Raúl Solís: “El PSOE, en su batalla contra la Ley Trans, le ha prendido fuego a la bandera LGTBI”
Igualdad
Con ‘La batalla trans’ el autor elabora una crónica sobre el posicionamiento antitrans dentro del movimiento feminista “institucionalizado” como reacción al estallido de “un feminismo popular”
Cádiz/Si ya Raúl Solís (Mérida, 1982) nos acercaba la historia de las mujeres transexuales en España con una mirada tan combativa como cercana en La doble transición, el periodista y escritor se preocupa ahora por el presente y futuro de estas personas, "por los derechos humanos", dice, en La batalla trans, un libro donde analiza el origen del posicionamiento antitrans dentro del movimiento feminista "institucionalizado" como reacción, teoriza, al estallido del "feminismo popular" que surgió del 8M de 2018.
–¿Qué le mueve a escribir ‘La batalla trans’?
–Pues escribo este libro porque yo era seguidor de muchas de estas feministas que ahora están en el lado antitrans. De hecho, casi todos los años seguía vía streaming las jornadas de la escuela feminista Rosario Acuña, que es la escuela pensamiento más importante que había vinculada al feminismo institucional, muy vinculado al PSOE. En 2019 la temática estaba totalmente versada en la Ley Trans y ahí fue cuando Amelia Valcárcel llegó a decir lo de vamos a tener que utilizar un fresador de pollos para saber cuál es el sexo del niño al nacer, entre otras barbaridades que se escucharon. Y yo lo vi, edité el vídeo, lo subí a redes sociales, y se hizo viral. En ese momento pensé que había que dar la batalla de las ideas porque hasta entonces los posicionamientos antitrans dentro del feminismo habían sido muy minoritarios y muy vinculadas sobre todo al partido feminista de Lidia Falcón, un partido muy marginal, pero el problema que ahora de verdad se plantea es que este posicionamiento, vinculado con argumentos de la ultraderecha, viene de mujeres que están en el espacio del partido socialista, ahí se me enciende la alarma porque esto me parece muy grave.
–De hecho, en su libro maneja la tesis de que no hablamos de una discusión jurídica sobre la Ley Trans sino de una lucha de poder entre partidos políticos
–Mira la Ley Trans ha sido usada como pelota de ping pong por el feminismo vinculado al PSOE en la lucha por el control del movimiento feminista. Si las feministas vinculadas al PSOE hubieran tenido algún problema con la Ley Trans no hubieran aprobado la ley de 2014 en Andalucía, ni la de Cantabria del año pasado, donde Unidas Podemos no tiene ni representación, no hubieran aprobado la valenciana, ni ninguna de las 14 leyes que se han aprobado en los parlamentos autonómicos que ya contemplan la autodeterminación del género y donde ellas han sido parte importante en sacar adelante estas leyes. Es más, Ángeles Álvarez, que es una de las ideólogas de la batalla contra la Ley Trans, en 2017 registra y apoya la reforma de la Ley de 2007 presentada por el PSOE que ya hablaba de la autodeterminación del género.
–Pero, entonces, ¿contra quién es la lucha por ese control del feminismo?
–El 8M de 2018 el feminismo se hace popular, es lo que yo llamo en el libro el 15M del feminismo. El feminismo sale de lo partidos políticos y salta por encima de las instituciones. Entonces a las feministas profesionalizadas que llevaban 40 años viviendo del feminismo, y que han sido las que han dirigido las políticas de igualdad desde las unidades de género de los ayuntamientos, las técnicas, las diputadas, las catedráticas, el grueso del feminismo profesionalizado, pues considera que el 8M viene como a echarlas. Como cuando explotó el 15M, que la gente del PSOE y también de Izquierda Unida tuvieron un ataque de cuernos pensando que todos aquellos chavales venían a desplazarlos a ellos y hubo una reacción muy identitaria en clave partidista. Pues ahora pasa algo similar, que esa feminista en vez de alegrarse por que hay más mujeres luchando por la igualdad, se enfada porque deja de ser la única. Y ese feminismo del 8M viene con una agenda diferente que no sólo habla de paridad.
–¿Esta división ocurre en otros países?
–A nivel internacional, no ha habido mucha división. En Reino Unido sí ha habido una reacción antitrans dentro del feminismo pero en un sector muy minoritario. Como te decía el problema es en España cuando la reacción antitrans la lidera el partido principal del espacio progresista y tenemos a mujeres como Carmen Calvo, que era vicepresidenta del Gobierno, diciendo que la Ley Trans pone en cuestión la seguridad jurídica de 47 millones de españoles. Y eso para llevarse las manos a la cabeza.
–¿No cree que se pone en peligro la Ley de Violencia de Género?
–Primero, las leyes no se aplican al género sino al número de DNI. De todas formas el artículo número 14 de la Ley contempla que aunque haya un hombre que transicione hacia mujer y anteriormente haya cometido un delito de violencia de género va a ser juzgado por su identidad anterior. Así que es un bulo más.
–¿Y la cuestión de presupuesto, subvenciones?
–Eso es dar por hecho que las mujeres son unas privilegiadas y yo no creo precisamente que nadie se vaya a hacer mujer porque considere que las mujeres viven en una liga de privilegio. Entonces, estaríamos admitiendo el argumento de la ultraderecha. De hecho, pienso que el privilegio lo tienen los hombres y, curiosamente, cuando hablamos de este tema nunca hablamos de los hombres trans, que parece que no existen. En este sentido, el feminismo antitrans tendría que mirarse su misoginia porque a lo que ataca es a las mujeres trans porque lo que les molesta es la representación de la feminidad no de la masculinidad.
–Mencionaba la ley andaluza, ¿la estatal se parece mucho?
–Se parecen mucho aunque, evidentemente, la estatal es más amplia porque el Estado tiene competencias en el registro civil. Pero en cuestión de autodeterminación de género es lo mismo. Las personas trans en Andalucía en los institutos, en sus centros de salud y en las cárceles ya son tratadas por lo que son no por el sexo asignado al nacer. Y no ha habido ningún tipo de problema. Así que parece que el PSOE lo que no puede permitir es que otro partido político le quite la bandera del feminismo y la bandera LGTBI porque ya sabemos que el PSOE se alimenta de banderas culturales porque en lo económico es indistinguible con la derecha.
–¿Cómo vivió la comunidad LGTBI ese primer posicionamiento del PSOE con la Ley Trans?
–Pues el pasado año, por primera vez en la historia, el partido socialista fue bloqueado en el Orgullo en Madrid y no pudo acabar la manifestación. Eso no había pasado en la vida. El PSOE era el dueño moral del Orgullo LGTBI en Madrid y en todas las provincias. Más evidente que ese gesto... El PSOE, con la batalla contra la Ley Trans, ha perdido la bandera del feminismo y le ha prendido fuego a la bandera LGTBI
–¿Qué van a conseguir las personas trans con esta ley?
–Pues van a dejar de ser tuteladas por el Estado, por la medicina y por la judicatura. Y lo más importante de las leyes no es lo que las personas consigan como derechos materiales sino la lectura que se lanza a la sociedad que en este caso es que son todos los cuerpos son dignos y todas las vidas tienen derecho a existir, estamos hablando de un colectivo que procede de la marginalidad más absoluta y que han estado viviendo en la oscuridad del mundo sin que a nadie le importara nada y, casualmente ahora que van a tener derechos, hay quien dice que las hormonas las van a poner en peligro, ¿y cuando las conseguían de estraperlo a nadie les preocupaba? ¡Qué curioso!
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