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Álvaro Romero
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Anabel Rivera es de esas mujeres que no se arrugan ante los desafíos. Los plancha con una sonrisa, con talento y con dos o tres estirones de empeño concienzudo. Anabel Rivera es de esas mujeres que nunca dicen que tienen miedo (¿quién dijo miedo?), es de esas mujeres que prefieren utilizar la palabra respeto. Por eso, cuando comenzó a darle vueltas a su próximo recital huyó de sus propias lecciones aprendidas, volvió la cara al camino fácil y se puso a sí misma "un reto". "El gran reto de la palabra, el reto de interpretar", dice resuelta la cantaora gaditana durante la presentación de ...Y pa alcahuete mi pañolón, el premio a la carrera de obstáculos contra sí misma que ayer acercaba a los medios de comunicación en la Asociación de la Prensa de Cádiz.
El envite le rondó en forma de sentencia, de una frase escuchada en alguna bulla de patio, de afirmaciones hoscas de vecindona (¡y para puta yo y mi pañolón!). Y es que hasta las palabras más inesperadas se pueden quedar dormitando dentro, vaciarse y volverse a llenar de otros significados, de otras emociones... Algo así le ocurriría a la intérprete que no se achanta al recordar que "esa fue la frase" que dio origen a este "monólogo flamenco" donde una mujer que vive su vida en secreto le desvela los rincones más ocultos de su alma a un pañolón que para ella es mucho más que una simple prenda.
En este diálogo, donde Rivera entrevera sus propias emociones y la de otras grandes mujeres, grandes artistas del flamenco de nuestra provincia, hay otras voces que al oído le fueron indicando el camino a seguir para no perderse dentro de "su gran reto". Dos de esas voces, la de Paloma García y la de David Palomar la acompañaron ayer en la presentación del espectáculo que se podrá ver en la Sala Central Lechera los días 8 y 9 de este mes.
"En este, como lo hemos bautizado, monólogo flamenco, Anabel despliega todos sus encantos. Se crece de una manera animal, que es como deben crecerse en el escenario las grandes artistas, fundiéndose con las tablas. Así lo hemos vivido en los ensayos, como una realidad, no como una ilusión y seguro que así será en el estreno", explicaba Paloma García, directora escénica y autora de algunos de los textos de un montaje "hecho a su medida" porque "aunque no habla de ella sí habla de una manera profunda sobre las sensaciones que le provoca el mundo y de las mujeres que lleva en su corazón", detallaba.
Mujeres como La Paquera, La Sayago, Lola Flores, Carmen Amaya, Adela de Chaqueta y Mariana Cornejo cuya impronta aparecerá aquí y allá durante un espectáculo que cuenta con la dirección musical de esa otra voz que acompaña a Rivera tanto en esta aventura profesional como en su vida personal, la de su marido David Palomar.
"David tiene el gran don de adecuar a los palos flamencos casi cualquier letra", alababa la cantaora que también destacó la labor de Jesús Bienvenido en la composición de letras "que también me llaman mucho la atención porque hablan de cosas actuales, que están pasando ahora", relataba la artista que adelantó algunos títulos como "las seguiriyas del PP".
Rivera no se olvidó de nadie. De ninguno de los compañeros que "han hecho posible" este espectáculo -que llega tras Puerta con Puerta (2009)- preñado "de artistas de Cádiz", como resaltó García. Tanto las cantaoras a las que se homenajea, exceptuando Carmen Amaya, como los integrantes del plantel artístico proceden de la geografía gaditana, "bueno, menos Edurne Rodríguez Muro que es vasca pero que ha tiene unos textos preciosos", piropeaba.
Con todas las entradas vendidas de la función programada en un principio, Anabel vivió "con mucha emoción" la inclusión en el programa de la Sala Central Lechera de una nueva noche para la puesta en escena de su espectáculo. "Y me gustaría que caminara", añade la cantaora que quisiera mover ...Y pa alcahuete mi pañolón por "todos los teatros y las salas que sea posible".
De hecho, Rivera no descarta que este montaje se pueda convertir en un disco "metiéndole algunos temas más", realmente, "también sería uno de los objetivos si todo saliera bien y si la cosa viene bien", auguró.
"Yo espero que guste, a nosotros nos gusta ya mucho", reía "una de las cantaoras jóvenes que más pueden representar al cante de Cádiz", tal y como la tildaba Palomar ante su cariñosa mirada.
"¿Miedo? Ninguno. Respeto. Eso sí. Yo siempre he hecho lo que he querido hacer cuando he querido no cuando tocaba. Empecé en esto con 17 años y ahora tengo 37. He preparado el espectáculo buscando huecos, trabajando mucho pero atendiendo a mi hijo, con mi marido un mes y medio fuera... Ya digo, un reto, pero ha salido adelante...". Lo dicho, Anabel Rivera es de las mujeres que no se arrugan. Y pa alcahuete, su pañolón.
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