Quiñones, mucho que contar
Literatura
Los profesores de la UCA José Jurado, Alberto Romero y Nieves Vázquez editan ‘Si yo les contara...’, un libro colectivo en el que 24 autores profundizan en la obra del escritor chiclanero
El estudio de la figura y la obra Fernando Quiñones tiene muchos llenos y algunos vacíos. Muchos llenos porque, verdaderamente, se ha dicho y se ha escrito mucho acerca de la personalidad humana y literaria del autor chiclanero, reconocido ya en vida con premios, homenajes y diversos parabienes. Pero, al decir de muchos, falta sobre Quiñones un estudio profundo sobre su obra, un acercamiento académico y crítico a su fructífera producción literaria. Este hueco, este vacío, es el que trata de llenar Si yo les contara..., un libro coral y participativo, con artículos de hasta 24 autores, que demuestra que aún hay mucho que contar sobre Quiñones y que han coordinado y editado tres profesores de la Universidad de Cádiz: José Jurado, Alberto Romero y Nieves Vázquez.
El libro recoge las conferencias pronunciadas en el congreso que sobre el escritor gaditano se realizó en la UCA y que, precisamente, fue organizado por el grupo de editores de esta obra, que explican conjuntamente el objetivo y la reivindicación final de este trabajo: “El libro se plantea en especial revisitar la obra de Quiñones, una obra que nos parece que no ha merecido la suficiente atención por parte de la crítica y de los estudios académicos desde su muerte. Se reivindica una figura poliédrica que dejó una impronta muy personal en todos los campos en que los que se adentró, desde el teatro, que se estudia con mucha profundidad (incluso se ha rescatado una obra teatral suya que parecía perdida, Tres piezas de horror), la narrativa, la poesía, el articulismo o el flamenco, también en su compromiso personal con la sociedad y la cultura. Alumbrar ciertas caras menos conocidas, como la de antólogo, su trabajo con el cine o su faceta epistolar. Fijar de una manera rigurosa el conjunto de su obra y su cronología vital. Y reivindicamos el papel que jugó en la modernización literaria de España desde el tardofranquismo”.
Se trata de una obra colectiva, de un libro perfectamente estructurado para abarcar todas las aristas posibles de esa poliédrica personalidad literaria y cuyas firmas auguran, de entrada, una lograda brillantez de estilos. “Este libro –explican sus editores– es el resultado del esfuerzo de muchas personas, en concreto, de 24 autores que se han acercado libre y generosamente a Fernando Quiñones, cada uno desde su propia experiencia y dedicación. El libro se inicia con las semblanzas más personales de Antonio Hernández, Jesús Fernández Palacios, Juan José Téllez, Alberto Porlan, José Manuel García Gil, Alejandro Luque y Ana Rodríguez-Tenorio, que rescatan, incluso, testimonios inéditos. A partir de ahí las demás aportaciones se aproximan de una manera más analítica al poliédrico legado de su obra. Agrupamos de la forma que nos pareció más coherente, por afinidad genérica y temática, los trabajos de Ángel L. Prieto de Paula, Fernando Valls, Amalia Vilches, Ana Sofía Péréz-Bustamante, Alberto Romero, Désirée Ortega, Marina Ramírez, Emilio Peral, Paco Periñán, Virtudes Atero, Blanca Flores, Marieta Cantos, Cecilia Martínez, Luis Pascual, Marion Winrow, José Jurado y Nieves Vázquez”.
Encabeza el libro, desde luego, un título muy quiñonesco, una frase que cerró primero un relato y alumbró después un gran libro, una frase con retranca gaditana, un Si yo les contara propio de quien está deseando no callarse: “Bueno, nos pareció que el final del relato Legionaria, origen de su emblemática novela Las mil noches de Hortensia Romero que fue finalista del Premio Planeta en 1979, era un buen título para encabezar estos estudios porque resume muy bien el poderoso don de palabra que tenía Quiñones, ese don que ejerció con viva voz, como buen hijo de Sherezade, y que dejó reflejado en su escritura. Y, por otro lado, en ese título se dejaba entrever que, después de veinte años de su muerte, aún quedaban muchas cosas que contar y estudiar sobre él, y siguen quedando, por supuesto”.
Cabe interrogar a los tres editores del libro, conocedores en profundidad de la obra de Fernando, si ese reconocimiento como finalista del Planeta trajo a la literatura un Quiñones nuevo, si transformó de alguna u otra forma su quehacer literario: “Sobre si hay un antes y un después del ser finalista del Planeta, en realidad ese reconocimiento, que no lo fue pleno, como lo sería en 1983 cuando, injustamente volvió a quedar finalista con La canción del pirata, sirvió para que su narrativa tuviera mayor visibilidad nacional (dentro del traído y llevado movimiento de los ‘narraluces’) y, quizás para que ganara seguridad en sí mismo, pero la obra de Quiñones se nos presenta como una trayectoria mucho más sólida que lo que representa el albur de los premios, tanto en su narrativa como en su poesía. Es un autor que constantemente vuelve sobre sí mismo y que desde finales de los sesenta va encontrando su propio camino literario que, con lógicos cambios, es el que seguirá hasta el final”.
Un acercamiento tan académico a la figura de Quiñones puede hacer pensar, sobre el papel, que se ha decidido aparcar por un momento la figura de un escritor tan popular, un autor que bebe en las fuentes de la calle y sin el cual incluso hay un Cádiz que no puede entenderse. Los coordinadores del libro puntualizan y explican sus propias intenciones, que no son las de borrar el Quiñones más callejeramente gaditano: “El Quiñones gaditanísimo está ahí y no se puede negar; es una parte ineludible y esencial de su figura, que la ciudad de Cádiz debe honrar desde sus instituciones y asociaciones participativas. Pero también es verdad, como reconocía Antonio Muñoz Molina hace años, que la personalidad arrolladora de Quiñones eclipsó un poco la grandeza de su obra. Nos parece que desde la Universidad nos toca alumbrar su creación e impulsar su estudio, y hacerlo como se investiga a otros autores, ni más ni menos; llámese erudición o simplemente rigor, entroncándola en el amplio árbol de la literatura española; solo así se puede sacar a Quiñones del localismo y el olvido en el que en cierto modo ha caído su legado. Pero tanto su personalidad como su faceta popular y ciudadana se relaciona de manera cardinal con el sentido de su creación literaria, y eso sí que nos ha importado”.
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