El barroco español en la colonia americana

Isabel Álvarez, durante su actuación en el Reina Sofía.
Isabel Álvarez, durante su actuación en el Reina Sofía.
Jesús Sánchez-Ferragut

16 de mayo 2012 - 05:00

XXVIII Festival Iberoamericano de Música Manuel de Falla. Soprano: Isabel Álvarez. Guitarra Barroca: Carlos Oramas. Percusión: Jonatan Rodríguez. Programa: Recital de obras de autores barrocos españoles del siglo XVII. Lugar: Centro Cultural Reina Sofía. Día: 14 de mayo de 2012. Asistencia: Medio aforo.

Este año, el Festival Iberoamericano de música Manuel de Falla, organizado por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, en su vigésimo octava edición, tiene un menor contenido de música clásica, aunque por otro lado, en cantidad de espectáculos resultará un festival mayor que el del año pasado, como consecuencia de las actuaciones que se añaden con motivo de la conmemoración del Bicentenario. Con todo, no son más de cuatro los conciertos que, dedicados a la música culta, figuran en el programa.

El primero de ellos, tuvo lugar el pasado lunes 14 en el Centro cultural Reina Sofía, y estuvo a cargo de los tres músicos que componen la Capilla del Real de Las Palmas, que hicieron un recorrido por algunas de las partituras del barroco español del S XVII que se interpretaban o fueron compuestas en las colonias españolas de América.

Una visión interesante de la importancia de la música española en la época, que no era poca, sobre todo cuando la situamos en enclaves tan poderosos como Lima, Méjico, Sucre o Potosí. En la Casa de la Moneda de esta última ciudad se acuñaban gran parte de los ríos de plata que desangraban el Cerro Rico de Potosí, financiador importante de parte de las empresas civiles y militares de la monarquía española. Es lógico que lo mejor de la música española de entonces se interpretara o se compusiera en sus iglesias, que nada tenían que envidiar a las del resto de Europa.

Las piezas instrumentales que se interpretaron el lunes fueron de Lucas Ruiz de Ribayaz y de Santiago de Murcia. El primero de ellos, nacido en Santa María Ribarredonda (Burgos) se hizo músico famoso tras viajar con el Conde Lemos, XVII Virrey del Perú a tierras americanas. Y el segundo, Santiago de Murcia, nació en Madrid, y de él han aparecido partituras en Méjico, aunque no viajara a América.

Carlos Oramas, guitarrista de la capilla de Las Palmas tuvo el lunes una estupenda intervención con la guitarra barroca, tanto en la ejecución de las melodías, como en el color y ritmo que le puso a los acordes, acompañados de la percusión sutil y precisa de Jonatan Rodríguez.

La obras vocales e instrumentales se fueron intercalando en el recital, resultando de particular belleza las piezas de Antonio Durán de la Mota Queditito airecillos y de Tomás de Torrejón y Velasco Desvelado mío. Durán de la Mota es uno de los más importantes compositores nativos del Barroco español en América, y fue maestro de capilla en Potosí. El otro autor, Tomás de Torrejón, natural del Albacete, pasa por ser uno de los grandes compositores de un género muy extendido en la colonia: El villancico barroco, así como el haber compuesto la primera ópera que se representó en las colonias: La púrpura de la rosa.Ambas piezas vocales sonaron particularmente bien en la bonita voz que posee Isabel Álvarez, soprano de la Capilla del Real de Las Palmas, y que se adapta perfectamente a este tipo de música barroca, agradable de escuchar, sin grandes complicaciones, y alegre, a pesar de ser fundamentalmente de inspiración religiosa.

El concierto del lunes resultó muy del agrado del público asistente, que pudo ver una pequeña muestra del barroco que en el S XVII se importaba o se producía en la colonia americana, un barroco diferente del de las misiones de las reducciones jesuíticas de la Chiquitanía boliviana, o del Paraguay y Norte de Argentina, más conocidas, o que quizás nos suenen más por películas como La Misión.

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