Más allá de la realidad misma

Artistas de Cádiz | Paco Mármol

Paco Mármol es un pintor con una mano que sobrecoge, un virtuoso del dibujo, un dominador absoluto del lápiz y del bolígrafo

El pintor Paco Mármol, ante una de sus creaciones.
El pintor Paco Mármol, ante una de sus creaciones.

Paco Mármol es de esos artistas silenciosos que sabes que está ahí trabajando sin dar cuartos al pregonero y ajeno a las alharacas que tanto abundan en lo artístico. Es un pintor solitario pero constante; no hace ruido, su obra continúa apareciendo sin pausa y manteniendo vivas las mejores sensaciones de una pintura que, en sus manos, adquieren máximos supremos. Conocí a Paco, hace muchos años, como a tantos otros artistas de nuestro entorno, cuando el gran Manolo Alés me habló de alguien, tan buen pintor como buena gente, que hacía cosas extraordinarias. Manolo nunca se equivocaba en las cuestiones relacionadas con el arte y, efectivamente, en aquella ocasión acertaba totalmente, una vez más. En las pinturas que vi de Paco, unas apasionantes tintas, fuertes, coloristas, extremas, con mínima figuración, se adivinaba mucho más de lo que la miraba contemplaba. Manolo sentenciaba: “...no sabes cómo, este niño, pinta; esto que ves, no es nada”. Y tenía razón, era muy poco para lo que, después, empezó a mostrar.

Por entonces, Paco estaba inmerso en los menesteres laborales que le exigían otros asuntos, diseñaba, maquetaba, editaba catálogos... y contribuía, desde su silente posición, a que cuanto de bueno se hacía desde las actividades artísticas de la Diputación Provincial estuviera bellamente revestido de calidad y trascendencia. Su trabajo artístico se echaba de menos en los espacios expositivos; no obstante, sabíamos de su continua realidad paralela a su otra situación profesional. Y un buen día apareció y, como había aventurado Manolo Alés, cautivó, llenó de expectación los ambientes artísticos y aportó mucha entidad a los alicaídos y poco sugestivos espacios pictóricos de un arte demasiado orgulloso y con espíritus muy mediatizados por las modas y los modos, muchos equivocados, que imponían los que se creían regidores de lo artístico.

Paco Mármol es un pintor con una mano que, de verdad, sobrecoge; es un virtuoso del dibujo, un dominador absoluto del lápiz y del bolígrafo, con los que es capaz de conseguir obras espectaculares, que superan la misma realidad y ponen en duda los alcances de la mirada. Sus últimas comparecencias atestiguan cuanto decimos. Pero tanta fortaleza constitutiva, tanta capacidad dibujística, la rigurosidad en la representación, la casi mágica estructuración de la línea definitoria, la exactitud de toda la escena, el rigor en lo mínimo... no son sólo planteamientos de un ‘simple’ virtuoso capaz de todo. En su obra hay muchísimo más; encierra realidades conceptuales que apoyan y dimensionan lo que se ilustra, ideas que desentrañan mensajes y formulaciones que plantean los exactos registros de la realidad pero que, también, dejan constancia de los múltiples problemas que ésta desencadena, de sus manifiestas máculas desvirtuantes y que denuncian acciones de efectos sombríos: situaciones provocadas por el hombre, que contribuyen a finales presentidos y que auguran desenlaces de oscuras consecuencias.

La obra de Paco Mármol es un ejercicio de poderosa manifestación artística, un compendio de máximas posiciones realizadas con los mayores y los mejores argumentos representativos, esos que el artista nos descubre con una apasionante disposición creativa donde el dibujo dispone las pulsaciones exactas de una pintura llena de sentido y absoluta dimensión artística. El artista dibuja exactitudes y lo hace con los marchamos típicos de la mejor ilustración que uno jamás pueda imaginar. Los dibujos de Paco Mármol, ese finísimo argumento representativo que bien con los lápices o, ya, con los mágicos dispositivos que consigue con el bolígrafo BIC, marcan verdaderamente las distancias con un realismo simple. En sus obras todo está realizado con un cuidadísimo efecto descriptivo que aumenta la sensación de veracidad.

A lo largo de estos últimos años hemos asistido a impactantes desarrollos expresivos en series que envolvían de magia la propia mirada y que dejaban atónitos por su descarnada realidad. Así el pintor supo introducirnos en la visión exacta de una serie de animales en peligro de extinción por culpa de la inconsciencia reinante. Serie que retrataba la belleza y la magnitud representativa del animal y que, al mismo tiempo, nos posicionaba en imágenes de lo que sería el destino final de cada uno. En otra espectacular serie, era la chatarra la protagonista; esta vez, con lápices azules, el color modelaba los objetos que descubrían el deterioro, el paso inexorable del tiempo, la belleza oculta de lo decadente. También lo hemos visto rediseñando lo diseñado; poniendo nuevos esquemas a una realidad popular que él disponía con nuevos módulos representativos.

La pintura de Paco Mármol nos ofrece la belleza inequívoca de un continente espectacular y un concepto que desenmascara una idea muy bien configurada. Fondo y forma implicados en un proyecto artístico que crea la mayor empatía y nos hace sentir esa feliz existencia que provoca la pintura convincente realizada por un artista convencido. El gran Manolo no podía equivocarse.

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