Monumental Mariana

Inauguración de la estatua en la plaza de la Merced

Cinco años después de su muerte, por fin se inaugura la escultura dedicada a la cantaora Mariana Cornejo

Artistas, amigos y vecinos llenaron la plaza de la Merced durante el descubrimiento de la pieza

Un momento del acto inaugural de la escultura dedicada a Mariana Cornejo en la plaza de la Merced.
Un momento del acto inaugural de la escultura dedicada a Mariana Cornejo en la plaza de la Merced. / Julio González

Cádiz/“Si en vez de bronce, esta estatua estuviera hecha con el amor y el cariño que le han tenido las personas que la conocieron, les aseguro que no cabría en esta plaza”. Conteniendo la emoción, venciendo a ese nudo que se encaja entre el corazón y la garganta, en el sitio justo que deja quien se quiere y se va, Meli Agulló se planta frente a la efigie de su madre, la inolvidable Mariana Cornejo, y se vacía en agradecimientos.

Se nos antoja que esta Mariana monumental, metro ochenta y cinco de Mariana, refrenda las palabras de su hija con esa perenne sonrisa suya que desde ayer quedará por siempre inmortalizada en bronce en una plaza de la Merced extrañamente llenita de vida. Y es que nadie, nadie de la familia flamenca gaditana, se quiso perder la inauguración de una escultura que, por fin, se sube al pedestal que le corresponde cinco años después de la muerte de la cantaora que con más alegría paseó a Cádiz por España.

“Como tan bien supo plasmar Antonio Murciano ella fue ¡cantaora de Cádiz y cantaora de España, y eso es lo que hay, tome usted castaña!”. Se agolpan los oles y los aplausos cuando Meli, que unos minutos antes abrazaba emocionadísima al veterano poeta arcense, grita a los cuatro vientos aquella proclama cuajada de sal con la que su madre levantaba de la silla hasta al más malaje.

Meli Agulló, hija de Mariana Cornejo, durante su intervención en la inauguración de la escultura dedicada a su madre.
Meli Agulló, hija de Mariana Cornejo, durante su intervención en la inauguración de la escultura dedicada a su madre. / Julio González

Porque Antonio Murciano, cargado con sus años, su sapiencia y su gusto, no podía faltar a la cita con esta Mariana para la posteridad como tampoco “David Palomar, Anabel Rivera, Joaquín de Sola, Encarna Anillo, Diego Montoya...”, artistas que, en palabras de la hija de la intérprete fallecida el 6 de noviembre de 2013, “llevan la esencia y un trocito de Mariana en cada uno de ellos”. Los artistas, amigos y compañeros: Felipe Scapachini, Carmen de la Jara, Pepín Muñoz, su inseparable Luci Vera, Emilio Florido, Joaquín Linera, Reyes Martín, Yona Luna, Juan José Alba, el músico Antonio Romera Chipi, el carnavalero Selu García Cossío, los presidentes de las peñas flamencas, de la Cátedra de Flamencología, políticos del nuevo y el antiguo equipo de Gobierno (para los dos tuvo Meli palabras de agradecimiento) y los anónimos, los vecinos, los admiradores, los curiosos..., todos, quisieron constatar con su presencia en este acto de inauguración lo que ya sabíamos incluso en vida de la homenajeada, que Mariana ha sido, y es, con todo merecimiento, una de las artistas más queridas de la ciudad de Cádiz.

Querida y admirada sobre el escenario, amada, amadísima, en casa. “A mi abuela le hubiera hecho mucha ilusión tener su estatua y a mí también me la hace porque también para que la gente que no la conozca, y también cuando yo no esté, mis descendientes vean que mi abuela era una persona importante y única y yo he tenido la suerte de tenerla como abuela”. Corazón de piedra, más pesado que los 300 kilos que tiene la estatua, el que no se conmocionara ante las palabras del pequeño Diego Pérez Agulló que toma el micro antes que su madre e inmediatamente después de que Meli y el autor de la pieza, José Antonio Barberá, descubrieran la obra oculta por un lienzo rojo. Un lienzo que, sin embargo, no cubrió la escultura en su traslado hacia la Merced con lo que, en plena era de la comunicación y la inmediatez, hay quien tuvo en su móvil la imagen de la estatua de Mariana antes de que la tela cayera... Una lástima.

Una imagen de la exposición de Joaquín Hernández 'Kiki' en el exterior del centro flamenco de la Merced.
Una imagen de la exposición de Joaquín Hernández 'Kiki' en el exterior del centro flamenco de la Merced. / Julio González

Aunque, ¿a quién le preocupa el misterio cuando de una celebración de la alegría se trata? Porque, ni más ni menos, en eso consistió el acto inaugural de la escultura dedicada a Mariana Cornejo, en un acto de agradecimiento, de amor y de alegría. La que se desprende de su voz concentrada en aquel disco, Tela marinera, que suena minutos antes de que la coordinadora del centro flamenco de la Merced, Carolina González, de la bienvenida a los presentes. La que inmortaliza Joaquín Hernández Kiki en las 35 fotografías que se exhiben en las paredes exteriores del centro y que nos retrotraen a la noche del 4 de junio de 2015 cuando en el Gran Teatro Falla se juntaron buena parte de los artistas que ayer estuvieron en la plaza de la Merced para dar forma a un homenaje que tuvo como fin recaudar fondos para la realización de la escultura que hoy es una realidad (aunque, finalmente, también ha sido patrocinada por Cemabasa). Agradecimiento, alegría y amor que se destilaban en cada conversación donde sobrevolaba un nombre propio: Mariana, Marianita.

Frente a ella, frente a la Mariana monumental, en dos tonos de bronce toda ella forjada al fuego, una fila espontánea comienza a formarse al concluir el acto oficial. Y es que antes de pasar al interior del centro a brindar por la memoria de la nieta de Canalejas de Puerto Real, no son pocos los gaditanos que quieren llevarse una fotografía con la escultura en la que Barberá ha estado trabajando “durante cuatro meses”.

El escultor reconoce que “ha sido un trabajo complicado e intenso” basado “en el estudio de muchísimas fotografías y vídeos” de una cantaora “con mucha expresividad y vida”, con lo que “captar su esencia” no ha sido tarea fácil. “Como en todos mis trabajos –Barberá es autor de las estatuas de Chano Lobato y Conchita Aranda que también se pueden ver en la plaza– intento transmitir movimiento, que la escultura esté viva”.

Y si en algún lugar del rostro de Mariana se concentrara esa vida, pocos pueden contradecirme si apuntamos a su sonrisa. En ella ha trabajado, “especialmente y con la ayuda de la familia de la artista”, el escultor que no oculta “la complicación” de reflejar el gran signo de distinción de Mariana Cornejo. ¿El resultado? Ustedes mismos juzguen, en una esquinita de la Merced, allí les espera el monumento a una monumental persona.

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