Tres décadas en la memoria

El descubrimiento del sarcófago antropoide femenino tuvo gran repercusión mediática y social en la ciudad, que lo acogió como si de un pariente se tratara. Escritores, historiadores y periodistas -entre ellos el desaparecido redactor de este periódico Agustín Merello, que la bautizó como la Dama de Cádiz- se han hecho eco a lo largo de estos treinta años de la historia de la que hoy se erige como uno de los emblemas de la ciudad.

Su pareja de hecho en el Museo de Cádiz, el sarcófago antropoide masculino, le allanó el terreno un siglo atrás, cuando fue descubierto en mayo de 1887 en Punta de Vaca, por los terrenos de Astilleros. Un hecho reflejado tímidamente en la prensa del momento, que apenas dedicaba unas líneas al hallazgo. "Otro sepulcro" era el titular que aquel 31 de mayo ofrecía al lector Diario de Cádiz, al que seguían unas pocas líneas sobre las características físicas del sarcófago. Un día más tarde, se amplió la información en vista de la importancia del hallazgo. Esta edición habló del levantamiento de la cubierta por parte de Cayetano del Toro y Adolfo de Castro, como miembro del comité del Museo Arqueológico.

Y es que la comunidad científica europea descubrió entonces que Cádiz, Gadir, tuvo un destacado papel en el mundo fenicio. Veinte años antes habían sido descubiertos los sarcófagos de la necrópolis de Sidón, en El Líbano -similares a los de Cádiz- cuya relevancia fue descifrada en el Louvre. A estos se suman los hallados en Palermo, Sicilia. Pero de todo Occidente, el de Cádiz era el único ejemplar existente, que en 1980 dejó su soledad para compartir el resto de sus días con la dama gaditana, a la que no conoció en vida (les distanciaban alrededor de tres cuartos de siglo).

"Fue un mito descubrir el sarcófago antropoide masculino, una gran noticia a nivel europeo y un referente en la arqueología española. Cuando se conoció la noticia del segundo, se supo enseguida la relevancia de aquel hallazgo", comentaba Juan Alonso de la Sierra, director del Museo de Cádiz.

Lo que aún no está nada claro es el lugar de origen de los sarcófagos, que si bien no procedían de los talleres de Sidón, podría tratarse de otro del sur de Italia o uno local. Eso sí, ambos fueron encargados al mismo artesano: el encargado de labrar el semblante que, tras la muerte, querían mostrar estos personajes pudientes tan vinculados a Fenicia y a la memoria de todos los gaditanos.