Estampas de una vida, de otra vida
Festival de la Música Española de Cádiz | 25 años del Ballet Flamenco de Andalucía
El Ballet Flamenco de Andalucía ha abierto este jueves el festival, ante un escaso pero fervoroso público, rescatando las coreografías más emblemáticas de sus más de 25 años
Cádiz/El pasado y el presente colisionan en el Gran Teatro Falla que se convierte en una coqueta máquina del tiempo en esta nostálgica apertura del Festival de Música Española de Cádiz donde se celebran los 25 años del Ballet Flamenco de Andalucía, que se cumplieron el pasado año. Pasado y presente echan chispas entre escenario y público. La propuesta se despliega, el espectáculo avanza, y se suceden las estampas de otro tiempo, pero hoy, en un mundo raro, raro.
Tan raro como acudir a las cuatro de la tarde al coliseo, tan raro como esta mascarilla que nos protege del virus pero impide la eclosión de un buen ole, tan raro como este teatro más que medio vacío quizás más por la hora que por la propia reducción de aforo pero, nunca, por la falta de calidad del montaje. De hecho, fue el montaje, este espectáculo 25 aniversario, como un regalo de más de hora y media de normalidad.
Porque siendo testigos del brío y del talento de los jóvenes bailarines comandados por Úrsula López, porque volviendo atrás, repasando el camino andando por la compañía de la Junta a través de sus coreografías más emblemáticas, se pierde la noción del tiempo. Y, entre los brazos de Rosa Belmonte, los pies de Mariano Bernal, las hechuras de Christian Lozano y la imponente presencia de Diego Llori –los artistas invitados– las cuatro de de la tarde son las nueve de la noche y los sentidos se abren, se expanden, en busca de emociones.
Los amantes abrazados por la coreografía circular del cuerpo de baile en ese Requiem. Ritual laico para el fin del milenio que ideara Mario Maya para la, entonces, recién nacida Compañía Andaluza de Danza; la posterior batalla de palos y bastones con el cante hecho, corpóreo, y a palo seco de Sebastián Cruz (que se encuentra con menos dificultades que Vicente Gelo que tiene que lidiar con problemas en su micrófono para, afortunadamente, demostrar su valía y, de paso, la estupenda sonoridad natural del Teatro Falla); la plasticidad y espectacularidad de la Fantasía de cante jondo. Tercer movimiento, que nos devuelve a Morente declarándose, como Machado, “poeta decadente” y a un cuerpo de baile entregado a las secuencias más teatrales (junto con el impecable Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías) del espectáculo... La máquina del tiempo se ha activado y no para...
...La caña de la propia Úrsula López, flamenco, flamenco de toda la vida, el clavel, la bata de lunares, el manejo de la cola, los requiebros de mantón, la pose, el desparpajo, el baile parado, al principio para el desenfreno de zapateados casi en las postrimerías. Sabe añeja esta caña... El álbum de fotos se abre y pasa una hoja y pasa otra hoja...
...Metafórico (con cada pieza de la propuesta) y literal (se proyecta en la escena un audiovisual con fotografías de la historia del Ballet, sus coreógrafos y directores)...
...No cesa el mosaico de trocitos de vidas... Ahora la directora y su némesis se disocian y se asocian en la seguiriya de La Leyenda; ahora el cuerpo de baile es el toro negro, brillante, que mató a Sánchez Mejías encarnado en Christian Lozano; ahora, Ay Cádiz, que nos regalara Javier Barón, retumban alegrías y familia en el Falla con el gaditano Raúl Botella, espléndido, sentado en el cajón, con la sonrisa de oreja a oreja; ahora Con permiso, más que nos termina de convencer de que estos jóvenes tienen mucho futuro; ahora...
...Ahora, aquí y ahora, son pocos en el Falla pero fervorosos. Aplauden, fuerte, muy fuerte; como queriendo atrapar estas estampas que nos regala el Ballet Flamenco de Andalucía. Estampas de toda una vida, de aquella otra vida.
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