Diez años sin Mercedes Formica

El pasado 23 de abril se cumplió la primera década del fallecimiento de la abogada y escritora gaditana, capaz de romper moldes en su empeño por transformar las leyes que marginaban a la mujer

Ilustración con una imagen de la gaditana Mercedes Formica.
Ilustración con una imagen de la gaditana Mercedes Formica.
Miguel Soler Gallo

30 de abril 2012 - 05:00

El 23 de abril de 2002, Día del Libro, murió en Málaga Mercedes Formica. Diez años han pasado desde que su voz y su escritura nos abandonaran para siempre. Se marchó en silencio, serena, rodeada de sus más allegados. El alzhéimer acabó con su fuerza y su valentía, pero jamás con su recuerdo.

Mercedes Formica-Corsi Hezode nació en Cádiz el 9 de agosto de 1913 en el seno de una familia burguesa asentada en la capital gaditana en 1910, en la actual calle dedicada al poeta grancanario Benito Pérez Galdós. En el lugar de su nacimiento se encuentra hoy la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad de Cádiz, pero entonces albergaba la Compañía Española de Gas y Electricidad Lebón, donde su padre, José Formica-Corsi, ocupaba un cargo directivo y el derecho a establecer allí su vivienda.

Mercedes y sus seis hermanos, dos de ellos fallecidos cuando niños, crecen en un ambiente distinguido, rodeado de costumbres burguesas, profundos ideales católicos, pero con la brisa liberal de su madre, Amalia Hezode Vidiella, quien sufrió horrores en su matrimonio. Unos amargos episodios que quedaron grabados en la memoria infantil de Mercedes Formica, y que, gracias al ímpetu de su progenitora en proporcionar a sus hijas una educación basada en los estudios y en el desarrollo personal, harán que logre transgredir esferas sociales y culturales negadas ancestralmente al sexo femenino.

En este sentido, Mercedes Formica dejó tras sí el muro del hogar y se convirtió en una de las pocas mujeres en las aulas de la Facultad de Derecho de Sevilla en 1931, recibiendo duras críticas por parte de una sociedad clasista y reacia en cuanto a que a la mujer se le proporcionaran estudios universitarios. En aquella España, las pocas jóvenes que accedían al mundo del conocimiento y de la ciencia, eran vistas como una mezcla de prostitutas y cómicas.

Mercedes Formica continuó por este sendero que la llevó a obtener la independencia económica y poder optar si casarse o no, por tanto, concebir el matrimonio como una elección personal y no como una "colocación", que tal era lo habitual por esos años. Y así fue, en 1937, en plena Guerra Civil, Mercedes se casó enamorada de Eduardo Llosent y Marañón, perteneciente al círculo intelectual sevillano de los años treinta, fundador de revistas culturales tan significativas como Mediodía o Santo y Seña, director del Museo de Arte Moderno de Madrid, y considerado trascendental en la formación del grupo poético del 27. Estuvo casada hasta que en 1960 el tribunal eclesiástico declaró nulo el matrimonio. El amor se acabó, y dos años más tarde contrajo segundas nupcias con el industrial y anterior alcalde de Bilbao, José María Careaga y Urquijo. El objetivo de Amalia Hezode estaba cumplido: Mercedes Formica era una mujer emancipada.

La licenciatura en Derecho la finalizó en Madrid en 1948, había pasado la Guerra Civil y el divorcio de sus padres, que trajo miserias y necesidades para la parte vencida por las leyes, es decir, para la madre y los hijos. Una legislación que otorgaba todo el poder y protección al varón, con independencia de que éste fuera o no culpable en el proceso, y que la flamante abogada, una de las tres juristas en activo del Madrid de los 40, luchó por reformarla y la reformó.

El arranque surgió al decidir opositar al cuerpo de diplomáticos y descubrir que, entre los requisitos, figuraba el "Ser varón". Mercedes Formica emprendió la batalla. Decidió abrir su propio despacho en su casa. Sus clientas: mujeres maltratadas, separadas y vejadas por el Código Civil español. Una de ellas, Antonia Pernia, agonizaba en un hospital a causa de catorce cuchilladas de su marido. La penicilina la salvó, pero las leyes impedían que se separara debido a que el domicilio conyugal, los hijos y los bienes, si los tuviera, quedaban en poder de su agresor.

El 7 de noviembre de 1953, tras meses retenido por la censura, Mercedes Formica, que por aquellos años entró a formar parte de la nómina de colaboradores de Abc, publicó El domicilio conyugal, en donde hablaba sin tapujos de la dramática situación jurídica de la mujer, teniendo como protagonista del artículo a la desgraciada clienta. Fue un auténtico proyectil que desgarró el silencio y la modorra de la oscura posguerra. Reacciones de España, EE.UU., Francia, Argentina, Cuba, México, Brasil, Italia, Alemania, Suiza no se hicieron esperar en apoyo de Mercedes Formica.

El cambio se produjo el 24 de abril de 1958, tras una ardua campaña en solitario a favor de la mujer y después de obtener el beneplácito del propio Franco, quien era hijo de padres separados, las Cortes Españolas aprobaron la reforma de sesenta y seis artículos del Código Civil. Se trató de la mayor reforma sufrida por este cuerpo legal desde su promulgación en 1888. Fue conocida en honor de su impulsora como la 'Reformica'.

Mercedes Formica también escribió varias y buenas novelas. En muchas de ellas, la mujer aparece representada con absoluta dignidad: Vuelve a mí, Mi mujer eres tú, ¡Peligro de amor!, Bodoque, La casa de los techos pintados, A instancia de parte. Despojada de tópicos y mitos queda plasmada la Guerra Civil en Monte de Sancha y La ciudad perdida. Proyecta luz sobre los judíos españoles expulsados en Collar de ámbar. Rescata las figuras históricas de Ana de Austria y María de Mendoza, hija y amante de don Juan de Austria. Y Cádiz, Andalucía y España es trazada en sus memorias.

Hoy, diez años después de su muerte, apenas se recuerda a Mercedes Formica. Los nuevos tiempos jamás le perdonaron su militancia en el partido político de Falange Española, al que se afilia cuando oyó por radio el mitin inaugural pronunciado en el Teatro de la Comedia de Madrid, de manos de José Antonio Primo de Rivera, su verdadera pasión. Pero esto es otra historia.

A Mercedes Formica le aterraban los siguientes versos de la poetisa griega Safo: "Muerta, serás completamente sepultada; ninguna memoria quedará de ti, y la posteridad ignorará tu nombre". En Madrid, una calle en Las Rozas lleva su nombre; en Málaga otra larga, ancha y con buenas viviendas. En su ciudad natal, Cádiz, la biblioteca del Centro Municipal de la Mujer y una calle recóndita, sin salida y sin viviendas, homenajean su memoria.

El 23 de abril, Día del Libro, se conmemora la muerte de Miguel de Cervantes, del Inca Garcilaso de la Vega, de William Shakespeare y, para mí, de Mercedes Formica.

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