Nueva versión de la obra de Haydn
Crítica de música
Primer concierto del ciclo Manuel de Falla, con los solistas de la Coral de la UCA y de la Orquesta Álvarez Beigbeder
Muchas son las versiones que existen de la obra de Franz Joseph Haydn Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz. Desde la inicial compuesta para orquesta, a la reducción para piano, pasando por la más popular que es la de cuarteto de cuerdas (dos violines, viola y cello). A estas versiones se suman las de coro y piano del propio Haydn, y más modernamente las versiones para voz y cuarteto de cuerdas. Incluso hay una versión del maestro Barbieri, que pudimos escuchar en la Santa Cueva, cuando se rescató del olvido en 2018, y que amplía el cuarteto de cuerdas con una flauta travesera.
Ficha
Intérpretes: Solistas de la Coral de la Universidad de Cádiz y Orquesta Álvarez Beigbeder. Obra: Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz, de F. J. Haydn. Adaptación libre para cuarteto de cuerdas y solistas. Violín: Collete Bibaud, Jaime Calderón. Viola: Inmaculada Arjonilla. Violonchelo: J. M. Rodríguez Palacios. Soprano: Leticia Rodríguez. Contralto: María Oguetta. Tenor: J. M. Pérez Madueño. Bajo: Andrés Merino. Lugar: Teatro de la Tía Norica. Fecha: Lunes, 3 de febrero. Aforo: 80%.
Conocida es la historia de esta composición de Haydn, que se ha convertido con el transcurso de los siglos en una de las más admiradas piezas del compositor austriaco. Y en Cádiz, el conocimiento de la historia de esta pieza musical debería formar parte de la enseñanza obligatoria en los colegios, pues forma parte del patrimonio musical gaditano, si tenemos en cuenta que Haydn la escribió ex-profeso para la ciudad, por encargo del cura Santamaría en el siglo XVIII.
Vaya por delante que cualquier iniciativa en el sentido de mantener la tradición de escuchar esta genial obra en Cádiz contará siempre con mi aplauso, y espero que con el de muchos también. Por eso celebro esta iniciativa de la Coral de la Universidad de Cádiz, que, con su director al frente, Juan Manuel Pérez Madueño, han trabajado conjuntamente con la Orquesta Álvarez Beigbeder de Jerez, para poner en escena esta versión libre para cuarteto de voces y cuarteto de cuerdas de Las siete últimas palabras.
La versión que interpretaron en el Teatro de la Tía Norica está cantada por una soprano, una contralto, un tenor y un bajo, y la línea de canto se superpone a la musical, en las siete sonatas que componen el cuerpo de la obra, más las dos más, que en realidad son la introducción y el Terremoto final. Al contrario que en la versión de cuarteto de cuerdas solamente, no hay lectura, ni reflexiones entre las sonatas, en esta versión que escuchamos en el teatro del Títere.
A Leticia Rodríguez y a María Ogueta, la soprano y contralto que cantaron el pasado lunes, tuvimos la ocasión de verlas cantar también en el Teatro Villamarta de Jerez hace escasos días interpretando a dos de las tres damas de ópera La flauta mágica de Mozart. Estuvieron muy bien en la interpretación de esta versión de Las siete últimas palabras, y en mi opinión, la versión le brinda la posibilidad a la soprano de tener un especial lucimiento, lo cual aprovechó bien Leticia Rodríguez. Pérez Madueño y Andrés Merino estuvieron a la altura, compensando el lado masculino de la interpretación.
Por su parte, los solistas de la Orquesta Álvarez Beigbeder abordaron dignamente un trabajo complicado, no solamente por la dificultad técnica que conlleva su interpretación, sino porque los referentes de la misma para cuarteto de cuerdas son de interpretaciones con una acústica mucho más adecuada que la del Teatro del Títere, que castiga bastante, por su sequedad, el trabajo de los instrumentistas. Es evidente que no es lo mismo escuchar Las siete últimas palabras en la Santa Cueva, en Cuaresma, que en este teatro.
Pero, y lo digo en apoyo de iniciativas como la de la coral de la UCA y la Álvarez Beigbéder, creo de verdad que la ciudad de Cádiz debería plantearse seriamente, como atractivo turístico y cultural, el poder ofrecer con facilidad y regularidad durante todo el año, en alguno de sus varios espacios escénicos, ya sean religiosos o civiles, esta inmortal obra de Haydn y tan gaditana. Cádiz se lo merece, y los que la visitan también.
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