Un estudio desmiente que la Atlántida esté bajo aguas de Chipiona: "Son formaciones geológicas"
Arqueología subacuática
Dos expertos de la Universidad de Huelva afirman que se trata de una “formación geológica” y que no existe la acción del hombre en los hallazgos presentados ante los medios
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El mito de la Atlántida vuelve a ser desmontado una vez más. Si un equipo de investigadores lo sitúan en las profundidades del mar gaditano, junto a Chipiona, bajo el que afirman que yacen unas grandes estructuras circulares concéntricas que parecen murallas artificiales similares a las que describía Platón, dos investigadores de la Universidad de Huelva (UHU) lo desmienten y lo argumentan científicamente. Según estos expertos, Juan Antonio Morales y Claudio Lozano, “no existe ningún tipo de evidencia de acción humana en esta zona, sino formaciones geológicas que son similares a las directrices tectónicas que existen en la costa de Tarifa, a la altura de Punta Paloma o de Bolonia”.
Así se desprende del estudio ‘Los fondos de la franja sublitoral de Chipiona’ en el que emprendieron una prospección geofísica costera y cuyos resultados han sido facilitados a este medio por el Centro de Arqueología Subacuática, a través del IAPH (Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico), una vez cuestionado por este tema, tras la rueda de prensa que tuvo lugar hace unas semanas sobre los recientes hallazgos de lo que aseguraban que podía tratarse de La Atlántida. Oficialmente desde Delegación Provincial de Cultura no se han pronunciado al respecto.
“Y si no es La Atlántida, ¿qué es?”, preguntaba durante otra rueda de prensa posterior para presentar la serie documental que sobre esta enigmática ciudad se emitió hace apenas unos días en el South International Series Festival de Cádiz, el propio realizador de la cinta y también arqueólogo al frente de estos trabajos, Michael Donellan. Una posible respuesta la ofrece Juan Antonio Morales, doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad de Sevilla y catedrático de Estratigrafía en la Universidad de Huelva, que ya rastreó esta misma zona en 2010 y afirma que “esta formación rocosa podría ser fácilmente confundida con pavimentos, muros y escaleras de factura antrópica”. A él mismo le ocurrió cuando bajó a bucear para documentar la zona.
Pero cuando analizaron lo que había ahí abajo dedujeron que nada que ver con la ansiada isla hundida más allá de las columnas de Hércules, que decía el filósofo griego en referencia al sofisticado lugar. “Se pueden ver rasgos almohadillados que recuerdan a la disposición del adoquinado de un muro, pero no es posible porque constructivamente no se construye así, nadie pone un ladrillo encima de otro, para que resista se colocan a la mitad”, explicaba.
También hacía referencia al eje del pliegue del supuesto muro circular, “pero al construir un muro la junta entre bloques es perpendicular al mismo, los contactos entre bloques van rotando como rota el muro, y ahí no hay fractura, siempre está en la misma orientación, porque se trata de una fractura tectónica”, aseguraba. “Y son pliegues como los que hay en Punta Paloma y el Campo de Gibraltar, se han formado igual que lo hizo la Cordillera Bética”.
De hecho hay estructuras “que parecen tener la forma de escaleras o pavimentos, pero se trata de muros lineales caídos que han sufrido vuelcos”. Y es que el estudio resalta que hay tres fases sedimentarias diferentes a lo largo de la historia geológica, a su vez separadas por discordancias angulares. Esto significa “que se han producido movimientos tectónicos y los sedimentos más antiguos se deformaron produciéndose pliegues” acordes a dicha Cordillera Bética.
Respecto al tipo de roca, de la que tomaron muestra, señala que son cuarcitas, muy parecidas a las de la Unidad del Aljibe del Campo de Gibraltar, “aunque nunca antes se había encontrado tan cerca de la desembocadura del Guadalquivir”.
Lo que no descartan es que este tipo de bloques cúbicos fueran usados por el hombre hace 6.000 años, pues el nivel del mar era más bajo.
Para poner en pie este informe realizaron una campaña sonar de barrido lateral para localizar anomalías de fondo con tecnología de alta precisión. De hecho, rastrearon toda la costa desde Sanlúcar a Chipiona mediante el trazado de trayectorias de 240 metros y abriendo bandas de registro de 150 metros a ambos lados de la embarcación, “y allí donde vimos anomalías aumentamos la resolución a 25 metros e hicimos inmersiones con equipos autónomos de buceo”, realizando fotografías, filmaciones, mediciones de dirección y buzamiento de estratos y fracturas, además de tomar muestras de rocas.
El estudio se realizó precisamente durante el rodaje del documental 'En busca de la Atlántida', para National Geographic, donde se especulaba sobre asentamientos humanos en esta franja del litoral y se planteaba la posibilidad de que se relacionaran con otros situados bajo las marismas de Doñana. Ya entonces se determinó que no.
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