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El acueducto romano de Gades, que abastecía a Cádiz desde el manantial del Tempul, es el de mayor longitud de Hispania y probablemente el quinto de todo el imperio, con alrededor de 80 kilómetros. Es todo un exponente de la ingeniería de la época, así como del poderío económico de la influyente sociedad gaditana de entonces, que logró canalizar el agua dulce de este manantial jerezano a través de la que probablemente fue la primera obra pública civil de la provincia de Cádiz. Una obra con la que se sorteó la dificultad del terreno en un extenso recorrido que arranca en Jerez, pasando por San José del Valle, Algar, Paterna, Puerto Real, Chiclana, San Fernando, hasta llegar a Cádiz, con lo que esto supuso y supone en la organización y configuración actual de los terrenos de la provincia, "que no se podría entender sin la existencia de esta obra".
Éstas son las principales singularidades que ayer descubría ante el público en el salón de grados de Filosofía y Letras Lázaro Lagóstena, profesor titular de Historia Antigua y director de este ambicioso proyecto en el que desde hace años participa un grupo multidisciplinar de investigadores de la Universidad de Cádiz, perteneciente al seminario de Agustín de Horozco de Filosofía y Letras. Un proyecto denominado Aqua Ducta, que que ha sido subvencionado por la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía y por la Unión Europea a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) con una partida de 128.000 euros, y en cuyo acto de presentación también participaron el delegado territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de Cádiz, Federico Fernández Ruíz-Henestrosa; y el vicerrector de Investigación y Transferencia de la Universidad de Cádiz, Manuel Bethencourt Núñez.
Aqua Ducta persigue así desarrollar una serie de acciones para difundir a la sociedad el innegable valor de esta importante obra de ingeniería, desde el punto de vista cultural, histórico, patrimonial y territorial, "porque también queremos identificar los elementos socioeconómicos que hay en el terreno". Un programa que pretende implicar a la ciudadanía para que lo conozca de primera mano a través de la Ruta del Acueducto romano de Gades (incluyendo el sistema hidráulico de Sierra Aznar en Arcos).
La mayor parte del acueducto de Gades es subterráneo, aunque todavía pueden apreciarse en superficie algunos testigos de aquella espectacular obra en el valle de los Arquillos, que ayer visitaron como antesala al acto de presentación.
La estructura parte del manantial del Tempul, que está a una altura de más de 400 metros, por la que discurría el agua en pendiente hasta Gades. Pero en el trayecto tuvieron salvar obstáculos como pronunciadas pendientes, vaguadas, y espacios ocupados por marismas. Para ello ingeniaron soluciones como sifones invertidos, la técnica de vasos comunicados, túneles o minas de hasta 25 metros de profundidad, canales de agua rodada y puentes, entre otros sistemas constructivos que convierten el acueducto de Gades en uno de los "más completos y complejos en comparación con otros del Imperio Romano".
Lázaro Lagóstena explicó de este modo que ahora pretende "devolver a la sociedad la deuda contraída" por estos años de investigación realizada con dinero público. En base a los contenidos científicos está previsto realizar una plataforma web interactiva, publicaciones y jornadas de divulgación, además de un proyecto de investigación educativo con centros de secundaria del ámbito rural, colegios y ayuntamientos.
En su intervención también explicó que entre los principales objetivos figuran iniciar el expediente de incoación de este bien para declararlo BIC. Una obra a la que todavía no se la asignado autoría, ni datación exacta, aunque parece que se realizó en el siglo I. A.C.
Y es que el acueducto de Gades es un proyecto de investigación abierto en muchos frentes. De hecho, está previsto realizar catas en algunos tramos, recuperación de otros como el de Puerto Real, evaluar el estado de resistencia, o hacer prospecciones geofísicas del terreno, entre otros.
El plazo establecido para cerrar el proyecto y dejarlo instaurado es de un año, en el que el equipo multidisciplinar integrado por historiadores, arqueólogos, geógrafos, arquitectos, ingenieros, espeleólogos y expertos en imagen y sonido trabajarán codo con codo en la recomposición de esta obra de ingeniería.
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