Kiki sobre Pablo Juliá: Un maestro, un amigo y un referente de la fotografía
Real Academia de Bellas Artes de Cádiz
El fotógrafo y académico Joaquín Hernández ‘Kiki’ recibe a Pablo Juliá en Bellas Artes con un cálido discurso donde alaba su valía personal y profesional
Cádiz/“Yo conocí a Pablo primero por sus fotos… Después nos hemos encontrado frecuentemente trabajando en actos y en acontecimientos de la transición española, él para El País y yo para el Diario de Cádiz. Inmediatamente nos hicimos amigos”. Joaquín Hernández Kiki, el hombre que abrió las puertas de la Real Academia de Bellas Artes al a fotografía, daba este miércoles un cálido recibimiento a su compañero Pablo Juliá durante la tradicional contestación que sigue al discurso del nuevo académico. Basta recordar la descripción que hizo en las primeras líneas de su glosa: “Pablo Juliá, maestro, amigo, un hombre bueno y sabio en el concepto etimológico de la palabra”.
Así, Hernández, además de celebrar que “con este acto la Academia consolida la concepción de la fotografía como un arte mayor”, se mostró especialmente satisfecho con el ingreso en la institución de, sin duda, “uno de los mayores referentes de la fotografía contemporánea española”, de hecho, del “notario de la Transición”.
Y es que, como recordó el académico , “la manera de mirar” de Juliá es muy personal. “Él nos cuenta historias con líneas, volúmenes, sombras, contraluces y desconchones y, en otros momentos, nos impresiona con fotos muy directas y sorprendentes, como la de Manuel Fraga sosteniendo en sus manos un periódico en las elecciones de 1982 con la frase a toda plana Andalucía vota PSOE…Y es que lo que distingue aun buen fotógrafo de prensa es su capacidad de anticiparse a lo que va a suceder, tal como hizo Juliá en aquella memorable e histórica foto”, argumentaba Hernández que también se encargó de defender, como inútilmente ha repetido Juliá hasta la saciedad, que en su famosa foto de la tortilla “¡no había tortilla sino naranjas!”.
Con alguna simpática píldora más –sobre la sana competencia entre compañeros, Kiki nos hacía ver a imposibilidad de darse codazos por una foto con Juliá por la diferencia de altura– el insigne fotógrafo gaditano reconoció la mirada “crítica, moderna e inconformista” de Juliá que se ajustaba perfectamente al talle de un país “que abrazaba la democracia”, pero también incidió en que esa visión se sale de los límites de un periodo de tiempo concreto: “Sus fotografías no necesitan calificativos porque hablan por sí solas. Son el resultado de un gesto narrativo, inteligente, una composición siempre magnífica, sea cual sea su naturaleza: comercial, periodística, creativa, artística…”
Además, el académico alabó ese carácter siempre crítico de Pablo Juliá que con su trabajo y sus afanes “ha dignificado y reivindicado una profesión que mucha gente confunde aún con una ocupación”, dijo Kiki.
En su papel en la profesión, en su vocación, en ese primer despertar de la fascinación por la imagen en su infancia y primera juventud en Cádiz, también se extendió Hernández que no quiso terminar su intervención sin hacer una referencia a las cualidades personales de su compañero:“Su impronta, su eterna pajarita, ha añadido una singularidad más a su carácter extrovertido y cariñoso, muy alejado de la imagen huraña que se empeñan en transmitir algunos artistas. Pablo goza de infinidad de amigos y admiradores como demuestra este acto. Es tendente al abrazo y a la tertulia”.
“Seguro que hemos perdido un médico excelente (fue el empeño, sin frutos, del padre de Juliá) porque también es una profesión que al igual que la fotografía requiere de la actitud vital, del humanismo, la sensibilidad y los valores que atesora Pablo”, completó.
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