María Moreno: "Parece que hay gente a la que le cuesta no verme con la bata de cola puesta"

Espectáculo Gran Teatro Falla de Cádiz

Tras su reciente estreno en la Bienal de Sevilla, ’ o../o../.o/o./o (soleá)’, el último espectáculo de la artista gaditana, comienza su gira este martes 1 de noviembre en el Gran Teatro Falla

María Moreno inaugura el VII Festival Patrimonio Flamenco

La bailaora y coreógrafa gaditana María Moreno en la hemeroteca de 'Diario de Cádiz'.
La bailaora y coreógrafa gaditana María Moreno en la hemeroteca de 'Diario de Cádiz'. / Julio González

Cádiz/María Moreno es una mujer sin artificios, por tanto, tampoco hay lugar para el postizo en su trabajo como creadora. María Moreno –dos premios Giraldillo, un premio en Jerez, dos nominaciones a los Max...– habla natural, sin esas palabras tan importantes como vacías, sino con términos tan cotidianos como clarificadores. Por eso su discurso fluye libre. El que pronuncia hablando con Diario de Cádiz y el que cuenta bailando encima de un escenario. El que surge de la escucha “honesta” de su cuerpo al que se mantiene leal aunque ello signifique rasgar las vestiduras que los demás le hemos colgado. Porque eso es lo que ha hecho la bailaora y coreógrafa gaditana con su último espectáculo, como se pudo ver en su estreno en la Bienal de Sevilla y como se podrá comprobar este 1 de noviembre en el Gran Teatro Falla en el que será el inicio de la gira de este o../o../.o/o./o (soleá). Porque de eso trata el arte, de escucharse, de trabajar y de revelar una verdad.

–’ o../o../.o/o./o’. Esto no se lee, esto se toca, ¿por qué?

–Desde el principio sabíamos que el espectáculo iba en torno a una sola soleá, así que, todavía sin bautizar, para referirnos a él, decíamos Soleá. Pero un día Rafa (Villalobos), que siempre le da mil vueltas a todo, me propuso jugar un poco con el título y ,como él viene del mundo de la música clásica, de la partitura, y con el objetivo también de jugar gráficamente con el rótulo, me propuso titular con el compás de una soleá en la partitura. A mí al principio me pareció un poco loco pero luego me gustó mucho, me pasó igual que con More (no) more. Eso sí, le dejamos entre paréntesis lo de soleá para que la gente .

–Por cierto, hablando de ‘More (no) More’, repite el triunvirato que forman usted, Villalobos en la dirección escénica y Palomo Spain en el vestuario. ¿Tenía claro que iban a volver a colaborar

–Sí, desde que empecé a trabajar en More (no) More lo sabía porque, aunque estábamos en ese proyecto, no paraban de surgir otras ideas que no cabían ahí. Y a mí eso me encanta, trabajar con personas que constantemente están activas. Incluso en el mismo More (no) More íbamos girando y Rafa también tiene esa inquietud escénica de ir cambiando cosas. Sabía que teníamos muchas cosas que plasmar, y todavía nos quedan muchas más. Lo que sí que añadí al equipo a Pablo Martín Caminero (dirección musical) con el que nunca había trabajado y tenía muchas ganas. Y, bueno, Palomo me tiene cogida la medida hasta el punto de que tiene un maniquí con mi cuerpo (ríe). Este vestuario es que ha sido un poco complejo y tuvo que hacer un maniquí con las mismas medidas que las mías. Me tiene retratada.

–¿Cuándo surge la idea de trabajar sobre una soleá?

–La idea surgió en una entrevista que me hicieron a raíz del Giraldillo al Momento Mágico. Me preguntaron si me molestaba que la gente me resaltara tanto la soleá cuando realmente se trabaja en un proyecto de más de una hora. No sólo contesté que no sino que me había saltado la chispa de la idea del próximo espectáculo. Y eso hice, pararme ahí, en la soleá para ver si podía hacer algo más de lo que había estado haciendo hasta entonces. Pero tranquilamente, ¿sabes?, tampoco se lo conté a mucha gente, sino que empecé a hacer una investigación en modo personal, trabajando siempre sobre la soleá y viendo qué ocurría.

