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Viñetas para ilustrar las historias de Marcel Proust

Una de las viñetas del cómic basado en la obra de Marcel Proust.
Carmen Sigüenza (Efe) / Madrid

30 de abril 2012 - 05:00

Cuando se debate si la cultura está perdiendo terreno en favor del espectáculo más banal y parece que para leer a Marcel Proust harían falta meses de reposo, acaba de aparecer en cómic y en castellano el segundo volumen de A la sombra de las muchachas en flor, de la obra En busca del tiempo perdido.

Una novela gráfica ilustrada por el francés Stéphane Heuet que pertenece a un proyecto que comenzó a publicar la editorial Sexto Piso en 2006 y 2008, cuando lanzó Por el camino de Swann y el primer volumen de A la sombra de las muchachas en flor, respectivamente, dos de los siete que componen el clásico francés de Proust, En busca del tiempo perdido.

Así, han hecho falta cuatro años para que lectores de todas las edades puedan volver a acceder a esta obra maestra, ahora ilustrada, y un clásico al que el escritor Vargas Llosa pide que se vuelva porque con ella Proust trabajó por la libertad, ya que su lectura proporciona una mayor sensibilidad al ser humano y llena el vacío espiritual.

Para Mario Vargas Llosa, lo que hizo Proust fue crear un tipo de sensibilidad que enriqueció a muchos y generó la conciencia de que hay derechos humanos. "Esa sensibilidad para rechazar las lacras, esclavitud, colonialismo, racismo... nace de la cultura", dijo hace unos días el premio Nobel durante la presentación de su ensayo La civilización del espectáculo.

Este compendio de sabiduría sobre la condición humana que supone En busca del tiempo perdido, hecho viñetas, consta de 17 tomos y en Francia, donde ya han salido cinco de ellos, ha sido galardonado con el premio Marcel Proust, otorgado por el Cercle Littéraire proustien de Cabourg-Balbec destinado a 'recompensar una creación literaria o cinematográfica que incite a la lectura de la obra de Marcel Proust.

Stéphane Heuet (Brest, 1957) comentó en 2006, cuando presentó el primer volumen en castellano en la Feria del Libro de Guadalajara en México, que siempre había encontrado esta obra "muy visual", desde que la leyó con 35 años, cuando su mujer le dijo que si la leía entendería más cosas de la vida.

El cómic, o mejor dicho una novela gráfica, porque hay más letra de lo habitual, rezuma belleza por todas partes durante un verano en la localidad Balbec, con paisajes marinos, obras de arte, teatros, música, representaciones, trajes, y un grupo de muchachas alegres que juegan al tenis, montan a caballo o corretean por las playas, dibujadas con un trazo muy claro, parecido al de Hergé con Tintín.

Un mundo de sensaciones y añoranzas de paisajes y personas que son evocados a partir de la famosa magdalena de Proust, cuando el protagonista, -el narrador en primera persona- comienza a recordar por el sabor que le provoca un trozo de ese bollo mojado en un té.

En busca del tiempo perdido en cómic ha sido traducido a más de diez idiomas y Heuet calcula que tardará años en acabar el proyecto.

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