La Concha de Oro de La Casería
La película Entre dos aguas en San Fernando
Israel Gómez, el actor protagonista de ‘Entre dos aguas, habla sobre su experiencia en la película que ha ganado el máximo galardón en el reciente Festival de Cine de San Sebastián
Apoyada la espalda en la colorida pared de una de las casetas de los pescadores y sumergida la vista entre los fangos y la mar dan puritas ganas de contradecir a Heraclito (“lo único constante es el cambio”) porque en La Casería parece que el Tiempo decidió alargar una siesta. Isra se fuma un cigarrillo, cree que él sí que ha cambiado, “algo”, duda, pero lo ilumina la misma naturalidad brutal de hace 14 años, le quema el mismo sueño y se prende en las mismas lealtades. La interpretación, Isaki, su familia. Dirige la vista a la playa de La Casería, deberíamos de cuidar más esto, ¿verdad?, también nos deberíamos de cuidar entre nosotros, todos los de aquí, amarillos, blancos, negros, tú me entiendes, todos... Pero esto está como siempre, tú sabes, nuestra rutina... Un día te levantas riéndote y otro llorando... Mejor si se tiene a la gente... ¿De eso va la película?, le pregunto; yo creo que sí, me contesta, Entre dos aguas es esto, lo de todos los días, lo que duele y lo que hace que te hartes de reír.
Eso no estaba antes ahí –la ilusión de una gran ola (será un barco, para mí es una gran ola que se traga a un barco) cambiando el skyline de Cádiz–; eso siempre estará –las aguas de la Bahía bañando la vida de Israel y Cheíto fuera y dentro de la película del realizador Isaki Lacuesta–; y aquello que siempre promete y promete, promete estar en las vidas de los gaditanos –el pórtico de Astilleros de Puerto Real– . Las vistas desde la playa de La Casería de Ossio tampoco han cambiado tanto en los doce años que separan La leyenda del tiempo y Entre dos aguasEntre dos aguas. La vida de Isra Gómez, adolescente revelación en la primera (más documental que ficción), actor protagonista por derecho en la segunda (donde la trama imaginada le gana terreno a la realidad), puede que esté a punto de dar el giro que siempre soñó.
Allí –allí es San Sebastián– le pidieron el teléfono muchos directores. Se interesó por él Paco León, también lo saludó Jose Coronado, lo felicitaron compañeros, gente conocida y desconocida. La preciada Concha de Oro del laureado festival que acaba de conquistar la película que protagoniza bien vale ese interés. También lo felicita ahora mismo, en su playa, un vecino, “¡eh, qué bien lo estás haciendo, pichita! ¡ole tú!”. Isra le devuelve un tímido gracias y una desvergonzada sonrisa.
El director
Isaki Lacuesta, muy satisfecho con su nuevo trabajo, alaba el trabajo del actor isleño y la belleza del barrio
Quizás ese es el secreto de este joven isleño, esa mezcla imposible de desparpajo y ternura que se materializa en una mirada que tan pronto se torna implacable como exquisitamente risueña . A mí el Isaki siempre me dice, ¿no eras tú cabrón de chico, no mentías bien ni ná? El Isaki, al que no le falló ni la intuición ni la experiencia cuando lo eligió entre más de 400 aspirantes hace casi 15 años para su Leyenda del tiempo, no lo dudó entonces ni lo duda ahora. “Lo tiene, Isra es un actor como la copa de un pino, en esta película lo ha demostrado, ha hecho un trabajo estupendo y puede hacer lo que sea”. El catalán está en un polígono entre Huelva y Sevilla viendo localizaciones para un próximo proyecto. ¿Pero ya está metido en otra idea? Apenas han pasado tres días desde que el jurado oficial del Festival de Cine donostiarra le concediera su segunda Concha de Oro. “Como ya dije en San Sebastián durante la semana antes de que se conociera lo del premio, “lo único que sé es que al día siguiente del fallo del jurado yo seguiré trabajando” Y aquí estoy, trabajando”.
Seguirá trabajando y, si por Isra fuera, trabajaría con él siempre. Es familia, es familia. Repite una y otra vez durante la conversación el joven de 26 años que conoció al realizador con 12 años y en un momento complicado de su vida. Un momento que lleva en la piel.
Un mujer llora junto a la calavera, que es la muerte, agujereada por un par de balas. Una esquina, una intersección maldita, un coche, la cara de su padre... La espalda de Israel Gómez es un fotograma fijo, una escena sacada de su vida –“la vida tiene a veces cosas peores que lo que sale en las películas”–, la del asesinato de su padre. Sí, quería tenerlo tatuado y me lo hice mientras estábamos rodando la película. Ahí estuve aguantando, pero bien, ¿eh? En tres horas y media creo que Paco me lo tatuó y eso sale en la película. Eso es verdad. Y que a mi padre lo mataron, también es verdad.