–¿Y qué ocurrió?

–Pues lo primero que empecé a darme cuenta que el flamenco es realmente súper rico porque te juntas con artistas y cada uno lo ve de una manera, lo siente de una manera. Porque eso hice, empecé a trabajar en modo working progress solamente soleares con diferentes artistas que me encantaban e, incluso, que yo sabía que no iban a terminar en el proyecto, pero se hablaba así de una manera clara, y sin problema. Y ahí me di cuenta de verdad que con un solo palo podía hacer un espectáculo. De hecho, la primera vez que hice una prueba fue en el Festival de Itálica y lo hice con cuatro artistas: Carmen Ledesma, la Tremendita, Requena y Pepe de Pura. Me hice cuatro soleares que eran súper dispares entre ellas. Y ahí ya empecé a cerrar objetivos. Y luego me he hecho tres working progress más y eso me ha dado seguridad a la hora de acotar, seguridad también para cambiar el equipo de músicos y me ha dado inspiración de otros artistas. Es muy generoso por parte de ellos.

–Lo que era difícil era parar, ¿no?

–¡Claro! Es que te puedes parar en tantas cosas... Mira, diferentes escenas que trabajamos: te puedes parar en la búsqueda del tono de la guitarra, porque el tono te lleva a un sitio o a otro, esa es una de las piezas musicales que hay, una pieza de soleá que va pasando por todos los tonos. Luego los textos de las letras, eso es otro mundo y micromundos... La dictadura del compás, cómo está ahí ese compás de 12, que no te puedes salir y cómo te lo empiezan a enseñar y luego, cuando lo entiendes, cómo quieres olvidarte de los números... Es que te puedes parar en veinte mil cosas... Cerré por las buenas porque si no veía que no lo iba a acotar nunca. Vamos, ya si te metes en los estilos de la soleá... El debate de si la caña es soleá o no es soleá... En fin, que es increíble el flamenco, ¡qué maravilla de riqueza!

La artista gaditana María Moreno.
La artista gaditana María Moreno. / Julio González

–¿Cuál ha sido el gran reto de esta propuesta?

–Pues, aunque como te he dicho la soleá tiene muchos micromundos, el gran reto era hacer un espectáculo de un solo palo. Eso es algo muy complejo. Nosotros sabemos que es una soleá e, incluso, si yo me miro como espectadora, me daría morbo saber cómo una artista va a llevar a cabo un espectáculo sólo con una soleá. Pero también era consciente desde el principio que iba a llevar este espectáculo a teatros donde la gente no sabe que es una sola soleá, donde no cuentan con ese reto. Entonces tienes que mirar la obra desde todos los prismas. Y luego el año y medio que me he pegado con la soléa... (ríe) A veces en un espectáculo llegas a un punto que te encajas en un sitio y tienes la posibildiad de airearte en otro palo, por ejemplo, pero aquí pues no había salida (ríe) Ha sido complejo pero eso misma complejidad me seguía retando más. Me decía, me niego a salirme de la soleá, me niego a salirme de escena, ya empezaba a verlo circular... En esta ocasión, no digo que ya a partir de ahora sea así siempre, no quería apoyarme en la bata de cola, ni en el mantón... Y no por nada, son complementos que adoro, pero ahora mismo no me apetecía, sabía que lo podía hacer de cara a ganarme el público, pero ahora no me apetecía y he sido totalmente leal a lo que el cuerpo me pedía. Es más, para decirte toda la verdad, cuando me he quedado encajada he dicho, ¿saco la bata y el mantón?, pero después recapacitaba y me recordaba que ese no era el reto, que eso no cabe en este espectáculo. Me he dicho muchas veces, sigue adelante y sigue buscándote. He trabajado muchísimo porque no me he apoyado en ningún sujeto fácil.

–¿Y cómo piensa que ha recibido todo esto el público en su estreno?

