1980: El año clave de la arqueología gaditana
40 aniversario Teatro Romano
El descubrimiento en apenas unos meses de la escultura de Trajano en Baelo Claudia, el sarcófago antropoide femenino y el Teatro Romano supusieron un punto de inflexión a nivel nacional. Así están actualmente cuatro décadas más tarde
1980. Nueva década y Cádiz se adentra en una nueva era de la historia de la ciudad. En aquel año, cuando ni siquiera existía la Ley de Patrimonio Histórico, el subsuelo de la ciudad quiso hablarnos y confirmanos que Cádiz y su provincia siempre tuvieron un gran peso en la historia de Occidente. Cuando era Gadir, cuando era Gades, cuando los fenicios decidieron que éste era el punto ideal desde donde marcar un auténtico entramado comercial con el resto de ciudades fenicias de todo el Mediterráneo, y cuando el propio Balbo quiso proyectar en este enclave del sur del sur una ciudad que fuera el espejo donde la mismísima Roma pudiera mirarse.
Aquel año la arqueología gaditana vivió su propia revolución, pues apareció nada menos que el sarcófago antropoide femenino en aquel solar de la calle Ruiz de Alda. El enterramiento con la silueta esculpida de una bella dama aguardaría durante siglos los restos de un personaje de gran poderío económico que, curiosamente, resultó ser masculino, tal y como acaban de constatar profesores de historia de la UCA.
Pero apenas habían terminado de hacer el vaciado de aquel bello sarcófago en las dependencias del Museo de Cádiz a cargo del equipo de jóvenes arqueólogos colaboradores bajo la batuta de su director, Ramón Corzo, cuando llegó la buena nueva: el hallazgo de la galería semicircular del Teatro de Gades, el que podría ser el más grande y antiguo de toda Hispania.
Aquello fue la guinda de un año muy prolífico arqueológicamente hablando, que dio comienzo con el descubrimiento unos meses antes -en julio- de una colosal estatua de Trajano de unos tres metros de altura en la basílica de Baelo Claudia. Tres hallazgos de oro, del último de los cuáles se cumplen estos días 40 años, con muchas luces y proyectos muy contundentes ya cumplidos, pero también con sombras y otros tantos sin cumplir.
Sin ir más lejos, el propio Teatro Romano está cerrado debido a las condiciones que reúne su nuevo centro de interpretación de cara a las medidas Covid, pues sus estancias tienen dimensiones reducidas, según la Consejería de Cultura, que ya trabaja en su reapertura. Pero también lleva bastantes años anclado en el mismo proceso administrativo que le impide dar un paso en firme para continuar la transformación de este importante equipamiento. Un proyecto ya aprobado, con una partida presupuestaria procedente de Europa supuestamente esperándolo y una burocracia infinita que siempre parece perjudicar al Teatro de Gades. Según fuentes de la Junta, la licitación ha sido por fin “solucionada por el nuevo ejecutivo en un tiempo récord y está ya en la apertura de sobre”.
Si nos centramos en el sarcófago fenicio, solo hay un pero, pero no es poca cosa. Junto al antropoide masculino tendría que imperar la sala más importante de la sección de arqueología de un Museo de Cádiz ya renovado, pero en cambio acumula varias décadas aguardando la prometida pero fallida fase de ampliación. Ningún director de los que han pasado por la pinacoteca desde que se presentó este proyecto ante los medios en 2007 –que a su vez estaba contemplado en la tercera fase del Plan Director del Museo de Cádiz de 1980– ha sido contundente, al menos públicamente, en esta demanda histórica que nos debe el Ministerio de Cultura, que nunca destinó una partida para este fin. Todos han sido comprensivos con la excusa perfecta: las distintas crisis que han afectado al país y que han impedido tomar este tren que sí que han cogido otros museos y equipamientos culturales andaluces, menos el de Cádiz.
En el equipamiento gaditano también luce, imponente, la escultura de Trajano, aunque originariamente procede de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Andalucía, Baelo Claudia. Aquí también se han realizado innumerables proyectos de gran calado, entre ellos la propia construcción de su centro de interpretación y muchas excavaciones en la extensa e importante ciudad romana, pero ya suma varios años sin dirección. Es decir, no existe tutela para continuar la buena senda que ha seguido a nivel de investigación este incomparable yacimiento enclavado en la ensenada de Bolonia, Tarifa.
Esta es la situación de aquellos hallazgos en los inicios de otra década, 2020, que tampoco pinta bien dada la inesperada situación sanitaria y consecuente crisis económica que lleva pareja. Pero en la que se cumplen cuatro décadas de aquellos increíbles descubrimientos que supusieron un importante punto de inflexión en la arqueología gaditana y de España. De hecho, allanaron el camino en la aprobación de la Ley de Patrimonio Histórico en 1989, cuando las competencias en materia de arqueología pasaron a la Junta de Andalucía.
Fue este año cuando llegó el proyecto más ambicioso para sacar a la luz aquel teatro, cuya complicada excavación –no exenta de trabas y en la que tuvo un papel crucial Francisco Sibón ‘el rubio’– reveló la existencia de un edificio de gran armonía construido a final del siglo I. a.C. El gran teatro de Balbo, cuyo hallazgo no fue casual, pues el barrio del Pópulo estaba siendo sometido a un proceso de expropiación a fin de recuperar la Alcazaba medieval. Aquella operación empezó en 1972 a cargo del Ministerio de Educación y Ciencia y en 1980 dio la gran sorpresa. Concretamente, la que se llevaron Francisco Ghersi, Francisco Giles y Antonio Sáez cuando desde la antigua fundición de Vigorito atravesaron el alcantarillado que les trasladó hasta Gades.
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