Cómics
Los chicos de la 619
Distinción
Cádiz/Contar. David Lagos (Jerez, 1973) quiere contar una historia. Y por eso canta. Canta por derecho, sí señor, pero, además, utiliza verbos que pesan, adjetivos que punzan, hechuras que asombran, palos adecuados y pensados para cantar lo quiere contar. Porque David Lagos, Premio Andaluz Flamenco de Hoy, tiene algo que no tienen todos los intérpretes, tiene algo que decir.
De hecho, no andamos descaminados si vemos al jerezano como una suerte de equilibrado artista conceptual, ya que no desdeña su obra en favor de la idea que la ampara; pero está la idea, sin duda, condicionándolo todo. Lagos cuenta una historia, ya sea en su carrera en solitario, en sus colaboraciones, en sus discos o en escena, Lagos nos cuenta algo al oído que nos estremece, o nos lo grita en explosión de rabia o alegría.
Y es que, sin duda, el cantaor es un artista que destaca “por su creatividad y por el impacto y el reconocimiento en la expresión de su arte en la actualidad”, tal y como reza la definición del galardón que le otorga el Grupo Joly, con la colaboración de Turismo Andaluz, y que recibirá este 24 de febrero en el Teatro La Chumbera de Granada.
Ganador de la Lámpara Minera en 2014 –certamen al que se presentó para deshacerse de la etiqueta de cantaor exclusivo para el baile, y del que salió más que triunfal con cuatro premios más en alegrías, seguiriyas, malagueñas y cartageneras en la chaqueta–, dos veces Mejor Cantaor en el Festival de Jerez en 2007 y 2014, Premio Flamenco Hoy Disco Revelación por su primer trabajo discográfico y Premio Revelación en la Bienal de Sevilla, donde, además se corona en su última edición con el espectáculo Fandango! –cuatro Giraldillos, entre ellos al de Mejor Cantaor–, resulta casi sacrílego hablar de David Lagos en términos de artista emergente o futuro. David Lagos es presente. Es el Hoy de nuestro Flamenco. Y el Ahora lleva su nombre.
No en vano, más de 20 años de trayectoria avalan al cantaor, al investigador, al productor, al creador que ha sido, por ejemplo, pieza indispensable en la revolución del baile protagonizada por Israel Galván en la última década. Al servicio del sevillano ha puesto Lagos su voz cristalina y con cuerpo; una voz que incluso hemos tenido el placer de escuchar en euskera (museo Guggenheim, 2007).
Compositor de letras y adaptaciones para el cante que son solicitadas por numerosos compañeros, director de producciones discográficas ( Jerez, A Caballero Bonald o Coplas del desagravio, de Vicente Soto Sordera o Pasaje en el tiempo, con Enrique Remache, Manuel de la Nina, Rafael del Zambo y Fernando del Morao) y codirector de citas de gran calado para el flamenco (Fiesta de la Bulería de 2018), David Lagos rompe con las costuras de un intérprete al uso bordando un metarrelato de su propio arte y de sí mismo que se puede rastrear, quizás, desde que con 18 años grabara con Adrián Galia la Enciclopedia Audiovisual del Baile o desde ese primer trabajo en solitario donde, ya con letras de creación propia y músicas compuestas mano a mano con su hermano, el guitarrista Alfredo Lagos (tan definitivo, también), homenajeaba a sus fuentes, a los maestros.
Y es que parece que desde pisara el escenario siendo un niño, desde que comenzara a actuar en fiestas privadas de la mano de su tío del alma, Aguilar de Jerez, o en tablaos y compañías, y hasta la presentación de su aplaudido último disco, Hodierno –finalista a los Premios de la Música Independiente–, David Lagos se ha preocupado por ir atesorando los sustantivos y pronombres, los adjetivos y adverbios, los modos y las maneras exactos para construir un lenguaje propio con tantas raíces como alas. Un idioma con el que cantar su relato o contar su cante. Con enjundia y sustrato. Con conocimiento y pellizco. Y siempre en construcción.
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