Honores a Manzanita

Producido y liderado por José Ortega, hijo del mítico cantaor y guitarrista de Caño Roto, se presenta este homenaje discográfico con algunos de sus grandes éxitos

El cantaor y guitarrista Manzanita, exponente del flamenco y el pop melódico de raíz.

22 de mayo 2011 - 05:00

Fue uno de los más grandes, en el flamenco y en el pop melódico de raíz, que en sus manos y su voz convergieron hasta hacerse la misma cosa. Siempre ejerció de guitarrista, en todas las etapas de su carrera artística. Desde sus inicios, en los 60, en el tablao Los Canasteros, pasando por etapas fundamentales de las obras respectivas de Enrique Morente, Gato Pérez o el primer Duquende. Además, en sus discos siempre incluía una o dos piezas instrumentales en las que daba rienda suelta a su facultad como creador de brillantes melodías para la guitarra a ritmo de bulerías o tangos. Pero al gran público llegó como cantante de rumbas pegadizas, que es la faceta artística en la que se centra este homenaje que se inicia con una nueva versión de Verde. Se trata de un tipo de rumba lenta de gran aliento lírico, tanto en el contenido literario como en la melodía, con influencia de los cantantes melódicos italianos y en portugués que tan populares fueron en nuestro país en los 70. Los discos de Manzanita (1956-2004) brillaron siempre por la austeridad de su producción, aunque fuera utilizando una orquesta sinfónica: jamás abusó el de Caño Roto de los arreglos. No es el caso de este disco. El productor del mismo, José Ortega, hijo de Manzanita, ha pensado que eso es lo que puede aportar a unas composiciones que ya son clásicos de la música popular española. La idea, supongo, sería actualizar el sonido Manzanita. El problema es que el sonido de este disco es bastante más rancio que el de los originales de Manzanita. En la producción musical, hace muchos años que dejó de interesar la sobreproducción entendida como suma. Hoy la producción es lima, pulido de los elementos superficiales. Porque no estamos para fuegos de artificio, con la que está cayendo. Por supuesto que brilla la calidad compositiva de Manzanita y asumimos que el color impresionante de su voz, la emoción de la interpretación, era uno de sus grandes valores. Así lo vemos en canciones tan directas como Dentro de tu alma o Por tu ausencia, con una Rosana íntima, próxima, como es ella como cantante, en el coro poderoso de Libérate, la dulzura salvaje de Montse Cortés en Tu boca de caramelo, otro estribillo impagable, el torrente vocal de Guadiana y la guitarra de Juan Requena en El rey de tus sueños. También en esa explosión de vitalidad que es Para que vuelvas con La Mari de Chambao, de subyugante coro. Creo que este último tema es lo mejor del disco y no sólo por la calidad de la composición, también porque la voz de La Mari, sin ser gran cosa como saben en lo que se refiere a técnica y potencia, pero con un aire tan personal que ha marcado el flamenco pop contemporáneo, y los arreglos de Toni Romero, le dan un aire de flamenco actual bastante interesante, que confiere, esta vez sí, nueva vida a una pieza que está en nuestra memoria sentimental.

Parrita lleva a cabo el dueto Paloma Blanca: nos encontramos ante un clásico vivo de los autos de choque de nuestra adolescencia. José Ortega sigue la línea cantaora de su padre teniendo en cuanta, claro, que el brillo tímbrico de Manzanita sigue siendo único, lo será por siempre. Manzanita era tierra, agua y también fuego.

Lo que me sorprende enormemente es que en ningún lugar, ni en los interiores, ni en la contraportada, ni en el libreto, aparece mención alguna de los autores de las canciones, como si estas surgieran de la nada. La mayoría de los temas los compuso Manzanita pero hay algunos otros autores de los que no se hace mención, como ocurre, por ejemplo, con Cecilia. Lo que, acaso, es indicativo del espíritu que domina este disco, donde los arreglos y la producción final parecen tener más peso que la calidad propia de unos originales bellísimos. Como ocurre con la mayoría de las grabaciones actuales, que parecen más fruto de técnicos y productores que de artistas. El ejemplo máximo en este sentido es el popular Ramito de violetas que se nos presenta deslucido de todo color y aroma, pese a contar con la voz original del propio Manzanita, que canta a dúo con su hijo, como en Verde.

Varios intérpretes. Producido por José Ortega. Ojo Música

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