La deseada ampliación del Museo de Cádiz que se ha hecho eterna
Patrimonio de Cádiz
El Museo provincial lleva décadas esperando que se ejecute el proyecto para crecer hacia el Tinte
De la ampliación del Museo de Cádiz se habla desde décadas. Casi se empezó a plantear cuando se unieron el Museo de Bellas Artes y el Museo Arqueológico, allá por 1970, pero cobró relevancia y se convirtió en un proyecto irrenunciable cuando, a principios de los años 90, el edificio de la plaza de Mina fue sometido a una profunda remodelación que contribuyó a modernizar el entonces anacrónico discurso expositivo del Museo.
Hace, pues, más de treinta años que oficialmente se consideró la imperiosa necesidad de que el Museo de Cádiz creciera ocupando las dependencias anexas del Callejón del Tinte. Para ello era fundamental el traslado de la Escuela de Arte. Esa fue, en verdad, la primera excusa para no afrontar desde el gobierno central de turno las obras de ampliación.
Pero la Escuela de Arte se fue, a la Casa de las Artes junto a los conservatorios de danza y música, y la ampliación siguió siendo una quimera que además se topó con una nueva excusa: la rehabilitación de la Casa Pinillos para incorporar al Museo este edificio construido entre los siglos XVII y XVIII, ejemplo del esplendor comercial e histórico de Cádiz y que fue legado en 2005 al Ministerio de Cultura por Carmen Martínez de Pinillos.
En septiembre de 2011 se inauguró la Casa Pinillos, con la presencia de la entonces ministra de Cultura, la cineasta Ángeles González-Sinde. Desde entonces, tampoco se ha sido capaz desde las instituciones de sacar adelante el proyecto museístico de la casa, que servirá para mostrar todo lo que fue aquel Cádiz comercial, adinerado y pujante.
Y si la Casa Pinillos no sale adelante, pues de momento solo ha acogido exposiciones temporales y hay un proyecto para acoger un rincón dedicado a Falla, la promesa de ampliar el Museo hacia la parte del Callejón del Tinte, donde precisamente hace más de un siglo se encontraba el Museo Arqueológico, ha caído en un saco tan roto como rotas han sido durante décadas las promesas incumplidas por los gobiernos de uno y otro color que se han manejado desde Moncloa. La exigencia de la ampliación, como es habitual en estos casos en los que la política enfanga la vida cultural, ha venido siempre del lado de la oposición, que olvida la demanda en cuanto empieza a manejar presupuestos y a firmar decretos, es decir, cuando de verdad pueden ejecutarlo.
El proyecto de ampliación es vital para el futuro del Museo de Cádiz. No sólo para exponer más piezas de las que ahora se muestran, sino sobre todo para exponerlas mejor y para que el Museo cuente con una zona de entrada, la del patio del Tinte, con muchas más posibilidades museísticas que la actual sede.
El calvario de la Real Academia Provincial de Bellas Artes
Una de las instituciones más afectadas por la no ampliación del Museo de Cádiz es la Real Academia Provincial de Bellas Artes, el germen precisamente de la institución cuya sede se encuentra en el edificio del Callejón del Tinte y que sufre, como pocos, el mal estado de la montera del Museo, que obligó a la academia a cerrar sus instalaciones y a trasladar su rico patrimonio a otras dependencias del Museo. Por eso, porque la ampliación del Museo les beneficiaría, el presidente de Bellas Artes, José María Esteban, se ha propuesto, como ya dijo a este periódico, “intermediar con el Ministerio de Cultura a través de su Dirección General de Bellas Artes, y con la complicidad de la Junta de Andalucía, a través de nuestros propios compañeros académicos, para transmitir y requerir la urgente necesidad de ejecutar la tercera fase del Museo, donde están nuestros espacios históricos a los que ineludiblemente debemos volver cuanto antes”.
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