Una ciudad en movimiento
Carteia
La potente urbe romana ubicada junto al Estrecho de Gibraltar exhibe vestigios desde época fenicia hasta bien entrado el siglo XX Varios proyectos han potenciado su valor los últimos años
Dicen que Carteia fue la primera colonia romana fuera de suelo itálico y que sus ciudadanos obtuvieron el título de Colonia Libertinorum en el 171 a.C. Y tuvo que ser, porque el recorrido por la urbe descubre al visitante numerosos vestigios de la que seguro fue una ciudad monumental en tiempos del Imperio Romano. En tiempos de Roma, cuando se expandió, tras el paso de fenicios, cartagineses, y previa instalación de los visigodos y árabes. Una ciudad con espectaculares vistas de toda la bahía de Algeciras, estratégicamente ubicada en el Cerro del Prado, en San Roque, entre el mar y el río Guadarranque, junto a Gibraltar y frente a una visible África en los días despejados. Un cruce de caminos que fue base de la flota romana y punto militar, flanqueada por numerosos sistemas defensivos, y jalonada por la industria marítima. Una potente urbe, en defintiva, siempre en movimiento, que sigue deshojando las capas de su historia entre los proyectos que en pocos años han conseguido multiplicar el número de visitas.
Así se presenta Carteia, de la mano de Manuel Jaén, su director, que junto a Diario de Cádiz recorre el circuito turístico que discurre por este hermoso paraje natural. El paseo arranca en el pequeño centro de recepción de visitantes, que no de interpretación. Unas modestas instalaciones que congrega una pequeña tienda y salita sin uso específico. Junto a este edificio, en el camino al primer punto visitable del yacimiento, se levanta otro edificio nuevo construido por el Ayuntamiento de San Roque y cuya finalidad no parece clara, aunque puede ser "un centro cultural vinculado a Carteia", comenta Jaén. Lo hace poco antes de subir las conocidas y monumentales escalinatas de época republicana que conduce a la planta de un edificio de época augustea que pudo ser de dos plantas y cuya función se desconoce. Junto a él hay restos del que fue un gran templo de época republicana, "que pudo alcanzar una altura de unos 12 metros y ser uno de los más grandes de Hispania, con un podium de 18x24 metros", puntualiza este conservador y restaurador. Un espacio de marcado carácter sagrado asentado sobre un altar de época púnica.
Precisamente de época fenicia apenas queda constancia material, salvo una muralla labrada en piedra. Fueron estos navegantes los primeros en descubrir el lugar, asentándose en la zona industrial aledaña.
De época romana también se observa una "vivienda señorial que alcanzó las dos plantas", que integra un impluvium para la recogida de agua, y restos del porticado de la calle, así como una gran piscina, "una pileta que puedo ser para rituales religiosos".
Llama la atención la reutilización de los materiales, muy palpable en la necrópolis visigoda que rodea el templo romano, perpetuando el uso sagrado, pero todavía "por excavar".
Y es que Carteia tiene mucho que destapar, mucho trabajo por delante, pese a los que se han desempeñado "a lo largo de 50 años". En los últimos 20 ha sido la Universidad Autónoma de Madrid la encargada de desarrollar campañas arqueológicas casi todos los veranos, informa el director de Carteia.
El trayecto continúa por el mismo sendero, dejando de nuevo atrás la recepción y adentrándose en un camino abrazado por dos filas de álamos. "Un pulmón verde, punto de paso de aves y con múltiples especies vegetales". Un bonito paisaje que contrasta con el que la refinería petrolera Cepsa marca en sus aledaños, con torres, tanques y estrucuturas que interrumpen la estampa a lo lejos. Es la cruz y la cara del yacimiento, pues es Cepsa quien aúpa mucho de los proyectos que se desarrollan en el enclave arqueológico, al hilo del convenio de colaboración suscrito con la Consejería de Cultura de la Junta, con la aportación de 15.000 euros anuales. También "nos apoya siempre el Ayuntamiento de San Roque".
La partida de este año se ha destinado al estudio e introducción en circuito de una de las joyas de esta urbe del Imperio. El teatro romano, hasta hace unos meses invadido por la maleza y ahora integrado y perfectamente delimitado en el terreno gracias al estudio geofísico puesto en marcha este año. De este modo, un panel, el más flamante y actual de cuantos integran el recorrido, pone en pie en 3D el aspecto de un teatro "que por sus dimensiones era muy parecido al de Mérida", con 78 metros de diámetro, 2.500 metros cuadrados de grada y aforo para 5.300 personas. Desde la zona más alta del enclave se observa en pendiente su monumental planta, marcada por balasto (grava gruesa) allá donde la propia piedra no se conserva (se ve parte de la escena y graderío). Una intervención que proyecta en el imaginario del visitante su posible imagen. Los estudios también han sacado a la luz la existencia de una plaza portificada tras la escena y estructuras bajo tierra que algún día podrían excavarse. "De momento vamos a conservar", esgrime Jaén.
Pero no cesan las huellas de la magnitud romana, que reaparecen en su gran complejo termal. Un repertorio de piscinas de agua caliente y fría, vestuarios, letrinas, así como la palestra dedicadas al ejercicio físico. Un auténtico spa tal y como lo conocemos hoy, del que se conservan restos incluso del sistema de calefacción del suelo y del majestuoso mármol que lo revestía. Un centro próximo a otra domus de gran poderío que fue incluida en el recorrido hace pocos años y que constituye la última parada de época romana, además de la factoría de salazones en la zona anexa al mar, junto al denominado Jardín de la playa.
Entre ambos puntos se encuentra la Torre del Rodacillo, coronando un área con fuerte espíritu defensivo. Junto a un tramo de muralla romana -del que hay varios lienzos rodeando todo el conjunto-, esta torre denfensiva se mandó a construir por Felipe II para prevenir de los ataques berberiscos. "La importancia estratégica del lugar se confirma a lo largo de la historia con la construcción de varios búnkeres militares de la II Guerra Mundial, así como de un sistema de trincheras y pozo de tiro en las inmediaciones". Un búnker que ha sido musealizado -inaugurado en 2013-, aportando al circuito un sorprendente punto y final. Que más bien es un punto y aparte. Porque Carteia avanza, remueve y promueve su historia. La de una ciudad en movimiento.
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