Crímenes con ranas

Cómics

Llega las librerías la esperada conclusión de ‘Saint Elme’, una historia ‘noir’ muy especial

Detalle de la ilustración de portada.
Detalle de la ilustración de portada.
José Luis Vidal

15 de septiembre 2024 - 08:00

Si a Franck Sangaré le hubieran dicho que acabaría golpeado, torturado y casi quemado vivo, igual se lo hubiera pensado dos veces a la hora de aceptar aquel caso que en principio no parecía revestir demasiada dificultad. Tan solo tenía que encontrar el paradero de un chico.

Arno Cavalieri llegó al lugar y, como por arte de magia, desapareció. Ahora se le conoce como el Derviche, y ya no parece el mismo joven, ya que la ingestión de ciertas sustancias le llevan a vivir en un estado de constante subidón adrenalítico. Y a todo esto hay que sumar que se ha metido en asuntos bastante sucios con los mafiosos del lugar…

Saint Elme, aquel pueblecito, antaño tranquilo, estaba padeciendo de forma desaforada esa lacra a la que han bautizado como turisficación. Sus calles estaban invadidas por los forasteros que acudían como las abejas a la miel.

Gran parte de la culpa de que esto suceda es por la influencia de la familia Sax, encabezados por el padre, el ruin Roland Sax, que se pasa el día entrenando como si no hubiera un mañana, dejando en apariencia el manejo de los negocios a sus dos hijos, Tania y Stan, que no terminan de ser tomados en serio por su brutal progenitor.

Beatrice, la alcaldesa del lugar, y Jansky, que lleva las riendas de las fuerzas del orden, son dos meras marionetas manejadas a su antojo tanto por Sax, como su socio, Gregor Mazur, que en breve visitará la localidad para inspeccionar cómo va el negocio.

Entre este dramatis personae tan amplio, también conoceremos a otro puñado de personajes. Todos y cada uno de ellos va a tener su momento de importancia en la enrevesada trama, en la que lo criminal se cruza en más de una ocasión con lo extraño, rozando el extraño.

Como por ejemplo, Arthur Spielmann, propietario de La Vaca Quemada, que carga con un oscuro pasado a sus espaldas. Él regenta un hotelito donde se alojan Romane, que se pasa el día bicicleteando por los increíbles y bellos parajes del lugar, y su padre, que tal vez comience a manifestar ciertos síntomas senilidad. O tal vez sea otra cosa…

Paco es un tipo que casi no sale nunca de su cabaña, y que establecerá una relación de confianza con Romane, a la que contará su oscuro secreto.

La súbita desaparición de Franck cuando investigaba una cabaña donde sucedieron unos violentos hechos hará que Morba, su contacto en el lugar y dueña de un hurón, no tenga otro remedio que informar al otro cincuenta por ciento de la agencia de investigadores privados.

Se trata de Philippe Sangaré, que no comparte el color de su piel con la de su hermano, y llega a la localidad para destapar todo lo que está ocurriendo con una habilidad natural para husmear, y si surge algún tipo de problema que implique el uso de la violencia salir victorioso del enfrentamiento sin despeinarse su look afro.

Y finalmente, ¿Quién es esa cría con un extraño tatuaje en la espalda?

Las piezas están sobre el imaginario tablero, algunas realizarán movimientos desesperados, otras ni siquiera pensarán en las consecuencias de sus acciones, más de uno se dejará llevar por el odio, el dolor reprimido durante mucho tiempo…

Ah, y no temáis, lectores, pese a la cantidad de personajes, un reparto coral y las diversas situaciones con las que os vais a encontrar, en ningún momento os sentiréis perdidos.

Saint Elme es una de las mejores lecturas, como gran aficionado al género noir que soy, a las que me he enfrentado en los últimos tiempos. Esa acertada mezcla argumental que hacen los autores, que nos conducen a un paraje donde las ranas se cuelan en los rincones más inesperados y donde lo inesperado puede suceder. Desde que un fantasma se manifieste, pasando por el hallazgo de un manantial radiactivo, oculto en las entrañas del pueblo, todo ello sazonado con los tejemanejes de la mafia local.

Serge Lehman, guionista galo con una exitosa trayectoria en el cine y el cómic, que ya formó tándem con Frederik Peeters (Píldoras azules, Lupus…) en El hombre garabateado, vuelve a reunirse con el autor suizo para crear un cómic que te engancha desde sus primeras páginas, y no solo por su absorbente y original trama, sino además porque considero que Peeters es uno de los mejores dibujantes del momento. No hay personaje, escenario, que no lleve a las viñetas con suma maestría. Y qué decir del uso del color, que nos transporta inmediatamente de una situación a otra, acentuando la violencia o lo inusual, surreal de ésta.

Bienvenidos a Saint Elme y ¡Cuidado! No piséis a las ranas…

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