Isra se ha ensombrecido pero, pronto, suelta peso. No es que le preocupe demasiado lo que la gente pueda pensar, dice, pero, sin embargo, el actor quiere dejar claro lo que es la ficción y lo que es la realidad en Entre dos aguas donde vemos cómo se ha ido desarrollando la vida del joven protagonista de La leyenda del tiempo que vuelve a San Fernando después de haber sido encarcelado por narcotráfico y se reencuentra con su hermano Cheíto que también regresa a su ciudad después de una misión con la Marina en la que se ha enrolado.
Lo del tatuaje es verdad. El parto con el que arranca la película, (el parto en el que mi señora (Rocío Rendón) tuvo a mi hija Manuela) también está rodado de verdad. Sus tres hijas. Cheíto que es mi hermano ya sabéis que es verdad y que ahora está en la Marina pues también es real. Pero todo lo demás es ficción, es trabajo de los guionistas. Ni su mujer lo ha echado a la calle, ni nunca ha estado en la cárcel, ni anda metido en asuntos turbios.
De hecho, desde que debutara ante la cámara de Lacuesta en 2006, Isra ha trabajado en un par de proyectos audiovisuales, en la construcción y buscándose la vida pescando o mariscando. Pero nunca abandona su sueño. Isra quiere ser actor. Isra es actor. El rostro del isleño brilla entero cuando habla de su actuación, de cómo llora y ríe en la cinta y de los momentos más duros del rodaje, como cuando se hace un corte en el pie (“que ya lo veréis cómo estoy ahí”), o la escena del cementerio (”que ya la veréis también que es muy fuerte...”).
“Desde pequeños, desde entonces me llevan pidiendo salir en una película "de tiros y de acción”, me decían. Yo les decía a ellos que a mí no me apetecía mucho hacer ese tipo de películas pero después de estrenarse Murieron por encima de sus posibilidades me quedé sin excusas, así que Isra estaba encantado con el tipo de personaje que es el Isra que interpreta en Entre dos aguas”. ¿Eso te ha dicho Isaki, no? (Isra se ilumina) Es verdad, le hemos dado carga años... Así que los dos, el Cheíto y yo, locos estamos con la película.
Todos están locos con Entre dos aguas. El jurado del Festival de San Sebastián, su director y el equipo, los actores... Sólo falta el reconocimiento del público cuando el filme llegue a las salas comerciales el próximo 30 de noviembre, aunque todo parece indicar que la película de Lacuesta tendrá su estreno en San Fernando. Su director lo desea; su protagonista casi que lo confirma. Hay conversaciones ya, porque, ¿sería lo suyo verdad? Lo es, es lo suyo.
Lo es porque si ya en La leyenda del tiempo la playa y el barrio de la Casería tienen una presencia especial, en Entre dos aguas parece que la belleza decadente de esta cápsula del tiempo invade todo. “Tengo la sensación de que en mi primera película me centré más en los rostros de ellos, hicimos un tipo de plano que buscaba el retrato pero ahora en esta película el paisaje se abre al espectador porque ese espacio donde se mueven habla sobre su vida y habla sobre ellos y sobre quiénes son”, reflexiona el realizador que ganó su primera Concha de Oro en 2011 por Los pasos dobles.
Ahora, sentados en la playa con Isra en los albores de la tarde, con el Bartolo y el Muriel todavía cerrados, sólo con un par de familias mojándose los pies y un par de pescadores reparando sus barquillas, intentamos adivinar qué vio Lacuesta aquí, no sólo para rodar La leyenda del tiempo (la Casería no era un lugar que Camarón frecuentara especialmente) sino para regresar, algo que tuvo claro desde el principio. Él siempre dice que esto es mágico, que se quedó enamorado cuando lo vio y también que le gusta mucho la gente de aquí, que hay muy buena gente. Cierto. Son las mismas razones que esgrime Isaki Lacuesta cuando habla de este barrio de huertas y pescadores en la periferia de San Fernando que, sin embargo, en los últimos años algo se ha beneficiado de esa tendencia del turista (y del lugañero, también) de la búsqueda de lo auténtico.
“Un enclave único, con la Bahía y la marisma, con el puente y Cádiz y la gente... Es un lugar pequeño y hemos hecho muy buenas relaciones. De hecho, estoy muy agradecido al barrio...”
Y tú, Isra, ¿qué opinas?, ¿te parece esto, es más bonito que la playa de la Concha en San Sebastián?... Aquello también es bonito, me responde, yo no creía que lo era tanto... Es difícil... Esto será el paraíso, ¿no?, pero no estaría mal que en el paraíso hubiera más trabajo, suelta antes de exhalar la última bocanada de humo.
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