Wicked | Crítica
Antes de que Dorothy llegara a Oz: la historia de Bruja Mala
Concierto El cantautor triunfa en el coliseo gaditano
Como un sueño pero con ojos, y sobre todo, oídos bien atentos. Ismael Serrano creó para el Gran Teatro Falla un mundo ficcionado en el que realidad y utopías entraban en perfecta comunión. Así, el cantautor madrileño llevó a su terreno a todos sus fans, que fueron muchos, durante la noche de ayer. La noche de la presentación gaditana de los temas de su disco Sueños de un hombre despierto.
Por algo más de dos horas, el escenario del Falla se convirtió en el muelle pesquero del poblado imaginario de Peumayen. Allí, Serrano y sus músicos, ataviados éstos como marineros, desgranaron las canciones del séptimo trabajo del artista junto con los temas más aclamados de su trayectoria.
La conexión con el público no se hizo esperar. La complicidad rebosaba a borbotones. De patio de butacas a paraíso, la devoción escalaba hasta las tablas. "Nos vamos a apuntar a una chirigota", decían sus músicos. "Pues yo no sé si estaré a la altura", alababa Ismael el ingenio de la ciudad.
No sólo habló. También cantó, claro está. Desplegó temas de su último disco como Somos, Canción para un viejo amigo, Canción del amor y la oficina , Casandra y Zamba del inmigrante, que en el disco interpreta junto a Mercedes Sosa y que regaló al Falla los ritmos más latinoamericanos de su repertorio. Pero, sin duda, el respetable se entregó con más fuerza en sus composiciones más populares. Caperucita, Vine del Norte, Kilómetro 0 y Ya ves resucitaron en la voz de Serrano y en la destreza de sus músicos habituales -Javier Bergía, Fredy Marugán y Jacob Soreda-. Y, si cabe, la ovación fue aún más cerrada cuando el intérprete dio la última nota de Canción de amor propio.
Una noche para no cerrar los ojos.
También te puede interesar