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Tras un año de conversaciones y trámites y cuarenta desde su desaparición, Antonia Gilabert Vargas, La Perla de Cádiz, tendrá un monumento en su ciudad. Así lo confirma José Rodríguez, presidente de la asociación de vecinos Las Tres Torres, del Barrio de Santa María, que ha aunado fuerzas con las peñas flamencas de la ciudad para conseguir que la más grande cantaora de Cádiz tenga una efigie en el barrio que la vio nacer y crecer como artista.
"Ya desde el año pasado veníamos hablando de esto porque, bueno, yo nací en la casa de ella y para mí es la más grande cantaora que ha dado España después de Pastora Pavón, al menos, así lo pienso yo... El caso es que desde la asociación pensamos que también las peñas flamencas tenían ese sentir con La Perla y juntos hacíamos más fuerza para pedir el monumento, así que hablé con Paco Real (presidente de la peña La Perla de Cádiz), Pepe Morote (presidente de la peña Juanito Villar) y Antonio Benítez (presidente de la peña Enrique el Mellizo) e hicimos un escrito y hablamos los Ayuntamientos pues Cemabasa financia la obra. Y hoy ya parece que es una realidad", explica Rodríguez que informa que la inauguración tendrá lugar el próximo día 11 de septiembre.
La pieza será realizada por el artista Antonio Barberá, autor de los monumentos a la bailaora Conchita Aranda y al cantaor Chano Lobato, e irá situada en la calle Plocia con Santo Domingo, "casi delante de la escalerilla del convento", precisa el presidente de la entidad vecinal.
Rodríguez adelanta que la escultura nos devuelve la imagen de una cantaora en pleno rendimiento, en su momento más dulce, con un traje de volantes bajo, en pie y con las manos alzadas en un momento del calor de la interpretación. "Le han dado el visto bueno los hijos y los que hemos ido a verla", explica.
Además de la inauguración del monumento (que previsiblemente se realizará el día 11 sobre el mediodía en un acto al que los organizadores invitarán tanto a las anteriores autoridades municipales como a las actuales), la peña La Perla de Cádiz abrirá sus puertas por la noche para ofrecer un homenaje a La Perla con la participación de diversos artistas de la ciudad.
Y es que la memoria de Antonia Gilabert sigue viva, en Cádiz y más allá de sus fronteras, alimentada en la cabeza y los corazones de los buenos aficionados y de los artistas que no dudan en recrear sus bulerías y en mentarla en sus letras.
"Sus principios se forjaron en ese crisol de maestros del flamenco, como es ese barrio de Santa María y, sin darse cuenta, casi sin saberlo, tenía en su voz privilegiada toda la majestuosidad, la esencia, el compás y el duende en su cante". Hace cinco años, en el 35 aniversario de la muerte de la artista, el flamencólogo Félix Rodríguez recordaba a este periódico tanto el legado cantaor que recibió la intérprete como el propio testigo que la inolvidable Perla dejó a su familia. "La Perla llevaba el cante en la sangre más que en la cabeza. Llevaba la herencia cantaora de su madre, Rosa La Papera; de sus tíos, Joseíco, Manuela la China, Remedios,…; así como también la llevaban sus primos Manuela la de Charol, Gertrudis, Pilar, Pablo, Antonio, Jineto, Juan Villar, Manoli, Paca…", enumeraba.
Antonia Gilabert Vargas nació el 19 de junio de 1924 en el número 28 de la calle Botica, en pleno Barrio, pero, apenas cinco días después la llevaron a Chiclana y la bautizaron "por feria de San Antonio", como recordaba Félix Rodríguez que apunta el día de su casamiento con Francisco Torres Tejada, Curro la Gamba, ( 30 de julio de 1948 en la iglesia de la Merced). Juntos vivirían en la calle Servanda, 1.
La Perla se alzó con los premios de bulerías y alegrías del Concurso Nacional de Cante de Córdoba en 1959, el premio especial de Bulerías en el Primer Concurso-Festival de Arte Flamenco de Cante, Baile y Toque de Jerez, en el 62, una cita donde se consagraron también Fernando Terremoto y Paco de Lucía y el primer premio del I Certamen de los Cantes de Cádiz en el año 1968, un galardón que recogió de mano del cantaor Aurelio Sellé.
Antonia dejó discos, grabaciones, compartió cartel con los más grandes cantaores de su tiempo y regaló momentos únicos en festivales y tablaos de todo el territorio que se quedaron para quienes los vivieron, haciendo su leyenda grande, asombrosa, como su cante.
Fue en el año 1973 cuando ingresó en el hospital San Juan de Dios para ser intervenida por un tumor en la mama. Siguió actuando y cumpliendo con sus múltiples compromisos hasta que el 8 de septiembre de 1975 ingresaba en el Hospital de Mora para fallecer el día 14 del mismo mes.
El monumento a esta gran artista de Cádiz se suma a dos hitos más donde se le rinde homenaje, la calle que lleva su nombre (en el Barrio de Santa María) y su busto en la puerta de la peña flamenca de la que es titular.
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