El barco de los condenados

Labrado en un costado de este velero, su nombre define a la perfección lo que vamos a encontrarnos entre su tripulación. Ladrones, timadores, asesinos, prostitutas… Gente de mala vida que se han unido a las órdenes de un capitán tan expeditivo como tenebroso, que también guarda en su pasado un hecho oscuro que le atormenta, habiéndolo convertido en un esclavo de la botella que siempre porta. Fiel amiga que se convertirá, sin el pretenderlo, en la puerta a la perdición.

Todos y todas tienen un relato del pasado que contar, pero cierran sus bocas, y lo único que les queda es rememorar entre lágrimas aquello que les hizo tomar la decisión de enrolarse en este carroñero bajel, que se alimenta de pescado podrido y las pocas riquezas que arrebata a todo barco que se cruce en su deambular por los procelosos mares.

Una de sus tripulantes es Sepia, una mujer de rotundo físico que también se ha rendido al olvido, sumergida en un alcohol que le recuerda una y otra vez aquello que ocurrió, rompiéndola por dentro, perdiendo lo que más quería, y que ahora trata de olvidar.

Precisamente un despiste de Sepia, totalmente borracha, hará que la historia dé un vuelco, ya que sin quererlo ni pretenderlo, el Carcoma encalla en una solitaria playa…

Allí encontrarán lo extraño, la semilla de un ser que será determinante en el futuro de los protagonista, esta tripulación a la que poco a poco iremos cogiendo cariño, ya que al fin y al cabo todos y todas son pobres personas que tratan de redimirse apartándose de todos a aquello que aman, como Cuervo de su hija, o Cangrejo de su arte.

Pero algo oscuro, ominoso, espera también en ese lugar. Algo que poseerá al capitán, dando rienda suelta a toda la oscuridad que lleva dentro. Un monstruoso cáncer que, mezclando con la amargura y el dolor, dará como resultado la mayor de las tragedias, y la violencia se desatará de manera inevitable.

Este cómic de Andrés Garrido, primera obra en solitario, es una autentica delicia para todo aquel que se sumerja en sus páginas. El autor posee una sensibilidad única para combinar momentos de sutil drama con escena de acción apabullantes, en las que te agarra por la pupila y no te suelta, llegando a contagiar las emociones que en esos momentos viven sus carismáticos personajes, a los que dota de personalidad con unas pocas pinceladas de sus talento como narrador.

En el aspecto gráfico, Garrido ha sabido absorber a la perfección sus confesadas influencias, llevando a las páginas unas de las mejores y más interesantes obras de este año que casi ha comenzado.

Carcoma habla de dolor, del abandono, del intento de olvidar, de la oscuridad que todos llevamos dentro y de las deudas morales que tarde o temprano habrá que pagar. Pero también habla de esperanza, de redención. Una obra que coloca a su autor como a uno de los jóvenes creadores españoles de cómic a los que no hay que perder la pista.