María Moreno: "Me voy a bailar el Mercado de Cádiz como me da la gana, y eso es un lujazo"

38º Festival Iberoamericano de Teatro

La gaditana estrena este viernes 27 de octubre en el FIT uno de sus ‘versos libres’ creado específicamente para el emblemático espacio donde el público vivirá “una verdadera experiencia visual y sonora” hasta el domingo

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La bailaora y coreógrafa María Moreno, en 'el pescao' del Mercado Central de Cádiz donde desarrollará su próximo 'Verso libre'. / Jesús Marín

Cádiz/Cada vez que me cito con María Moreno, o al menos así me lo dibuja el pensamiento, esta mujer pequeña que se vuelve gigante en el escenario siempre anda portando con unas grandes bolsas que maneja con la misma soltura y naturalidad con la que suele mover los mantones y las batas de cola. Fantaseo, lo confieso, que es de esos grandes macutos de donde saca sus mil y una ideas, arremolinadas junto a las llaves de sus recuerdos, el teléfono que la conecta con el futuro y, por un poner, unas gafas de sol que le permiten no cegarse cuando mira a los éxitos del presente. “Mira, yo ahora me voy a bailar el Mercado como me da la gana, y eso es un lujazo. Lo voy a hacer en una programación en la que tenía muchísimas ganas de estar, que es el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, de mi ciudad, y durante varios días. Hacer lo que una quiere, trabajar donde una quiere y hacerlo a tu ritmo, a tu manera... Ojalá siempre puede hacer eso, ojalá siempre me vaya así, ese sería mi sueño”, resume rebuscando en una de sus grandes bolsas para sacarme –mi imaginación vuela– uno de sus versos libres, el Verso libre que ha creado específicamente para el FIT 2023 y que estrena esta noche en el Mercado Central (vulgo la Plaza) donde se la podrá ver hasta el domingo en dos pases cada día.

–Los ‘versos libres’ es el laboratorio en los que usted trabaja permanentemente pero hábleme de cómo encaja ahí esta pieza creada especialmente para hacerla en el Mercado.

–Efectivamente, ya he hecho varios versos libres en otro tipo de programaciones y espacios, pero se me dio la oportunidad de estar en el FIT, que para mí es una maravilla porque tenía muchas ganas de estar aquí, y, a raíz de que el año pasado hice el pregón de los Tosantos pues me enamoré del Mercado y pensé que sería el sitio idóneo para desarrollar un verso libre en el Mercado y que esa fuera la pieza para el FIT. Así que es una producción creada, tanto técnica como coreográficamente, solo para este espacio, para sacarle provecho a este espacio y mimetizarnos con él.

–La Plaza es un sitio vivo, dinámico, digamos que es el corazón de Cádiz, late continuamente, ¿no ha sido complicado crear la pieza en este sitio?, ¿cómo ha trabajado previamente al estreno?

–No te voy a mentir, ha sido bastante complicado, sobre todo, técnicamente porque, como bien dices, el Mercado nunca para. Así que nosotros hemos entrado durante toda esta semana sobre las cinco-seis de la tarde y ni te digo a la hora a la que hemos estado saliendo... Y, bueno, recién entrados tampoco podemos hacer nada porque a esa hora está todavía recién limpio, mojado, y con las gaviotas a tope, así que siempre hay que esperar un poco. Sí, ha sido difícil y, por ello, tengo que agradecer tanto a los técnicos del FIT como a los de mi equipo porque han hecho una labor increíble, la labor de montar, para poder ensayar, y volver a desmontar absolutamente todo cada día, porque el Mercado a las 7 de la mañana está otra vez vivo. Pero ha sido una cosa maravillosa poder disponer del espacio una semana entera porque nos ha dado tiempo de conocerlo bien, poder pensar, poder digerir bien las ideas y poder sacarle bastante partido al sitio.

–¿Con qué se va a encontrar el público?

–Pues con una experiencia visual y sonora. Para mí el objetivo de este Verso libre es sacarle el sonido al Mercado y bailármelo, bailarme sus rincones y devolver lo que a mí me inspira el Mercado cuando lo veo vivo. Y para poder conseguirlo cuento con Silencio Sonoro, que es una empresa que se dedica a crear experiencias sonoras. Por ello, llevaremos unos cascos inalámbricos puestos que son los que permiten que la gente pueda mantener un recorrido por el Mercado. Y no los utilizo porque yo diga, “guauu, qué súpermoderno”, sino porque es lo que me permite hacer flamenco en espacios en los que técnicamente, por la acústica, no podría hacerlo.

–Entonces, ¿los lleva el público y usted?, ¿y a la hora de bailar, no le coarta el movimiento?

–Todos los llevamos, sí, compartimos la experiencia. Aquí tienes que entrar con los cascos puestos. Y la verdad que funciona muy bien. Me invitaron a bailar, por ejemplo, en el Museo de Arte Contemporáneo de Valladolid, a hacer un recorrido, los usamos y fue estupendo. Yo bailo sabiendo que tengo los cascos puestos, no me coartan sino que me llevan a otro sitio... Jugamos mucho con sus posibilidades. Con que el público pueda escuchar y no ver, o ver y escuchar otra cosa... Estoy sumergida en otra historia donde los cascos son esenciales. No es llevar un vestido que te incomoda, no, es que los cascos los necesito para expresar lo que quiero contar.

–¿Utiliza todo el Mercado, una parte...? No sé, me lo imagino en ‘el pescao’

–Así es, en lo más complicado me he metido, en el pescao, porque hacerlo por el pasillo de fuera es más como bailar en una plazoleta, al fin y al cabo. Además, es que en el pescao entras y el olfato te mete ya en situación...

–¿Habrá algo de música en directo o todo suena a través de los auriculares?

–Llevo a dos músicos en directo, a Raúl Cantizano, haciendo el espacio sonoro, y a Eduardo Trassierra, a la guitarra, y luego tenemos la colaboración especial de Perrate, que no estará en presencia, pero sí en los cascos.

–Y la veremos bailar por...

–Es que este tipo de experiencia son muy abiertas. A ver, tenemos cosas cerradas pero es que el público es el cincuenta por ciento. Yo necesito que el público colabore, que la gente entienda que esto es una performance en un espacio no convencional, que no piensen que vas a entrar y se van a quedar estáticos como en recitales más al uso míos. La gente tiene que saber que está entrando en el FIT no en una programación tradicional de flamenco. Eso es primordial. Y la actitud del público en este tipo de experiencias me condiciona mucho. Hay públicos que se quedan más distantes, públicos que te comen, que incluso tú tienes que poner la barrera porque la gente se te echa encima, y es normal, porque al ponerte los cascos es que pierdes capas. Y siendo Cádiz, no sé lo que puede pasar... Así que sí, bailo, bailo cosas... Pero hay otras que dejo al azar, a ver por dónde me van tirando...

–¿Y cómo se siente, María, volviendo a bailar en Cádiz y en este lugar tan gaditano?

–Feliz por poder realizar las cosas que quieres hacer, donde las quieres hacer y con quien quieres hacerlas pero es que, además, el Mercado, como mostré en aquel pregón, tiene mucho sentido conmigo. Mi abuela trabajó limpiando aquí durante más de dos décadas, mis tías también, y ahora vuelvo yo al Mercado, otra generación, pero de otra forma, casi como un reflejo del cambio social que, afortunadamente, ha vivido la mujer. Vuelve al mercado la saga familiar pero desde otro punto. Yo voy al Mercado con un pedazo equipo que lidero y para bailármelo como me dé la gana.

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