"Hacer una película de culto, como nos pasó a nosotros, es una putada"

Alfonso Sánchez y Alberto López estrenan el próximo viernes 'El mundo es suyo', el regreso al cine de 'los Compadres' tras haber convertido su debut, dicen, en "patrimonio de la Humanidad"

Alberto López (Sevilla, 1976) y Alfonso Sánchez (Sevilla, 1978), protagonistas de 'El mundo es suyo'. / Juan Carlos Muñoz
Francisco Camero

21 de junio 2018 - 08:44

Sevilla/Se acordarán ustedes de ellos perfectamente. Y si por alguna razón los habían olvidado, llevarán ya días viéndolos en carteles, marquesinas, anuncios de televisión. Que se note que hay taco, que dirían ellos soñando con darse al dolce far niente de albero y copa de balón. Están de vuelta Los Compadres, y sus vidas, por mucho que hagan como que no, son "un drama". Es lo que tiene, apunta Alberto López, mitad del tándem que completa Alfonso Sánchez, "llevar años queriendo dar el pelotazo, pero no pasar de papafritas". Veamos en qué punto los encontrarán: Fali (López) digamos que oficialmente ha triunfado (pero enverdá no) a base de no rechistarle jamás a la mujer de obsceno patrimonio familiar con la que dio un braguetazo que en algún momento se tornó pesadillesco. Rafi, más explícitamente tieso, ahí anda inventando siempre, enredado en negocios dudosos e inversiones improbables, convertido en un estilista del sablazo y el desahogo.

Y así, en el bucle sin fin del paripé social, empieza el mambo en El mundo es suyo: Rafi, perseguido por unos rusos con los que tiene una deuda tras un chanchullo en unos terrenos (de la Junta) en el Aljarafe, acude desesperado al chalé de su compadre Fali, por ver si éste, aunque sea con los dineros del suegro, le soluciona el tema. Pero resulta que Fali, al que su mujer le ha dado el quincuagésimo séptimo ultimátum matrimonial, tiene que ir a recoger la ropa del niño, que el día siguiente hace la comunión en la finca del abuelo y se espera que comparezca (el niño, no el abuelo) con su trajecito de marinero usado en su día por El Mismísimo Alfonso XIII...

Total: que se relían. Pero a lo grande. A lo resacón en Híspalis. Como vivimos tiempos de suma delicadeza en los que un spoiler puede herir sensibilidades, y además los dos viejos compadres viven -como don Mariano- en el lío, mejor no desvelar más.

Tras su paso por el último Festival de Málaga y la premiere celebrada este viernes en Sevilla, la película llegará a los cines el día 22. Seis años después, exactamente, del estreno de El mundo es nuestro, aquella primera película pagada en parte con el famoso crowdfunding. Nada que ver ya con los medios de entonces. Menos aún, con la precariedad de los vídeos caricaturescos de pijos, canis y antisistemas que antes habían lanzado a estos dos sevillanos a la popularidad vía Youtube. "Lo importante era que tuviera el mismo alma, da igual el tamaño de la producción", dice Sánchez, que vuelve a asumir la dirección de la película.

"Esperamos no defraudar al público, porque la película no la hemos hecho para el disfrute de Warner, sino para el de los espectadores", dice López, que niega así que hayan sentido más presión. A su manera, Sánchez aporta otro matiz: "Hay que tener en cuenta que hacer una película de culto es una putada. Y eso es lo que nos pasó a nosotros. Porque ahora vuelve tú a hacer otra que llegue a ser, como hoy por hoy lo es El mundo es nuestro, patrimonio de la Humanidad. A [José Luis] Cuerda le pasó: será siempre el director de Amanece, que no es poco, y mira que tiene peliculones...".

Se abre la película con retazos de una conversación en el calor de una barra de bar, y una voz dice: "En España se premia más la lealtad que el talento". ¿Es así en el caso de ellos? "Quisimos arrancar la película como abriendo una enciclopedia con la definición de España. Lo hemos vivido en nuestras carnes y lo vemos en los telediarios", dice López. A Sánchez, por lo que sea, le interesa centrar el tema en lo de nuestras carnes. "Nadie nos ha dado una oportunidad, nunca. Nos la tuvimos que dar nosotros, que por casi por casualidad dimos con la clave. Hemos hecho una de las películas más taquilleras de la historia del cine español, y aun así tampoco nos las dan ahora. En cualquier otro país, cualquiera con nuestra trayectoria y, sobre todo, con nuestros resultados, estaría haciendo tres o cuatro películas al año. Aquí, no". "En realidad es una osadía decir esto -tercia López-, porque a nosotros nos va bien, y sabemos que hay muchos compañeros en paro". "¿Pero sabes qué es lo que jode?", vuelve Sánchez, que va a acabar de ventilar alguna espinita clavada: "No tanto los papeles que no haces como las oportunidades que no te dan. Que es parecido, pero es distinto. Pero sí, de todos modos somos muy afortunados. Nos lo hemos montado por nuestra cuenta, y fíjate, ¿no? Si me preguntaras si quiero que me suene el teléfono, mira, yo lo que quiero es que no suene, porque tenemos tantos proyectos él y yo que no lo necesitamos. Además, si nos llamaran ahora, igual llegan tarde".

Enviados ya los recados por mensajería especial, volvemos a la película. A Sevilla. O "las muchas ciudades que hay" en Sevilla, matiza López. Del centro a las Tres Mil, de la Alameda a la calle Betis, de Los Remedios al Charco de la Pava (o de Julio Iglesias a Pony Bravo, que también hay territorios mentales), acompañados por amigos y caras conocidas como El Selu, Haze, Javier García-Pelayo o Carlos Telmo, Sánchez y López defienden que es posible hacer comedia no ya en, sino desde Sevilla y para públicos de cualquier lugar. "Cuando alguien habla de Afterhours de Scorsese o de El gran Lebowski, te habla de las películas, de sus historias, aunque esas películas también hablan de cómo se vive en esos lugares", dice Sánchez. "Pues nosotros igual -añade-. Queremos que se hable una historia que ocurre entre dos amigos, que resulta que están en Sevilla. Tenemos que quitarnos complejos. Y creo que gracias a Alberto Rodríguez o a éxitos como el de Fariña se ha descentralizado un poco el escenario audiovisual, que ya era hora".

Ese es uno de sus grandes empeños. Pero el principal, no menos legítimo, lo resume López: "¿Sobre todo? Que la gente sea feliz. Que salga uno del cine y le entren ganas de llamar a su primo favorito o a su mejor colega y le diga: illo, te voy a llevar a ver una película que te vas a mear vivo".

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