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"No podía desaprovechar la isla de Alborán como escenario perfecto para un thriller"

daniel fopiani | escritor

El autor rinde homenaje al clásico 'Diez negritos' en 'El corazón de los ahogados', la novela que publica con Espasa y en la que también trata el drama de la emigración

El escritor Daniel Fopiani (Cádiz, 1990), durante la entrevista. / Julio González

–Entre todas las novelas de Agatha Christie, ¿por qué ‘Diez negritos’ como inspiración para ‘El corazón de los ahogados’?

–Fue una idea, o más bien una iluminación, que surgió en el año 2009 en Alborán, donde estuve destacado tres semanas. Ya por entonces no pude evitar relacionar esa pequeña isla con la isla del Negro –en ediciones más actuales, isla del Soldado– que aparece en la novela de Agatha Christie. La isla de Alborán es una roca de 600 metros de largo donde, durante varias semanas, tienen que convivir 11 o 12 personas, sin poder salir. Fue una isla que conocí entonces, porque no sabía de su existencia, y creo que como a mí le ocurre a mucha gente... De hecho, cuando estuve allí ya escribí alguna cosa, y salí con la sensación de que un día tendría que hacer algo parecido a lo que he hecho ahora, pero por entonces no me encontraba preparado para meterme en una historia que rindiera homenaje a uno de los títulos de misterio más conocidos.

–Agatha Christie debe haber enganchado a millones de personas al mundo de la novela negra. Y mientras, ella tenía la sensación de que lo que escribía no tenía calidad.

–Algo positivo, porque muestra a un autor que es humilde y que respeta tanto el oficio que piensa que lo suyo no vale nada. Agatha Christie ha enganchado a muchos lectores, también, muy humildemente, porque muchos de sus títulos se pillaban en saldos, de segunda mano... de la cantidad de ediciones que tiene. De hecho, los libros que yo tengo de ella salieron de Raimundo.

–La verdad es que es el escenario ratonera perfecto.

–Un edificio con un faro, un cementerio con sólo tres tumbas, y una gruta que la atraviesa de punta a punta. Medioambientalmente, además, está declarada Zona Especial, y siempre hay allí un biólogo de la Junta. Reúne todos aquellos elementos que a mí me resultan atrayentes para ambientar un thriller, y no podía desaprovecharlo.

–Para el que le gusta el género, es un punto de partida muy disfrutón.

–Yo me lo he pasado muy bien. Mira, la segunda vez que estuve en la isla fue en invierno de 2011, con mal tiempo. Nos pegamos veintitantos días sin salir de la estructura, porque hacía un viento tan fuerte que te podías caer al mar; si por lo que fuera tenías que salir, era siempre acompañado. El escenario es en sí bastante claustrofóbico, pero cuando se está allí encerrado durante tantos días es mucho peor. De hecho, se habla de la “alboranitis”. El sentimiento de aislamiento, de soledad, que provoca la isla, existe de verdad.

–La voz protagonista es la de Julia Cervantes. ¿Cómo ha sido la incorporación de la mujer al Ejército?

–La mujer está en las Fuerzas Armadas desde el 88, pero no es hasta el 99 que puede participar en todos los destinos operativos (paracaidista, operaciones especiales...) Desde que soy militar, yo he visto una igualdad total. La única diferencia es el número de integrantes. Por eso me resultaba muy interesante resaltarlo: un pequeño homenaje a todas las mujeres que no han escogido un camino fácil, el de servir a España en uno de los cuerpos más exigentes que existen, el de la Armada. Y me gustaba también la idea de resaltar la necesidad de esa coraza aguerrida, autoritaria, que hay que crearse para no parecer débil.

"Mis libros de Agatha Christie son ediciones de segunda mano de Raimundo"

–Una protagonista que mezcla ansiolíticos y armas.

–Según mi experiencia, al menor indicio de inestabilidad mental, los protocolos se activan. Yo creo que, en el Ejército, esto sucede con más atención y celeridad que en cualquier otro sector.

–Otro de los temas que menciona es la dicotomía entre vida civil y militar, y esa nada que se abre para muchos a los 45 años.

–Es un tema que se comenta mucho dentro del mundo militar y en la sociedad. Compañeros que han pasado de todo en su trayectoria, sacrificando meses fuera de casa, de repente se convierten en material fungible. Puedes tener un expediente estupendo a nivel militar que luego, cuando sales a la vida civil, eso es papel mojado si no tienes otra cosa. No quería tratarlo desde el conflicto, pero sí plantear que es un vacío que tenemos a nivel social.

–Es difícil el salto respecto al desempeño, pero también en lo emocional.

–Es cierto que, por naturaleza, tienes que pasar seis meses fuera de casa, lo que a nivel de conciliación da unos problemas evidentes. También es cierto que en los últimos años he visto un progreso: aumentan los permisos de paternidad, hay más facilidades para estar en casa, se puede solicitar la reducción de jornada laboral por hijos, no montar guardia ni maniobras...

–‘El corazón de los ahogados’ presenta dos historias, la de misterio y la de emigración.

–Como jefe de los Equipos Operativos de Seguridad en la Armada, es un asunto que he trabajado durante años. En parte, ha sido un poco un exorcismo a partir de las experiencias vividas. Deja entrever cuál es el funcionamiento de las mafias, pero a mí me interesaba mucho más desarrollar las miserias que pasan por intentar ofrecer a sus hijos una vida digna, porque en gran parte, va de eso.

–Precisamente, a partir del personaje de Doudou, aparece el mundo de lo onírico, de las premoniciones, y de los fantasmas. De hecho, también aparece la voz de una farera enterrada allí, ¿el caso es real?

–La presencia de todo ese otro mundo paralelo está también en La carcoma, en La melodía de la oscuridad... Yo creo que estará en todo lo que haga. E Isabel Espinosa, el testimonio ultraterreno, es el nombre de una de las tres tumbas que hay en el cementerio de la isla: el de ella, la mujer del farero; el de la suegra y el de un piloto alemán de la II Guerra Mundial.

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