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Con el libro 'Las bandas sonoras para despedir los días', José Carlos Fernández Moscoso presenta en el Edificio Constitución 1812 un recorrido personal y emocional por las músicas más destacadas del Séptimo Arte

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José Carlos Fernández Moscoso, durante la presentación, acompañado de Bruto Pomeroy. / Germán Mesa

Cádiz/¿Sabían que fue Bernard Herrmann y no Alfred Hitchcock quien dio con la clave de las asesinas cuchilladas en la ducha que más de seis décadas después siguen provocando un indescriptible pavor con solo oírlas? El genio británico quería para Psicosis apuñalar melones porque, según él, era lo más parecido al sonido de la hoja afilada penetrando la carne humana. El compositor, sin embargo, tiró de ornitología. Sí, lo que leen, y convenció de pleno al también director de Los pájaros. El protagonista de Psicosis (1960) y una de las sonrisas más escalofriantes del celuloide, Norman Bates, gustaba de la taxidermia, como muestra algún cuervo disecado durante el metraje. Y ¿a qué recuerdan los graznidos de esas aves? Afinen el oído al ver de nuevo la escena de la obra maestra y el acertijo se resolverá solo.

De estas y otras anécdotas, breves análisis y confidencias estuvo llena la presentación del libro Las bandas sonoras para despedir los días (Editorial Círculo Rojo), que el periodista y crítico de cine José Carlos Fernández Moscoso (Cádiz, 1969) ha realizado este jueves en el Edificio Constitución 1812 de la capital gaditana, acompañado de Bruto Pomeroy, coordinador de la Escuela de Cine de la Universidad de Cádiz (UCA), como maestro de ceremonias.

Un título que a priori suena "algo fúnebre", decía chistoso el autor, pero que adquiere su razón de ser en cuanto se rasca un poco en el porqué de la obra, como en una buena banda sonora que termina de darle sentido a la trama. "Soy muy activo en redes sociales y cuando llegó la pandemia de Covid, comencé a poner en mi Facebook un par de líneas acompañadas con una banda sonora", explica. Una vez superada esa aciaga etapa y a la vista del acompañamiento que Fernández Moscoso hizo a algunos internautas durante el tedioso confinamiento, casi sin querer activó el resorte que le llevó a desarrollar el contenido de este repaso crítico, pero a la vez personal y emocional por esas músicas que han hecho aún más enorme al Séptimo Arte.

Una razón más, "me va el sadomaso", bromeaba otra vez el escritor sobre la dificultad de conducir a buen puerto un libro que "me ha llevado cerca de cuatro años hacer, soy muy perezoso escribiendo", ha confesado. La escritura de Las bandas sonoras para despedir los días ha sido un trabajo que podríamos calificar de sinestésico: había que poner a trabajar todos los sentidos posibles en él para captar la esencia de cada detalle, de cada fotograma y sensación que provocan las melodías cuando entran en escena y te desbaratan -para bien y para mal- las primeras ideas sobre un largometraje.

"Este es un libro que también hay que ver", ha afirmado además. "Creo que es el único dedicado a bandas sonoras con códigos QR -confiesa-", que el autor ha querido incluir en sus páginas y que llevarán al lector a "secuencias, montajes o vídeos" de su canal de YouTube con el objetivo de seguir profundizando en la estrecha y fructífera relación del cine y la música a lo largo de la historia.

Y el último, que no por ello menos poderoso, motivo para querer emprender semejante aventura. José Carlos Fernández Moscoso, que fuera responsable de Último estreno, uno de los espacios radiofónicos más escuchados y recordados de Radio La Isla, ha asegurado que con este libro "he querido reivindicar la música de cine, que mucha gente cree que es música de ascensor, de anuncio" y que, sin embargo, es capaz de cambiarte el concepto entero de una película.

Porque música y cine bien entrelazados logran generar inquietud, como bien supo John Williams en Tiburón (Steven Spielberg, 1975), jugando también con los silencios; construyen personajes, como ese héroe sin capa ni antifaz que es Bruce Willis en El protegido (M. Night Shyamalan, 2000); o, incluso, te lo describen a través de un instrumento: en Ben-Hur (William Wyler, 1959) descubrimos, si ponemos atención, que Jesucristo suena a órgano celestial.

"Quiero que cuando nos sentemos a ver una película, lo hagamos con otra perspectiva", ha compartido José Carlos Fernández Moscoso quien, no obstante, ha advertido por último que "este no es un libro académico, no soy músico. Es un libro de sensaciones". ¿Y qué es el cine si no eso mismo?

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