‘Impasse’, el confinamiento cíclico y eterno de los campos de refugiados
Exposición
Cádiz empieza a recuperar ritmo expositivo con la muestra de los hermanos Gonzalo y Rafa Höhr en el Baluarte de San Roque, que retrata la cruda realidad de las víctimas de conflictos mundiales
La realidad es generalmente más dura para muchas personas de lo que nos podemos imaginar desde nuestro confinamiento casi dorado. La exposición Impasse. Refugiados en el limbo. Entre un pasado y un futuro incierto retrata a la perfección una de esas realidades imaginada pero a veces poco comprendida: la de los millones de refugiados que se ven obligados a huir de sus países para vivir años en un territorio neutral, confinados en una tierra de nadie esperando que acabe el conflicto que les echó de su tierra. Los gaditanos Gonzalo Höhr, con sus fotografías, y Rafa Höhr, con sus infografías, firman esta exposición que se podrá ver hasta el 13 de septiembre en el Baluarte de San Roque, y que se completa con la instalación Refugeoly, del también gaditano Vinny Montag.
Con esta muestra, una de las primeras que cayó por la implantación del estado de alarma, Cádiz comienza a recuperar de alguna manera el pulso expositivo perdido en las semanas de pandemia. La exposición, concebida expresamente para Cádiz, surgió de una sugerencia de la sociedad municipal Cádiz 2012, que gestiona el Baluarte de San Roque. La experiencia del fotoperiodista Gonzalo Höhr por su trabajo para ONGs como Médicos del Mundo y Acción contra el Hambre fue la clave para que su revelador material fotográfico se pudiera convertir en epicentro de la muestra.
Pero Gonzalo no quería enseñar solo, ni sólo, las imágenes obtenidas en estos campos de refugiados durante los últimos veinte años. Quería que sus escenas –ya fueran emotivas, desgarradoras o ambas cosas a la vez– estuvieran acompañadas de una completa contextualización, de los datos y cifras que explican esta tragedia mundial, pero también de una precisa localización en la inmensidad del planeta. Para ello, solo tuvo que mirar en casa y echar mano de su hermano, el infografista de prensa Rafa Höhr. El proyecto expositivo se completó con el juego Refugeoly, un tablero inspirado en el popular Monopoly del gaditano Vinny Montag, afincado en Londres.
La exposición arranca con una infografía lineal en la que se explican los conflictos de refugiados que se han producido en la escena internacional desde la Primera Guerra Mundial, una información útil para entender que lo que ahora se vive en muchas zonas del mundo no es nuevo, y que la diáspora de personas es consustancial a la inútil y eterna cualidad humana de provocar conflictos territoriales de los que siempre suelen salir huyendo los más vulnerables.
Otra infografía completa el punto de partida de la exposición. En este caso es un mapa mundi en el que se detalla, con las cifras oficiales de la ACNUR como fuente, la actualidad de los movimientos de refugiados. Datos estremecedores que señalan que 70 millones de personas malviven ahora mismo como refugiados.
A partir de aquí, la exposición lleva al visitante por cinco escenarios dramáticos, campos de refugiados de Bangladesh, Grecia, Líbano, Mauritania y Argelia en los que el objetivo de Gonzalo Höhr se ha detenido para captar llantos, risas, juegos, sufrimientos, escuelas, casas improvisadas, tiendas de campañas, caminos enfangados, pies descalzos, chanclas, zapatos rotos... La realidad de personas que viven confinadas durante años en una situación de impasse, en un limbo sin salida con la esperanza puesta en regresar a su país.
‘Refugeoly’, el juego para sentirse como un refugiado
En la segunda planta delBaluarte de San Roque, junto a una parte de las fotografías de la exposición, se encuentra la instalación Refugeoly, una creación del artista gaditano Vinny Montag basada en el Monopoly y en la que, a través del juego, los participantes pueden meterse de alguna manera en el papel de un refugiado.En este caso, el dinero de que dispone el jugador sirve para comprar materiales, pagar a las mafias para viajar, para comer... Unos dados gigantes permiten jugar en la propia exposición, aunque es necesario ponerse guantes y usar una solución hidroalcohólica que se facilita en la sala.
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