El parqué
Caídas ligeras
Javier Ruibal inaugura la 35 Feria del Libro
Cádiz/“Ya te lo dije Javier, mejor hacer esto en un bar. Que aquí te limpian la mesa, te limpian la silla pero después no te traen ni un vaso...” Téllez encara la situación como hay que afrontarla, echándole ingenio y humor. Lola Cazalilla (concejala de Cultura) y Juan José Sandoval (coordinador del evento) acaban de abandonar los asientos que Juanjo (Téllez) y Javier (Ruibal) se disponen a tomar no antes de que el personal, gel hidroalcohólico en mano, dé un repaso al mobiliario. Cosas de la nueva normalidad que se instala en esta Feria del Libro con tanta naturalidad como las mascarillas, como la puñetera distancia social, que se hace imperceptible si nos atenemos al cariño con el que el público recibe al músico portuense, ahora poeta, armado con su Coraza de barro.
¿Armado o desarmado? Porque Javier Ruibal –ya saben, un Goya, un Premio Nacional de las Músicas Actuales y autor de un exquisito cancionero que se despliega ya por décadas– inaugura la 35 edición de la Feria con un respeto que roza la timidez y, como el mismo confiesa, hasta el nerviosismo. Y es que muchos de sus amigos poetas, “el jurado”, los bautiza, han acudido a la sala de Pilastras del Baluarte de la Candelaria (también de estreno) para presenciar la puesta de largo del primer poemario del autor. “Y no crean que me lo tomo a la ligera. Me siento indefenso ante esta situación”, reconoce.
Junto a ellos, otro buen número de artistas que (preparado o no) no dudan enconvertir el turno de preguntas en casi un homenaje al artista. Así, los cantaores Carmen de la Jara y David Palomar, la intérprete María la Mónica y el cantautor Fernando Lobo se animan a poner la música a la cita literaria y a hacer lo que Ruibal no puede (debe) hacer en la presentación de su debut como, estrictamente, poeta: cantar sus canciones.
No, no se musicó el poemario. “Pero quién sabe... Porque leyendo ahora algunos poemas pues me lo piden... Veremos... Este es un limón que hay que exprimir”, ríe/vaticina el protagonista de la tarde contestando, ahora sí, a una pregunta.
Antes, en los albores de la presentación, fue Téllez quien sabe mover oportunamente la frontera entre la música y la poesía en Ruibal. Así, si bien destaca toda la carga poética de las canciones del portuense, nombrándolo heredero directo de juglares griegos como Homero y trovadores de la Edad Media; pronto se apresura a distinguir el contenido de Coraza de barro como una realidad separada en intención y estilo de sus creaciones musicales, encontrándolo “más libre” en la palabra y la reflexión lejos de “las ataduras” de la estructura musical.
“La literatura de Ruibal antes estaba colgada en el aire, ahora ha bajado a la tierra”, se le antoja al también poeta que también ofrece al público las referencias literarias del autor de Coraza de Barro. De Gil de Biedma, a Ángel González, de Fernando Quiñones a Caballero Bonald, de Lorca a Alberti.
Influencias que se dejan notar en algunos versos de Javier que a finales del pasado año puso fin a un “proceso duro” de preparación de este libro “pre-Covid”. Una obra a la que Ruibal se dedicó “intensamente” y que cristaliza en una poética “de verso libre, en haikus de inspiración japonesa, de gran carga reflexiva y gusto por la frase”, resume el presentador.
“Como ha dicho Juanjo, este libro es un viaje, un viaje hacia dentro. Me he desnudado y he visto michelines y descosidos que no tienen arreglos; me he dicho cosas que no me había dicho; he puesto sobre la mesa esos asuntos pendientes que todos deberíamos arreglar cuanto antes y he aprendido a quererme un poco más”, confiesa Ruibal sobre esa coraza que le gusta pensar que lleva puesta para que le sea más fácil el streaptease emocional que conlleva confeccionar un poemario.
Unas pocas palabras más pronuncia –agradecimientos, claro; y alguna nota clarificadora sobre la estructura del libro– cuando ya salta a leer (“qué corte leer en alto lo que tú has escrito, nos hubiéramos traído a un rapsoda”) que “es para lo que hemos venido”.
Entonces se aparecen el Primer poema (sobre el acto de escribir), Lo feo, Tu corazón fue trofeo, “un acto de desagravio a las mujeres en general” que a cambio recibe el primer gran aplauso (“Decía Krahe que mientras que los actores tienen que declamar durante dos horas para recibir un aplauso, nosotros, los músicos, tenemos suerte porque te aplauden cada tres minutos”, comenta poco antes sin saber que a cada poco, sus poemas, también serían recibidos con ese abrazo que es el aplauso), La mitad dormida, Absorto, Criatura marina (una evocación del mar), Full bendito, Tiquismiquis, las décimas Décimas de la verdad o Décimas del tiempo amarrado...
Y letra a letra, verso a verso, que decía el poeta, la distancia va desapareciendo, nos vamos acercando y casi nos olvidamos que no hay nadie, que no hay nada, en las casamatas.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
El parqué
Caídas ligeras
Su propio afán
Niño-Dios de esta noche
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Una noche amenazada también por el confort
No hay comentarios