–Yo creo que el estreno en la Bienal salió muy bien, hemos tenido una acogida muy buena, fue un estreno muy bonito para mí, sobre todo, porque fueron a verme muchísimos compañeros. Compañeros, incluso, que no es normal verlos en el patio de butacas. Así que para mí ese es el gran premio, que un compañero que yo admire, vaya al teatro a verme, pues para mí es señal que voy por buen camino, incluso más que si el público se pone en pie. Luego, también entiendo que es un espectáculo más complejo así que veo normal que haya diversidad de opiniones pero yo no puedo dejar que me encorseten en el cliché que el público tiene del flamenco. Si yo voy aquí, por Cádiz, y me dicen ¿sacarás la bata de cola, no?, ya casi como una imposición... En fin, creo que el espectáculo cayó como una bomba y, a veces, eso salpica pero yo era muy consciente porque parece que hay gente a la que le cuesta trabajo no verme con la bata de cola puesta, o que no me la ponga parece que les duele. Con todo, te digo que hemos tenido críticas maravillosas y, en resumen, el espectáculo no deja indiferente a nadie, eso, seguro.

–Es curioso que en esta Bienal (por cierto, tan polémica) parece que varias mujeres habéis reivindicado vuestro derecho a mutar y a investigar más allá de las expectativas que el público pudiera tener sobre vosotras. ¿Cómo lee usted esta coincidencia?, ¿qué le está ocurriendo a la mujer en el baile?

–Lo que está ocurriendo con la mujer en el baile es lo que está ocurriendo con la mujer en la sociedad. La mujer ha alzado la voz y ha dicho voy a por todas, que es lo que hay que hacer. Hay menos miedo a buscarse. En mi caso, si no hubiera hecho esto, me quedo toda mi vida con la bata de cola y mantón, que sé que siempre va a funcionar. Y con la Bienal, sinceramente, no estoy yo muy de acuerdo con cómo la ha tratado la prensa. He leído cosas sobre compañeras que me parecen... A ver, que el flamenco ha cambiado, pero la prensa también... He leído palabras como bodrio, ridículo, pestiño con abanico... Cosas que me parecen totalmente fuera de lugar. Yo creo que el artista tiene que ser libre y nadie es nadie para decirle a una persona lo que tiene que hacer. Te puede no gustar una propuesta, claro, pero no faltar el respeto, ni cruzar ciertas líneas, creo... Es que todo lo que ha ocurrido en la Bienal lo he vivido como un claro reflejo de lo que está pasando en la sociedad, con nosotras, las mujeres, pero también en el periodismo. El periodismo está cambiando y he sentido como una guerra por parte de los periodistas y creo que es porque no están encajando este cambio en los canales de información que hay. Al final, la lástima, es que esa guerra periodística se ha llevado el protagonismo.

–¿Pero corre peligro el flamenco tradicional?

–Eso es mentira, no se ha perdido, ni se va a perder. Por mi parte, yo lo digo, cómo lo voy a perder si yo con 4 años bailaba una soleá cuando no sabía ni lo que era una soleá. Eso yo lo llevo interno, eso no lo puedo perder. Yo puedo trabajar otras cosas, pero yo eso no lo puedo perder porque a mí eso no me lo enseñó nadie, realmente. Eso ha sido porque yo me criado aquí y me he rodeado de nuestras cosas. A ver, a mí me encanta el jamón, pero no lo como todos los días. Hay un momento que digo, pues hoy voy a comer salchichón. Y eso lo tienen que entender. Yo no puedo salir igual toda la vida porque sería una mentira. Tú tienes que escuchar a tu cuerpo y entenderlo. Y yo estoy muy contenta porque estoy siendo muy fiel a mí misma. En More (no) more, por ejemplo, que ya había surgido toda esta corriente de propuestas contemporáneas, a mí, sin embargo, no me apetecía, yo no quería contar ninguna historia, yo quería bailar, porque acababa de salir de una pandemia y el espectáculo es claro reflejo de ese momento mío: no paro, voy corriendo, ahora salgo con una bata de cola, ahora con un cajón, ahora con los palillos... Estaba loca por bailar después de haber estado encerrada. Era ansiedad por bailar y eso era ese espectáculo, baile, sin más, no había más trasfondo, no había más nada, siempre lo dije, no busquéis porque no hay nada más. Pero ahora estoy en otro momento, más tranquila, de búsqueda con otros artistas, de investigación interna. Si hiciera ahora mismo otra cosa hubiera sido mentira. ¿Y sabes qué pasa y me da pena? Que cuando pasamos España para arriba, culturalmente, hay otro universo y la gente acoge las propuestas con otro cariño que aquí no se está haciendo.

