José Luis Gil: “Los clásicos deberían estar de forma permanente en el teatro”
'Cyrano de Bergerac' en Algeciras y Cádiz
Metido en la piel del inmortal Cyrano de Bergerac, el intérprete llega los días 18 y 19 al Teatro Florida de Algeciras y en diciembre al Gran Teatro Falla
Cádiz/La “lección de honestidad”, “de integridad” y “de dignidad” que cabalga entre las líneas de Cyrano de Bergerac recorre kilómetros de tiempo y espacio para llegar hasta el hombre de hoy “más viva que nunca”. “Que un clásico sea un clásico no es gratuito”, reflexiona el último nombre que sobre las tablas hace carne al héroe de ingenio afilado, espada presta y nariz superlativa, José Luis Gil, uno de los rostros ,y de las voces, más reconocidas y reconocibles de la pequeña y gran pantalla (de Juan Cuesta y Enrique Pastor a Buzz Lightyear), que opina que “los clásicos deberían estar de forma permanente en el teatro”.
Clásicos que transmiten unos “valores universales y atemporales” que, viendo el vodevil en el que se ha convertido la política, “no estaría nada mal que recordaran tanto nuestros políticos como nosotros, los ciudadanos que, al fin y al cabo, somos los que tenemos que exigir un nivel y un compromiso a nuestros representantes”, apuesta el actor que lleva dos años girando con una obra que la próxima semana (los días 18 y 19 de octubre) llega al Teatro Florida de Algeciras y que en el mes de diciembre (14 y 15) se podrá ver en el Gran Teatro Falla de Cádiz.
“La nuestra es una versión muy pegada al original francés de Edmon Rostand”, destaca Gil que aprecia, en este sentido, el trabajo de Carlota Pérez Reverte y Alberto Castrillo-Ferrer, éste último “bilingüe, con una buena preparación en francés como director” y un “gran enamorado del texto de Cyrano, con lo que ha hecho un trabajo magnífico, exquisito” en este montaje donde Gil comparte protagonismo con Ana Ruiz (su Roxane) y Alex Gadea ( Christian) y donde también intervienen Carlos Heredia, Rocío Calvo, Ricardo Joven y Javi Ortiz.
Una compañía que, en parte, ya venía con los lazos tejidos de un proyecto anterior. “Tanto Ana como Rocío y Ricardo habíamos trabajado con Alberto en Si la cosa funciona y fue un auténtico placer trabajar con ellos, tanto que, en cierta manera, de ahí surgió la idea de poner en marcha esta obra”, rememora el ganador en los Premios de Teatro Rojas 2018 a la Mejor interpretación masculina por su interpretación de esta versión de Cyrano en el que Castrillo-Ferrer también conquistó la Mejor dirección escénica.
Pero estos galardones no son lo único que tienen en común Gil y Castrillo-Ferrer que también comparten un “amor incondicional” a esta obra de Rostand y a su personaje central símbolo de “la honestidad y dignidad” tanto “ante el amor frustrado” como, “ante los poderosos”, describe.
“Yo entré en contacto con el personaje de Cyrano, afortunadamente, muy pronto, tendría unos 12 años porque yo empecé en el Centro Dramático de TV haciendo los infantiles de teatro en Madrid mientras estudiaba Arte Dramático y como ejercicio actoral hacíamos los fragmentos más significativos de las grandes obras tanto españolas como universales, entre ellas, por supuesto, Cyrano de Bergerac. Y desde el principio adoré a Cyrano, me parecía maravilloso, absolutamente fantástico, y me identifiqué con él en esa preadolescencia en la que seguramente yo andaría enamoradillo de alguna chica de la clase de la que ni te atreves a mirarla, y escribía mis primeras tonterías y tal... Eso, junto con el verso tan bonito de la obra y cómo la acometían actores de la época como Manuel Dicenta, de forma más moderna, más cercana al público... Pues todo eso junto provocó que me enamorara irremediablemente del personaje hasta hoy”, recuerda.
Y con ese “mismo amor” y “sinceridad” de los “12 o 13 años” acomete el actor el personaje ante el que se le presentaron “las mismas sensaciones de entonces...” . “Todo volvía a estar ahí, la duda, la frustración, la responsabilidad de procurar ser merecedor de las cosas, la pulsión del amor incondicional y que no te importe vivirlo desde la parcela que te toque, aunque sea pequeña y en la oscuridad... Y así lo afronté, desde el conocimiento que tengo ahora de los códigos teatrales pero impregnándolo de la más absoluta verdad para que los espectadores salgan contentos y felices de vivir , de reírse, de emocionarse... Porque eso es el teatro, es la vida”, decide.
El teatro, “al fin y al cabo, la madre del cordero para un actor”, reconoce Gil que aunque se haya dedicado “principalmente a la televisión y al doblaje” no ve nada como “salir a jugártela cada día a las tablas” porque “es lo más incómodo, lo más exigente pero lo que más merece la pena”.
Con todo, el popular actor de La que se avecina ni se ha cansado ni ha aborrecido al sufrido y sacrificado Enrique Pastor (concejal de Juventud y Tiempo Libre) con el que todavía entra en los hogares españoles. “Sí, a pesar de los años, lo sigo amando y creo que, sobre todo, porque es ese tipo de personaje que te recuerda a ti mismo y eso es mérito de los guionistas, sobre todo, de Alberto Caballero que creo que pone, incluso, más de José Luis de lo que yo me doy cuenta. Aunque hay cosas que hace él que yo no haría nunca, Enrique enfoca los problemas de una manera muy parecida a la mía y en toda esa maravillosa locura que es esa casa consigue que lo entiendan, es el que pone los pies en el suelo y que provoca que todo ese disparate sea más maravilloso, ¿cómo no quererlo?”, ríe el también Juan Cuesta de Aquí no hay quien viva.
“Y, ahora que estamos en periodo preelectoral, ¿cómo vería a Enrique Pastor como presidente del Gobierno?”, le preguntamos al actor que suelta una carcajada. “Bueno, yo creo que a él, al personaje de ficción, le encantaría serlo, pero teniendo en cuenta la experiencia que tuvo como alcalde a la fuerza para tapar un caso de corrupción, todas las vicisitudes que tuve que pasar y que tuvo que irse... Pues aunque le encantaría serlo yo me pregunto si lo dejarían... O él habría cambiado mucho o estaría muy desengañado para tragar por ciertas situaciones...”, baraja.
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