“Esta obra se planteó desde el principio como una tragedia a la gaditana”
Ana López Segovia | Actriz y dramaturga
Las Niñas de Cádiz ofrecen desde hoy hasta el domingo en el Gran Teatro Falla tres funciones de ‘El viento es salvaje’, la obra que recibió el Premio Max al espectáculo revelación
–Regreso a Cádiz y con tres funciones, lo que no es habitual en el Falla y menos en esta época de pandemia y restricciones.
–Para nosotras es siempre la función más importante. Es inevitable. En el fondo, mientras que se está escribiendo, ensayando una obra o haciendo una función, piensas cómo van a reaccionar los espectadores, y piensas en tu público de toda la vida, en tu gente, y piensas en Cádiz. ¿Es muy cateto, a lo mejor? ¿Sí? Pues que quieres que te diga, es así (ríe). Imagino que le pasa a todo el mundo, que uno quiere gustarle a la gente a la que quiere.
–¿Qué racha de viento trae a Fedra y a Medea hasta Cádiz?
–Pues mira, la idea era hacer una tragedia a la gaditana. Después de haber tocado la comedia con Lysístrata, nos planteamos cómo podría ser una tragedia en Cádiz. Y siempre te acuerdas de las veces que en la calle te paras con alguien a charlar y le preguntas cómo está. Te cuenta que viene del hospital... Y te está contando un drama pero te tienes que reír por la forma que tenemos que contar las cosas, de abordarlas. Ese fue un poco el punto de partida. Y pensando en los grandes temas de la tragedia, el destino, la relación los dioses, con los elementos que no están en nuestra mano manejar, y pensamos en el poder del levante, de un viento que casi tiene un poder mágico, que a la gente la trastorna, un viento que, como si fuera un oráculo, anima a poner la lavadora... Este poder que es casi como un realismo mágico de García Márquez, pero en Cádiz, y entonces metimos este elemento que casi vuelve loca a la gente, un elemento de tragedia. Y luego inspirado en una canción maravillosa, Wild is the wind, que la ha cantado Nina Simone o David Bowie, hablando de la fuerza del amor, del viento salvaje, las pasiones humanas, que son también muy de la tragedia. Es un poco todo ese batiburrillo hecho desde Cádiz.
–¿Y son buscados conscientemente también esos dos mitos clásicos, junto a Eurípides que los escribe, por su trascendencia feminista?
–No realmente, no hay una búsqueda consciente... Nosotras, por supuesto somos feministas, ¡cómo no serlo!, pero es verdad que no buscamos nunca una lectura feminista de nuestro trabajo, ni a la hora de elegir cosas. Más bien es que con mujeres, eso sí. Son heroínas trágicas. Hace más de 2.000 años alguien tuvo la inmensa y maravillosa idea de escribir sobre figuras femeninas. Ves los clásicos y hay unos personajes femeninos, que en aquella época los interpretaban hombres, con una psicología femenina maravillosa que los hacen irresistibles. Toda actriz ha querido en algún momento interpretar a Fedra, a Medea, Las Bacantes... Son personajes de una dimensión increíble, son transgresoras, están en el límite de lo moral, lo amoral, son personajes que te permiten explorar en los aspectos más oscuros y más prohibidos de la mente humana. ¡Y son mujeres! Pues vamos a hacerlos, me da igual si tiene una lectura feminista o no la tiene, lo digo honestamente. Yo soy feminista, pero no me pongo a pensar en feminismo cuando creo, cuando trabajo, eso sería para mí como ponerme límites.
–En todo caso, Eurípides da esa voz a las mujeres, una voz nada habitual en aquella época.
–Sí, pero nosotras primero construimos la fábula, construimos el cuento que queríamos contar y un día, de pronto, vimos que era Medea. Dentro de la historia contemporánea de Cádiz que queríamos contar, de pronto un día surgieron estos caracteres. Vimos que un personaje, si apretamos las tuercas, se podría convertir en Fedra, y si apretamos un poquito más, esto es un ‘medeazo’ impresionante.
–¿Habrá vacuna contra el machismo?
–Eso, por desgracia, no lo vamos a ver. Yo no lo voy a ver seguro, lo verán futuras generaciones. Hasta yo tengo, de manera inconsciente, muchos prejuicios machistas porque es la educación que he recibido. Y lo decía una feminista muy importante: “Estoy sentada en un avión, de pronto habla el piloto y es una mujer. Y pienso: esa será la azafata...”. Yo lo reconozco, que a mí todavía me pasa. No es solo una cuestión de hombres, es una cuestión que nos atañe a todos, es una cuestión generacional. Tendrán que pasar muchas generaciones porque la mentalidad no se cambia de la noche a la mañana.
–¿La obra tiene algún guiño especial ante la actuación en Cádiz o es la misma que hace dos días habéis llevado a Soria?
–No, no, es exactamente lo mismo, no vamos a cambiar nada. Y aún así, la gente va a decir: “Si esto es Cádiz, esto cómo lo van a entender por ahí”. Y es que hay un par de cosas que solo las puede entender alguien de Cádiz, y alguien de cierta edad de Cádiz, que las decimos también en Soria. El público no lo entiende allí pero no va a dejar de entender la función por esa frase que pusimos. Nos permitimos esa pequeña licencia, pero está incorporada desde el principio.
–¿Cómo fue el trabajo con José Troncoso, cuál ha sido su aportación?
–Troncoso es un hermano nuestro, nos conocemos desde la época de la Universidad. Llevábamos tanto tiempo queriendo trabajar juntos... Y surgió la posibilidad cuando quisimos hacer una tragedia, porque él ha estudiado mucho este tema. Le pedimos que nos asesorara, estuvo en unos cuantos ensayos, hizo un pequeño taller de tres días. Él nos marcó el código de la obra, que sin su asesoramiento no sería la misma. Él nos instruyó en la tragedia. Además, él habla nuestro lenguaje, es de Cádiz. Él es del balón, y nosotros de la Viña, de San Juan... Es un lenguaje común.
–¿Le queda recorrido aún a ‘El viento es salvaje’?
–Sí, yo espero que sí. Tenemos ya muchísimo trabajo para el año que viene y estamos ya poniéndonos las pilas para ver cuál va a ser el próximo proyecto, que ahora es como una responsabilidad después del premio. Creas unas expectativas en tu futuro trabajo.
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