–Decía antes un cambio de los músicos del equipo. Cuénteme.

–Sí, en la guitarra está Eduardo Trassierra, que es un músico maravilloso. Eduardo es un mago. Tú le dices “Edu, que quiero hacer el sonido de estas gafas”, y al día siguiente te lo trae. Es una maravilla. A la percusión viene Manu Masaedo, un percusionista que yo digo de Madrid pero es entre argentino y granaíno. Al cante, Ángeles Toledano, que a mí me parece una cantaora, como su nombre, un ángel. Cada vez que la conozco más, lo pienso, esta cantaora va a dar que hablar muchísimo. Tiene una personalidad fuerte, con esa mezcla tan natural en ella que representa tan fielmente la mujer hoy en el flamenco, vamos, que la ves por la calle y no dirías que es cantaora y luego canta dos letras por soleá y me ha hecho llorar igual que me ha hecho llorar Enrique el Extremeño. Y siempre dejo para el último a Raúl Cantizano, que ha sido un gran descubrimiento, yo se lo digo a él, que está un poco en el lado oscuro del flamenco, ahí con Niño de Elche, pero es un pedazo de guitarrista tradicional. Raúl es el encargado de la zanfona y del espacio sonoro y me ha encantado descubrirlo por eso mismo, porque yo misma le había puesto esa etiqueta. Y al final todos somos mucho más y cuando cada persona trabaja con otra pues fluyes de otra manera y cambian las dinámicas. Así, una de las cosas que he aprendido con este viaje es que no se puede juzgar a los artistas cuando los ves solo en un proyecto. He aprendido muchas cosas... Te puedo decir que es el proyecto que, creándolo, más he disfrutado, porque todos ellos son tan músicos, además de flamencos, hemos debatido muchísimo, hemos aprendido, hemos creado muy en conjunto.

–Con todo esto que hemos hablado, ¿qué le pide al público que vaya a verla hoy al Falla?

–Le digo que venga a disfrutarlo, que venga sin etiquetas y que venga a descubrir el momento en el que estoy ahora artísticamente, que tengo la suerte de traer aquí todas mis producciones, y ahora van a conocer el momento en el que estoy y con los compañeros con los que me estoy rodeando. Les digo que espero que disfruten de esta sola soleá que es un viaje por la soleá parando en varias estaciones. Y que, aunque sea un solo palo, no va a faltar esa personalidad mía o esas personalidades porque vamos a pasar, como la propia soleá, por muchos estados.

–Cádiz, ¿y qué más?

–Pues contentísima de empezar la gira en Cádiz y luego seguir en la Bienal de Holanda; Barcelona, que me hace mucha ilusión porque es un sitio muy difícil de entrar; Festival de Jerez; volvemos a Sevilla en verano en una sorpresa súper guay que tengo; Francia... Bueno, no está mal para no tener todavía ni el teaser, ¿no? (ríe) Y eso ha sido otro de los grandes cambios que he notado a nivel artístico, que la gente ya me programa un espectáculo sin verlo. Eso para mí es un claro compromiso y una apuesta por mí que me ha dejado trabajar, no sólo muy orgullosa, sino muy tranquila. Lo que esté haciendo María, lo queremos, ese es otro de los premios grandes de la profesión y esa sensación de haber dado un salto que, bueno, creo que viene a revalidar el trabajo hecho.

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