El corto con huella gaditana que compite en los Premios Goya
audiovisual
'Todo está perdido', de Carla Pereira y JuanFran Jacinto, adapta las tiras creadas en los años 90 por el historietista Paco Alcázar
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Sobre el papel, las ocurrencias de Todo está perdido Todo está perdidofueron viendo la luz a finales de los años noventa, una época en la que Paco Alcázar (Cádiz, 1970) estaba metido en la línea del humor negro, “y me apetecía cambiar un poco de rumbo”, añade. “Al principio, no sabía muy bien adónde iban o qué hacer con ellas, pero decidí terminarlas y acabé viéndole un sentido a toda la historia”.
Lo que adapta la propuesta audiovisual son “un par de páginas que hacían de prólogo en una recopilación que salió publicada y que luego tienen un desarrollo, con todo un universo que va creciendo alrededor de ellas”, apunta desde Barcelona el dibujante gaditano. Las historias de Todo está perdido se recopilaron por primera vez en 2000, y más tarde en El manual de mi mente (2007), un recopilatorio de Random House con distintas propuestas de Alcázar. El manual de mi menteEsta segunda vida, quince años después, de una serie de viñetas es algo completamente inusual. Máxime, cuando la aventura ha ido recogiendo reconocimientos durante su nueva encarnación: a la candidatura al Goya al Mejor Cortometraje se suman el premio al Mejor Cortometraje de Animación en el 40ª Festival Quartmetratges y el premio nacional en la 15ª edición Weird Market, además de 40 selecciones oficiales por todo el mundo.
Disponible en Movistar+, Todo está perdido muestra a los Pérez, una familia casi normal, aunque con conductas algo disfuncionales. De hecho, el rescate de estas tiras sorprendió a su autor, no sólo por el tiempo transcurrido, sino porque no parecía una labor fácil la de adaptar todas esas impresiones, que a más colmo jugaban con el “metalenguaje, parodiando un cierto tipo de entregas antiguas con un estilo más realista”. Lo curioso, continúa Alcázar, es que la de Carla Pereira y JuanFran Jacinto no fue la única propuesta que recibió el dibujante tomando como base sus antiguos dibujos: había otro plan para adaptar esta misma propuesta y, “de hecho -continúa-, por eso no pude decir que sí de inmediato: lo que no deja de ser curioso, dos personas que no tenían nada que ver, que se interesan a la vez por una idea de hace tiempo y teniendo yo otras cosas más sencillas de adaptar, como las historietas de Silvio José de El Jueves”.
El corto –producido por Mansalva Films, Mammut Films e Inaudita– aplica una técnica de stop motion de aspecto inquietante, no precisamente pensada para el público infantil, “y justo esa asociación juega a su favor, porque siempre te esperas cosas mucho más sencillas, un poco más infantiles, y cuando ves un mensaje extraño y para adultos todavía te impacta más”, explica Paco Alcázar.
“La verdad es que no era capaz de imaginar cómo podía adaptarse y luego, al ver el resultado, me pareció estupendo –dice–. Carla es una creadora con su propia visión de las cosas y ha llevado la propuesta a su terreno. Si algo tenía yo claro, además, es que no quería intervenir para nada”.
Y eso que Alcázar no se siente cómodo con las adaptaciones de cómic a cine, “sobre todo –puntualiza el autor–, con personas reales. Creo que son dos lenguajes más diferentes de lo que parece: lo que funciona en uno puede ser que pierda la magia fácilmente al trasladarse al otro. Creo que es más difícil encontrar buenas adaptaciones que con una novela, por ejemplo: cuando lees un cómic, te haces un poco tu propia composición de cómo funcionan las cosas; interpretas lo que estás leyendo, no es un storyboard, sino que ya estás metido en un mundo visual. En una novela puedes decir que lo que imagina el director es tan válido como lo que te has imaginado tú. O propones algo que funciona muy bien, o lo que al lector le gustaba, se pierde”.
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