Magano mostrará los secretos de la fotografía del siglo XIX
FOrmación Curso en octubre
El creador madrileño impartirá un curso en octubre desde el estudio del artista isleño Julián Ochoa · Utiliza técnicas completamente tradicionales en su trabajol Información e inscripción en el curso: julian@julianochoa.com. Exposición hasta el 20 de septiembre. Sala Polaroid. De lunes a viernes de 11:30 a 13:30 y de 18:·30 a 20:30. Lunes y miércoles por la tarde cerrado en agosto. C/ Real 202. S. Fernando.
Amanece nublado en el madrileño barrio de Malasaña. El fotógrafo José Manuel Magano toma en una terraza de la calle Fuencarral un café con leche y tostadas bañadas en tomate con la compañía de su inseparable Voigtlander Bessa, que reposa sobre la mesa. Su compañera es una cámara fotográfica alemana de más de setenta años. José Manuel la utiliza para tomar bocetos e ideas para sus trabajos fotográficos, aunque lo que captura en el carrete de esta cámara es el principio de un largo proceso más propio de centurias pasadas que de la omnipresente era digital. Para muchos el trabajo de este artista se asemeja más al de los pintores del siglo XIX que al de los fotógrafos contemporáneos. Instantes que tardan semanas en ser visibles, mezclas de químicos más propios de los alquimistas que de los actuales maestros del Photoshop, y paciencia, mucha paciencia, un adjetivo que se ha convertido en antagonista de la fotografía contemporánea.
Desde la terraza del bar, mientras sorbe el final del café, observa cómo la luz comienza a bañar el inicio de la calle de Velarde, recordando sus andadas nocturnas por la que fue una de las venas de la movida madrileña de los años ochenta. Una calle en la que aunque se conservan espacios míticos como el Vía Láctea, han desaparecido muchos garitos de noches inolvidables de punk y canciones desconocidas traídas desde Londres. Ahora, inundada de tiendas de ropa de diseño y cafeterías más propias de Notthing Hill que de uno de los barrios más castizos de Madrid. Parece que las nubes de esta mañana vienen cargadas de nostalgia.
Magano mira de reojo su cámara y reflexiona sobre el trabajo que realiza. "Llevo más de veinte años haciendo fotografías, bueno, el tipo de fotografía por la que me decanté. Si tuviera que definirla de alguna manera, creo que la mejor palabra sería pasión". De primeras puede parecer un adjetivo difícil de apreciar en sus imágenes, pero ciertamente es el que mejor la acompaña. José Manuel descubrió con veinticinco años un libro que explicaba las virtudes de la técnica de la goma bicromatada, un sistema de impresión fotográfica basado en el uso de sales de cromo mezcladas con goma arábiga. El fotógrafo madrileño quedó fascinado por un procesamiento de imágenes del siglo XIX que permitía crear unas estampas a medio camino entre la pintura y el grabado que además le otorgaba un control absoluto de todo el proceso, desde la toma hasta el revelado y positivado.
"Comenzó entonces mi ruta por las librerías de segunda mano de Madrid y los pedidos a tiendas de todo el país para conocer más sobre esta técnica. Así conocí el marrón Van Dyck o el azul cianotípico, técnicas tradicionales de coloreado de fotografía que ignoraba. No tenía formación en fotografía ni en bellas artes, siempre he sido autodidacta", se explica el fotógrafo. El resultado es un trabajo de autoformación digno de elogio en una época donde Internet ni se imaginaba y conseguir información como la que necesitaba Magano requería rebuscar mucho y tener bastante paciencia esperando libros que podían tardar semanas en llegar tu domicilio. "Para luego equivocarte en casa cada vez que revelas una toma. Con la exposición, en la mezcla de los químicos, con el papel que utilizas... Tardé muchísimo tiempo hasta conseguir tener una fotografía aceptable. No tenía a nadie que me ayudara. Tan solo contaba con mi pasión por aprender y el placer que me da el trabajo en solitario".
Y el proceso no ha cambiado. Sigue realizando sus tomas en soledad, preparando los negativos y mezclando químicos, aunque con el bagaje que dan de más de veinte años de pruebas, fallos y experimentos. Su forma de trabajar se percibe al instante, no sólo por la técnica empleada sino por el resultado: pequeñas fotografías, siendo las más grandes de cuarenta por cuarenta centímetros, toda una declaración de intenciones en una época en la que la fotografía de gran formato colma todas las exposiciones. "Ni me planteo un formato así. Al igual que nunca he usado Photoshop, ya que necesito poder tocar con mis manos los químicos y papeles que voy a utilizar, no puedo trabajar una fotografía que no me permite poder apreciarla en soledad y que se me escapa de mi mirada. Para mí la fotografía es un ejercicio que hay que realizar y disfrutar en solitario, un acto íntimo. No una estampa gigantesca que acaba decorando el salón de una casa".
José Manuel se encuentra así dentro de ese -por fortuna todavía existente- reducto de fotógrafos que intenta escapar de las impresiones rápida de colores llamativos. Se centra en un delicado trabajo de la luz y en composiciones con las que pueda plasmar ideas que lleven al espectador a volver cada cierto tiempo a ver sus fotografías para seguir construyéndolas en su mente. "Me preocupa cuando veo cursos de fotografía y en el programa la primera clase es utilizar Photoshop. No hay historia, no hay estudio de lo más básico, la luz, el origen de la fotografía. Parece que ya da igual cuál es el motivo de tu trabajo, si no la post producción que le vas a hacer.
No será la única razón, pero seguro que esta clarísima concepción de la fotografía para Mangano ha influido para que el fotógrafo isleño -afincado también en el analógico- Julián Ochoa pensara en él para desarrollar un curso en San Fernando. "La idea es que quienes se apunten adquieran unas nociones básicas bastante claras de cómo funcionan los procesos más tradicionales de realización y revelado fotográficos para que luego los puedan seguir desarrollando".
Si le pica la curiosidad por el curso que ofrecerá Magano o simplemente quiere comprobar el resultado del trabajo que realiza, puede acudir a la Sala Polaroid de San Fernando, donde se está exponiendo una muestra de sus fotografías bajo el título de Ab Anima (Desde el alma), un título que es más bien un epíteto del trabajo y la personalidad de este fotógrafo enamorado de unas cualidades y técnicas de la imagen casi desaparecidas.
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