Montiel de Arnáiz: "Es el amor por mi oficio el que está detrás de esta novela"

Novedades literarias | Juicio letal

El literato y abogado de San Fernando presenta este 7 de abril su última obra, ‘Juicio letal’, en el Centro de Congresos de su ciudad

El escritor Montiel de Arnáiz posa con los ejemplares de 'Juicio letal' y 'A la velocidad de la noche' / Jesús Marín

Cádiz/En esta cuenta atrás que es la vida, lo mejor que puede ocurrirnos es desconocer siempre cuánto marca el minutero. Daniel Radler, el protagonista de Juicio letal, no tendrá esa suerte; pero es esa carrera contra el tiempo que emprende este abogado en busca de justicia, la que nos mantiene en vilo hasta las últimas páginas de la nueva novela escrita por Montiel de Arnáiz. Un libro que se presenta este 7 de abril en el Centro de Congresos de San Fernando.

“Daniel Radler es un abogado con mucho éxito, millonario, al que le dicen que le queda menos de un año de vida y se da cuenta de que esa vida se le ha escapado, que es una persona con muchas inquietudes y que no ha tenido todo el tiempo que hubiera querido para cultivarlas. Por ello, decide retirarse a una mansión de madera a orillas de un lago, un cementerio de elefantes donde leer, escuchar su música y escribir sus memorias, pero la arrendadora le cuenta la situación que ha dado lugar a que tenga que alquilar la casa, y es que su madre ha fallecido, en teoría, estafada por uno supuestos médicos que le daban un producto contra el cáncer. Así se producirá una relación entre ambos en la que Daniel se ve impelido a ayudarla con ese instinto de hacer justicia que tiene un abogado y que él tenía dormido quizás por sus propios problemas y su enfermedad”, resume el autor y abogado isleño que vuelve a su Macondo particular, a su Baraka, esa localidad que imagina entre Cádiz y Málaga, en un nuevo tributo a ese universo que disfruta y sufre cada día.

“Es el amor por mi oficio el que está detrás de esta novela”, asegura Montiel de Arnáiz que no sólo consigue ser fiel a la realidad de los aspectos procedimentales en la ficción, sino que con novelas como Juicio letal o la anterior, A la velocidad de la noche, intenta hacer justicia a su gremio: “Muchas personas ven al abogado como un tipo que gana mucho dinero, que va en traje, con un reloj caro, pero no se dan cuenta lo que hay detrás. De la cantidad de sociópatas que hay, de problemas mentales, anginas de pecho, ictus de estrés laboral que no lo aguanta nadie, cómo envejecemos rápidamente, más rápido que Obama –ríe–... Los abogados lo pasamos mal y tenemos muchos problemas que no son los crematísticos”.

Mucho canalla suelto a un lado y al otro de la Justicia, tanto que a veces la realidad supera a la ficción por ello, Montiel de Arnáiz sabe que sus experiencias y la de sus compañeros de profesión se convierten “en una fuente de inspiración” caudalosa para enriquecer este universo de la Baraka cuya tercera novela “ya está en marcha” y con la obra inicial camino de convertirse en película o serie.

“Que José Escudier fuera el director, que yo fuera el guionista y que me dieran un pequeño papel, así en plan casi cameo”, fueron “las tres condiciones” que, medio en broma, medio en serio, Montiel de Arnáiz puso a Womack studios para llevar al lenguaje audiovisual a A la velocidad de la noche. “Sí, fueron aceptadas y cerrado el trato con un almuerzo en Los Tarantos”, ríe el literato “muy ilusionado” con esta nueva vida para su obra.

“Claro, también me gustaría que Juicio letal se llevara al cine. El título ya suena cinematográfico, ¿no?”, acierta el escritor que ha confeccionado este thriller judicial basándose en “varios casos reales porque hay varias tramas”, sobre todo, “en lo que concierne a los productos milagro, a las estafas a abuelitos, a esos casos que te revuelven las tripas”, confiesa. “También, quien sea un poco avispado, va a reconocer ciertos nombres y apellidos a través de juegos de palabras o por descripciones físicas... Y es que en esta novela hay muchísimos abogados, muchísimos fiscales, muchísimos jueces de Cádiz, de San Fernando, de Chiclana... Hay personas concretas y también hay diferentes arquetipos en los que me he basado para confeccionar los personajes”, reconoce.

Portada de la novela 'Juicio letal' de Montiel de Arnáiz ilustrada por José Alberto Hernández

Lo que no hay en Juicio letal son “esas grandes pifias” o “gazapos imperdonables” que los espectadores nos solemos tragar sin inmutarnos en “muchas series y películas españolas”. “Bueno, eso creo... Desde luego no hay ningún ¡protesto, señoría! así de película americana que no se ven ni por asomo en el Derecho español”, advierte Montiel de Arnáiz que tampoco salva de caer en estos errores en la literatura española donde lamenta que no exista un John Grisham. “No hay muchas novelas de abogados pero leí hace poco un libro de un autor muy famoso que era una historia de dos abogados muy interesante pero de repente metía un pedazo de pifia que cerré el libro y dije hasta luego”, se queja.

La suya, su Juicio letal – realmente, una venganza relatada en primera persona y en tono tan desenfadado como trágico a un interlocutor que conoceremos al final de la novela– está desde luego “mimada” y “cuidada” por “treinta mil revisiones y correcciones” aunque, descubre su autor, “se escribió en tan sólo un mes”.

Y qué mes... “Entre el 14 de marzo y el 30 de abril apenas me entraron dos consultas profesionales, sobre temas de alquileres, y ya está. Así que, acostumbrado a un ritmo de trabajo frenético y con todo el tiempo por delante, me volqué en la novela”, cuenta Montiel de Arnáiz que tenía “desde hacía tiempo” en la cabeza esta historia de un abogado “al que se le está acabando el tiempo y que no sabemos si va a conseguir terminar el pleito, si va a conseguir que se haga justicia o no antes de morir”.

Un mes al que desembocaba desde una situación personal muy complicada pues en enero él y su familia estuvieron enfermos – “primero decían que era un resfriado, después que una gripe porque el Covid era algo que todavía decían que no había llegado aquí...”– y su mujer se llevó la peor parte llegando a estar ingresada y “operada a vida a muerte de un día para otro por un pulmón encapsulado”, cuenta el escritor aquellos “días terribles” que afortunadamente ya son solo un mal recuerdo, no más.

“Por eso si pienso en lo que le puedo pedir yo a la vida es sólo seguir escribiendo lo que me gusta porque creo que he triunfado con mi familia y con una oficio que me gustaba desde niño”, se congratula.

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