Muere Conchita de 'Los Gitanillos de Cádiz'
Flamenco
La gran bailaora gaditana ha fallecido este miércoles en el Hospital San Carlos a los 88 años de edad
Cádiz/Concha Aranda agarraba la raíz de la coleta en la que recogía su abundante melena y la hacía dar vueltas y vueltas; era la salida de su bulería, a veces, su entrada; un sello personal que paseó por escenarios de medio mundo cuando el mundo era grande, difícil y sólo al alcance de unos pocos. Concha Aranda, toda cabello azabache, toda ojos, en pantalones como Carmen Amaya o en bata de cola como domando todo el mar de su tierra, lo bailó y se lo puso por montera siendo la gran estrella del trío Los Gitanillos de Cádiz, que compartía con su marido Alfonso Bendito del Valle y José Vargas CascarillaCascarilla. Un trío, hoy 9 de septiembre, definitivamente desaparecido con la muerte de la gran bailaora gaditana que ha dejado este mundo que tan bien conoció a la edad de 88 años en el Hospital San Carlos debido a un fallo multiorgánico.
Su único hijo, Alfonso del Valle, ha querido agradecer la labor del facultativo José Gonzo Aparicio Oliver que estos últimos días ha tratado a la artista en el hospital isleño donde estaba ingresada tras ser trasladada desde el Puerta del Mar tras encontrarse mal en su domicilio, en el gaditano Campo del Sur, en el que se había retirado de la vida pública prácticamente desde que su marido Bendito, fallecido en 2018, sufrió una caída tras la que empezó a deteriorarse su estado de salud.
Pero antes de que todos estos achaques se cruzaran en su camino, pocos gaditanos no conocían desde lejos el perfil de esta pareja menuda e inseparable cuyos destinos se cruzaron de manera definitiva en Barcelona, donde ambos coincidieron buscando la vida del artista, a pesar de que se conocían desde niños en el barrio de Santa María, él, de Mesón, ella, de la calle Yedra aunque criada en Público.
Allí, en el corazón del barrio, donde siempre vivirá tras la inauguración de su efigie en octubre de 2011 en la plaza de la Merced, Conchita (Cádiz, 1931) se sintió atraída a muy temprana edad por el baile, incluso fue alumna, durante un corto periodo de tiempo, de esa figura no lo suficientemente reconocida en la ciudad como fue El Aceitunero, profesor de profesores.
Hija de Fermín Aranda y Concepción Fosa, encontraría en sus abuelos paternos antecedentes artísticos en el mundo del teatro pues era nieta de Antonia Trespalacios 'La Canónica' y del apuntador teatral Manuel Aranda, sin embargo, fue en las fiestas en la casa de su vecino, el guitarrista Eloy Blanco, donde se despertaría su amor por el flamenco.
En 1946, sólo con 15 años de edad, partió Conchita a Barcelona con el grupo Los Chavalillos de España y allí es donde se reecontraría con Bendito con quien se casaría en Cádiz, en la iglesia de la Merced, en 1951.
Dos años más tarde, junto con Cascarilla, al que conocian también del barrio, formaron el grupo Los Gitanillos de Cádiz donde volvieron a conquistar Barcelona y hasta París, donde fueron para 3 meses y se quedaron 14 años.
Francia pero también Holanda, país que recorrieron durante tres meses en los años 60 junto con la bailarina cantante y actriz Josefine Becker, la Venus de bronce, y con el guitarrista clásico Narciso Yepes; México, junto a Manolo Caracol, Argentina, dos años de gira en Australia... En definitiva, 17 años de Gitanillos de Cádiz donde el baile de Conchita Aranda despuntaba por su elegancia, maestría y gracia. Diecisiete años llevando el nombre de su ciudad por los cinco continentes que le valió al trío para recoger reconocimientos en su tierra como la Medalla de Plata de la provincia, Hijos Predilectos de la ciudad y una calle que se inauguró en 1997.
El último de esos detalles de Cádiz con la artista fue la inauguración de la estatua que recrea su figura en bata de cola y que está situada junto al Centro Flamenco de la Merced junto a otras dos grandes estrellas del flamenco gaditano, Chano Lobato y Mariana Cornejo. "Creo que esto es muy grande. Voy a estar ahí siempre", diría aquel octubre de hace 9 años Conchita, posiblemente, la última vez que se la vio bailar en público. Lo hizo rodeada de amigos y de su ejército de alumnas de varias generaciones, porque fue Conchita también una gran maestra de maestras, a las que enseñaba desde su regreso a Cádiz en 1974 en academias en El Cantábrico y en las peñas Canalejas, de Puerto Real, y La Amistad, La Perla de Cádiz y Juanito Villar.
Y bailó Conchita aquel 5 de octubre, bailó al filo de los 80 años y como si el tiempo no pasara; bailó con sus manos como palomas, con sus ojos encendidos, con sus pies sabios en las artes del punta y tacón, y con su pelo, ¡qué pelo!, girando una y mil veces en la salida de la bulería.
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