“‘El gran emigrante’ señala grandes verdades y condena grandes mentiras”

Manu Sánchez | Humorista y actor

El Teatro Falla acoge hoy y mañana la nueva obra del intérprete sevillano, que esta vez se mete en la piel, y el cuerpo, de un extraterrestre que llega a la Tierra y no puede salir de ella

El humorista sevillano Manu Sánchez.

–Regresa al Falla: ¿hay ganas de teatro, ganas de público?

–Nos alimentamos principalmente del público y es el único motor por el que nos metemos en esta aventura. Hay ganas de teatro, ganas de teatro lleno aunque sea ahora entre comillas y con ganas de Falla, principalmente. Es como si te dedicas a la ensaimada y vas a presentar tu producto en Mallorca. El Falla impone, empuja mucho a favor pero también impone. Y venir a hacer humor al Falla, a Cádiz, donde el humor es el pan de cada día y donde hay muchos grandes referentes, pues cuando el Falla y Cádiz te bendice una obra de teatro que tiene que ver con el humor, tiene sabor a doble triunfo.

–¿Habrá mucha diferencia al ver el teatro con tantos huecos?

–Diferencia va a haber seguro. Pero también creo que entre los que ahora deciden dar el paso de ir al teatro y los que nos estamos atreviendo a dar el paso de estar sobre las tablas, como hay una situación excepcional, también se crea como una magia especial. Los huecos duelen cuando son un pinchazo porque alguien no ha querido ir a verte, pero como ahora los huecos se entiende por lo que son, también se crea un ambiente especial.

Creo que tanto las compañías como los teatros tenemos ahora una oportunidad de apostar por la cultura, no solo recordar que es segura y nos alimenta el alma, sino que también le llena el frigorífico a mucha gente, que la cultura es industria. Que igual que cuando se cierra un negocio, cuando se cierra un teatro o un cine, hay mucha gente que deja de trabajar. Lo que sucede en el escenario tiene detrás mucha gente. Hay que tirar hacia delante como compañía y aplaudir la valentía de teatros como el Falla.

–Aquí se ha hecho un esfuerzo y funciona muy bien.

–Lo sé, y creo que hay que agradecerlo. Hay muchos teatros de titularidad pública que han decido cerrar para no complicarse. Creo que lo valiente es lo que ha hecho el Falla. Y es bueno recordar que desde el patio de butacas hasta el paraíso hay distancia y medidas de seguridad, que estamos viendo cómo en taquilla se acaban antes las entradas de butaca, y creo que es bueno decir que todo está numerado.

–Esta vez se ha ido muy lejos a buscar un personaje, al espacio. ¿Qué hay detrás de esa coraza humorística de su espectáculo?

–Más que coraza, es todo lo contrario. Es un regalo porque, al final, es el personaje el que habla, tiene sus manías, sus tics, su forma de pensar, se permite unas barrabasadas que yo, como Manuel Sánchez Vázquez, no me permitiría. Imagínate lo que te regala, un arma poderosísima. Haciendo teatro y utilizando todas las herramientas del teatro, esto se entiende perfectamente. Aquí es el personaje el que habla, que viene de muy afuera, es un observador que viene virgen, que ve lo que hay y lo analiza con la frialdad de no tener prejuicios. Y hay cosas que no entiende, cosas que no le encajan, que no atienden a ninguna lógica. El personaje sufre varios cambios durante la obra, que transcurre durante un año, con saltos temporales en los que el emigrante va cambiando su visión conforme va pasando tiempo en la Tierra. Llega con la misión de conquistar el planeta, pero su nave le falla y eso lo convierte en un emigrante. Y aquí vemos que cualquiera puede ser emigrante, en cuanto nos veamos desubicados y sin medios. Es una comedia que busca hacer reír, pero también meter el dedito en la llaga. Y creo que Cádiz nos ha enseñado esto, que lo contrario de la alegría es la tristeza, no la seriedad. El humor se puede hacer de una forma muy alegre, pero también muy seria. Y en algunos sitios confunden nuestra alegría con falta de seriedad, como si nos condenaran a la tristeza. Somos muy alegres, muy serios pero muy alegres. En los malos momentos, el humor es una herramienta terapéutica. Y ahí Cádiz es la que sienta cátedra.

–Andalucía y emigrantes van unidos. Tanto para salir a otros sitios como para ser puerta de entrada y lugar de acogida. ¿Aparece eso reflejado en la obra?

–De eso va precisamente la obra. De hecho, el cartel es un guiño a Juanito Valderrama con el emigrante, el de la salida, pero el personaje que vamos a ver sobre las tablas no es estrictamente el del cartel, es el que llega y recibe. Creo que primero no se nos puede olvidar que hemos sido tierra de emigrantes, de salida, y no hace tanto tiempo, hace cuatro tardes, y por lo menos eso nos tiene que ayudar a empatizar cuando estamos obligados geográfica y moralmente a ser tierra de acogida. Como hacemos humor, nos hemos llevado el personaje a la caricatura, no al emigrante subsahariano o del Perú, sino que viene de otro planeta. Eso nos permite hacerlo de una forma humorística, que no frívola.

–Digamos que es un extremo imposible que permite el humor.

–Claro, correcto. El extremo imposible es lo que nos regala la posibilidad de comedia sin caer en la frivolidad. Está cargado de paralelismo con la situación real, con la que hemos sido de salida y con la que somos de llegada. Y, además, lo estrenamos en diciembre de 2019, antes de que la pandemia se convirtiera en el tema único. Después de confinarnos, nos dimos cuenta de que este emigrante se queda confinado durante un año en la misma azotea a la que llega desde el espacio. Eso nos ha servido para hacer nuevos guiños a posteriori.

–Y hablando de la pandemia y aprovechando que su personaje viene de tan lejos, ¿cree en la Tierra hay gente que parece vivir en la Luna?

–Yo creo que hay muchas tierras, y quizás ese sea uno de los problemas actuales. En lugar de querer entender la realidad, estamos comprando nuestra propia realidad, eligiendo nuestra propia realidad. Todas las fake news, que es un eufemismo de la mentira y la manipulación, nos está llevando a que cada uno nos creamos lo que nos queremos creer, lo que no nos conviene es una conspiración de una alta esfera para manipularnos el cerebro..., y creo que el humor viene a reivindicar esos lugares comunes. A veces, las cosas son graciosas porque son verdad. Viene este marciano a señalarnos esta realidad, y que si se construye una realidad, es como hacernos trampas al solitario. La caricatura convence cuando lo que exagera es verdad. Exagerar verdades funciona para ser conscientes de ellas; exagerar mentiras es un acto de injusticia y reprobable. El gran emigrante señala grandes verdades y condena grandes mentiras.

–¿Manu Sánchez es partidario de buscar nuevos mundos o de arreglar este en el que vivimos?

–No sé si buscar nuevos mundos; a mí lo que a veces me sorprende es que queramos seguir buscando vida inteligente en otros sitios, cuando igual nos tenemos que remangar a ver si la encontramos en este. Lo que está claro es que antes de buscar vida en otros planetas, a lo mejor tenemos que buscar que la vida que hay en este planeta coma cinco veces al día. Y, por supuesto, y aquí como Manu Sánchez, cuando mundos diferentes se encuentran, lo mejor que hay que hacer es intentar compaginarlos y entenderlos. Lo de mezclarnos y rebujarnos, cuando el encuentro no es un choque, siempre ha salido bien.

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