flamenco ha sido cada vez más valorado por el mundo de la cultura y el arte.

Los errores cometidos por Falla y los intelectuales que le acompañaron, llenarían un libro: el flamenco no es el cante primitivo del pueblo andaluz. No nació en Granada. No es ni ha sido nunca popular, sino elitista. Son los profesionales, y no todos, los que conocen sus secretos, sus cantes y sus estilos. No estaba en desaparición, precisamente en una época en la que cantaban grandísimas figuras de su historia, como Antonio Chacón, Manuel Torre, La Niña de los Peines, Tomas Pavón… o los gaditanos Fosforito ‘el viejo’, Antonio ‘el Mellizo’ y Enrique ‘Hermosilla’…

En Granada se instaló una academia con fonógrafos, para que los participantes aprendieran los cantes (¿?). De la clasificación de cantes que hizo Falla, surgió el dividir el cante en grande y en chico (Carlos de Luna), en jondo y flamenco, en gitano y en payo, divisiones afortunadamente superadas en la actualidad. Se dejó a los profesionales como jurados del concurso, aunque actuaron a petición del público durante el mismo…

Y no digamos nada del lío de los premios. En el primer apartado, cante por seguiriyas, el primer premio quedó desierto. En el segundo, soleá, serrana, polo, etc., el primer premio lo ganó ‘el Tenazas’, a pesar de equivocarse en la letra de las serranas, según dijeron por encontrase “perjudicado” por una juerga previa provocada por sus adversarios. Hubo un premio para las saetas viejas que ganó el ‘Niño Caracol’ con dos saetas nuevas. Todos estos premios fueron absorbidos económicamente por uno de cuantía mayor, 2.000 pesetas, gracias a una aportación de Zuloaga, y este premio especial se repartió entre ‘el Tenazas’ y ‘el Niño Caracol’, que intervino con 13 años, cuando las bases exigían tener 21.

Ambos cantaores, ‘Niño de Caracol’ y Diego Bermúdez ‘el Tenazas’, presumían en sus giras de ser primer premio del Concurso de Granada y este lío estuvo a punto de llegar a los tribunales, creando una enemistad entre el ‘Niño’ y el ‘Viejo’ que impidió que actuaran juntos en diversos conciertos.

Galerín, el periodista de Abc, luchó contra el concurso pregonando a los cuatro vientos que era en Sevilla donde había que hacerlo; al final viendo la gran cantidad de personalidades que se adherían, optó por hacer lo mismo. Corrieron rumores muy perjudiciales de que todo estaba amañado en favor del hijo de ‘Caracol’, intimo amigo de Antonio Chacón, presidente del jurado. También que se pretendía premiar solamente a una gloria local, Francisco ‘Yerbabuena’, que también alcanzó un premio, aunque menos importante.

A pesar de errores y maledicencias, el concurso tuvo un éxito clamoroso, de público y de prensa, prueba de ello es la importante conmemoración que se está realizando en su centenario.

Enrique Jiménez Ezpeleta  'er Morsilla'.
Enrique Jiménez Ezpeleta 'er Morsilla'.

En Cádiz, por el contrario, se ejecutó un programa selecto que incluía diversos estilos de cante por seguiriyas y soleá, una de ellas, la de Andrés ‘el Loro’, desgraciadamente perdida, un romance de los que atesoraban las familias gitanas cantaoras e incluso un cante, hoy también perdido, las gilianas, romance gaditano al parecer con una musicalidad parecida a las alegrías

El periódico El Noticiero Gaditano publicaba una supuesta carta desde el cielo, en la que Enrique ‘el Mellizo’, fallecido en 1906, felicitaba a sus hijos y al maestro ‘el Pollo’ por el éxito del concierto.

La Cátedra de Flamencología llevaba cuatro años intentando conmemorar este evento, y al final sin más ayuda que la cuota de sus miembros, ha editado un disco con los cantes y las letras que se cantaron, disco interpretado altruistamente por Carmen de la Jara, Felipe Scapachini, y Pedrín García, con las guitarras de ‘Keko’ Baldomero, Andrés Martínez ‘el Marqués’, Víctor Rosa y David Cuevas. Sirva de homenaje a Álvaro Picardo y sus hermanos, que desde el conocimiento y la amistad y el cariño al maestro Falla, dejaron una estela de calidad en la antigua, abigarrada e importante historia flamenca de Cádiz.

stats