Los hallazgos de los Caños Meca son unas termas romanas del siglo I.a.C. perfectamente conservadas
Se trataba de un servicio de higiene y de ocio para los trabajadores de las fábricas de salazones, las almadrabas y la acuicultura de la zona
Los restos se cubrirán para su protección y no se pondrán en valor
Imágenes de las excavaciones que realiza un grupo de expertos de la UCA
La impresionante estructura que emergió de los arenales de los Caños de Meca hace unos días responde a unas termas romanas y una factoría de salazones que datan del siglo I.a.C, en plena época imperial. Este complejo termal rural disponía de un circuito de aire caliente alimentado por un horno que emanaba a través de cámaras en suelo y en las paredes.
El catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz, Darío Bernal, confirma que se trata de una estructura con un excelente estado de conservación "tanto en la Península Ibérica como en el Mediterráneo Occidental" y añade que entre las hipótesis que manejan sobre sus usos y usuarios figura que se trata de un servicio de higiene y de ocio para los trabajadores de las almadrabas, de las fábricas de salazones y de acuicultura de la zona.
También han aparecido restos de estuco rojo, blanco y negro y de mármol en las termas, que dan idea de cómo estarían recubiertos los muros de este edificio.
El hallazgo ha sorprendido a los arqueólogos de la Universidad de Cádiz, que desde el pasado mes de marzo vienen descubriendo importantes restos en el litoral gaditano de la mano del proyecto Arqueostra. De hecho, hace justo una semana anunciaron importantes restos de todas las épocas que van desde la Prehistoria hasta la época moderna.
Un auténtico complejo pesquero
El descubrimiento de estas termas viene a confirmar que el enclave pesquero que había en la zona es de un gran potencial que podría ser similar al de Baelo Claudia, además de coetáneo. El grupo de Investigación HUM-440 del Departamento de Historia, Geografía y Filosofía de la Universidad de Cádiz ya documentó el pasado marzo en el Tómbolo de Trafalgar -cerca de estas termas- los restos de una zona residencial romana en la que vivían los dueños del primer vivero romano de toda la Bética. También se excavó una industria de salazones en la misma zona con piletas en buen estado de conservación y otra ubicada a unos 500 metros en la playa, así como un yacimiento prehistórico con elementos cerámicos asociados y restos vinculados a esta misma industria, entre otros importantes restos.
Estos asentamientos de acuicultura serían un prueba de que, tras la pacificación de Hispania, a esta zona llegaron colonos italianos de clase alta que implantaron los modelos de desarrollo urbanístico que tenían en su tierra de origen, "pues los italianos patentaron la acuicultura".
De hecho en estas residencias solían tener viveros, "lo que suponía un elemento de ostenación, riqueza y poderío en aquella época, pues hay muchos escritos que relatan cómo las élites romanas presumían del tamaño de sus viveros bien para consumo propio o venta", añade el catedrático de Arqueología.
El proyecto Arqueostra pretende estudiar el origen de la ostricultura en Andalucía y Norte de África, por lo que decidieron ahondar en el yacimiento del Cabo de Trafalgar que es conocido por las fuentes clásicas, donde lo citan como el promontorium de Juno, "pues era un hito muy importante en la navegación", contextualiza Darío Bernal.
Los primeros estudios de todos estos hallazgos se remontan a los 70, pero no había gran información salvo la existencia de un yacimiento bastante deteriorado. La sorpresa por tanto ha sido mayúscula en esta primera fase en la que se vuelve a constatar la potencia arqueológica de todos estos restos romanos "que eran más importantes de lo que parecían y están en mucho mejor estado de conservación de lo que se esperaba", decía a este medio Bernal.
Los arqueólogos de la UCA esperan localizar más edificios soterrados vinculados a esta actividad y que esperan poder investigar y sacar a la luz en los próximos meses.
Los restos no se pondrán en valor
Como viene siendo habitual en la mayoría de las excavaciones, los restos localizados se cubrirán para ser protegidos, pero no se pondrán en valor. Una vez concluya el trabajo de campo de cara a la documentación de estos vestigios, se procederá a tapar para evitar daños tanto vandálicos como de agentes naturales, pues se trata de una zona donde combate mucho el temporal, explica Darío Bernal.
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