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Los chicos de la 619
El paso del tiempo es la rueda sobre la que giran los textos de Viajes de la eternidad, el poemario que José María Velázquez-Gaztelu trae hoy, en un acto conjunto con el Centro Andaluz de las Letras, a la Fundación Carlos Edmundo de Ory. El autor, que publicó sus primeros poemas a los veinticinco años en La ceniza -pero que había empezado a escribir poesía siendo un adolescente-, desconoce si hubiera podido hilar las mismas tramas desde la juventud: "A los veinte años escribía cosas muy distintas", comenta. Recurre al pintor Antonio López para ilustrar lo inasible del arte: "Explicar lo artístico es una imprudencia porque es como enseñar a otro a ver la realidad, que es una incógnita. Escribir poesía es siempre bastante complejo, como tratar de explicar una música o un cuadro. También hay otra frase de Antonio López que dice que la realidad, la vida, son misterios en los que andamos todos tratando de averiguar y de avanzar".
"Para mí, un poema es un ejercicio de introspección, un viaje hacia el interior de mí mismo -continúa el escritor-. Veo lo que me rodea desde dentro y lo que después escribo es el resultado de esa indagación interna. Trabajo con imágenes, energías, recuerdos, impactos... en los que intento penetrar hasta el fondo. Resulta un ejercicio bastante complejo en el que despojarme de avituallamientos mentales cotidianos y acceder a zonas profundas, donde prescindir de lo superfluo, y trato de toparme con la realidad esencial en su emoción más pura. Es en esa dimensión cuando se crean los poemas, un universo desconocido y sorpresivo a partir del que se genera una especie de visión nueva; una especie de mar inmenso en el que me sumerjo y en el que descubro la palabra reveladora que intenta reflejarlo todo".
No extraña que para José María Velázquez-Gaztelu flamenco y poesía tengan una misma pulsión, beban de una misma fuente original. Rostro y firma del que fuera espacio fundacional y reivindicador del arte flamenco en televisión, Rito y geografía del cante, Velázquez-Gaztelu se define sobre todo como poeta -"Es a través de la poesía que concibo el flamenco"-, y rechaza sin dudar la condición de flamencólogo: "Flamencólogo me suena a medicina. O aún peor: a medicina vomitiva. El nombre de un purgante muy eficaz para los dolores de cabeza y de estómago -se explica-. No soy flamencólogo ni, desde luego, un flamencólogo al uso. Soy un amante de la música, que llega al flamenco por su condición de poeta. Lo único que he intentado es tratar de explicar y difundir esos sonidos que llevo desde pequeño en mi interior (José María Velázquez-Gaztelu nació en Cádiz y pasó su infancia en Arcos), a través de los medios que he tenido a mi alcance".
En Viajes de la eternidad (Visor), que le ha valido a su autor el último Premio Fray Luis de León, Velázquez-Gaztelu recuerda a nombres como Ángel González, Rilke, Susan Sontag o Lorca. Todos ellos, evocados "no a través de una historia, sino a través de la emoción profunda". En el caso de Rilke, el poema surgió tras una estancia en el Hotel Reina Victoria de Ronda, cuando el lugar aún resultaba "tremendamente decadente" y el escritor vio pasar "por un espejo, la sombra y el perfil de Rilke". En el caso de Ángel González, el texto surgió tras "una hermosa reunión con una serie de amigos. Con motivo de ese encuentro, Ángel González me dedicó una larga y cariñosa dedicatoria en su último libro".
José Ramón Ripoll y Jesús Fernández Palacios serán los encargados de acompañar esta tarde a José María Velázquez-Gaztelu en la Fundación Carlos Edmundo de Ory, mientras que mañana jueves, el propio José Manuel Caballero Bonald conducirá el acto previsto en la Fundación de la calle Caballeros en Jerez.
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