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Pepe Cano en estado puro

12 de noviembre 2013 - 05:00

El nombre de Pepe Cano lleva más de dos décadas sonando con fuerza en la pintura de la provincia de Cádiz. Él fue siempre uno de los artistas leales al universo Manolo Alés, aquel que nació en La Línea para bien de un arte que el recordado Manolo dio trascendencia y aportó proyección y entusiasmo. Pepe Cano se fue haciendo muy grande como pintor a la vera de Manolo y, ya sin él, continúa asumiendo una entidad creativa cercana a la que el maestro propugnaba. Ahora vuelve, de nuevo, a su espacio expositivo natural, aquel que Manolo Alés creó, dio entidad y, en estos momentos, sigue manteniendo sus constantes vitales - a pesar de la triste economía determinante que abotarga y desanima - gracias a Macarena Alés.

Pepe Cano es un pintor gozoso; se entusiasma con lo que hace y goza con cada una de las acciones que plantea. Después de mucho tiempo emocionándonos con esa pintura que relataba historias de imposibles o que nos ofrecía esa particular visión de una sociedad distinta pero cercana protagonizada por esos personajes únicos que bien pudiéramos decir a lo Pepe Cano, ahora el artista linense se enfrasca en un personalísimo, festivo e inquietante juego pictórico recreando una galería de festivas imágenes de personas, más a lo Pepe Cano que nunca.

Jugando con las formas, con los elementos pictóricos, con las tintas, los pigmentos, el dibujo, los soportes y la propia realidad pintada, el autor se divierte creando imágenes que pueden parecernos cercanas, mediatas, posibles, imposibles, reales, afortunadas, fracasadas, encantadoras, misteriosas, dolorosas, enigmáticas, risueñas, alegres, tristes, tristonas, enamoradas, melancólicas y hasta juiciosas. Caras que dejan de serlo para convertirse en caretos; caretos a lo Pepe Cano. Rostros esquivos, festivos, humildes, serios, apasionados, inquietantes, felices, aburridos, extraños, canallas, sorprendentes, feos, feísimos, tontos, geniales y hasta humanos.

La pintura de Pepe Cano, este feliz divertimento que el artista realiza para manipular, a su manera, la realidad más inmediata, siempre ha estado marcada por un gesto que hace sonreír por su entrañable cotidianidad, por su ironía sin límites, por su desparpajo compositivo y por su interpretación amable de una realidad que siempre muestra su mejor y más feliz aspecto; una pintura que nos rescata de la monotonía existente en ese arte encorsetado y adocenado que, a veces, tanto aburre.

Pepe Cano se introduce en una maraña compositiva de muy amplio espectro para recrear un universo de actitudes donde el artista se siente feliz de hacer posible una realidad tan a contracorriente. Se trata de un juego festivo para romper la linealidad de una pintura que necesita muchos ambientes de frescura para no caer en lo burdo y aburrido.

Estas caras nos vuelven a reencontrar con un Pepe Cano que traspasa lo inmediato y nos llevan por ese camino de pintura a contracorriente donde unos rostros se convierten en dulces y jocosos caretos a lo Pepe Cano; todo u gozo para la vista y hasta para los demás sentidos.

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