"No escribo todos los días pero me paso el día imaginando"
aida Rodríguez agraso. escritora y periodista
La autora gaditana presenta mañana su segundo libro de relatos, 'El inexorable destino de Joao Oliveira', en el café teatro Pay Pay
Cádiz/Ojos enormes, sonrisa amplia, voz cantarina e imaginación desbordante, Aída Rodríguez Agraso tiene la misma habilidad para no pasar desapercibida en una habitación como para contar con divertida minuciosidad lo que acontece en ella. El ojo clínico del periodista para desentrañar el revés de la realidad y la mirada atrevida del escritor para disfrazarla hasta hacerla, sorprendentemente, aun más real conviven en paz en los talentos de la gaditana que después de algo más de una década regresa a su tierra natal, el relato, con la publicación de El inexorable destino de Joao Oliveira que se presenta mañana en el café teatro Pay Pay.
"Más bien es una vuelta a la edición porque el relato es un terreno del que nunca me he ido, del que nunca me voy", redirecciona la actual jefa de área del Instituto Andaluz del Flamenco de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía que se considera una escritora "iconoclasta" en el sentido de "no al uso" ya que para ponerse a escribir necesita "una especial forma de estar en el mundo y conmigo misma".
Unas condiciones que a momentos se han dado en los últimos cinco años en los que están datados los doce relatos que componen el segundo libro de la autora de Sobre la ceniza (Diputación de Cádiz, 2006) que valora el acto de escribir como "un ejercicio mental muy fuerte" que va más allá de la acción de deslizar los dedos por el teclado o el bolígrafo por el papel. "A lo mejor yo no soy de las que todos los días se sientan delante de una pantalla y vuelcan cosas, pero sí que me paso todo el día imaginando, construyendo y construyendo, así que cuando me siento a escribir te aseguro que tengo al personaje en cuestión chillándome en el oído", ríe la periodista que trabajó en estas páginas, la sección de Cultura de Diario de Cádiz, durante quince años y las llegó a comandar.
Por ello, para Agraso no es cuestión accesoria que El inexorable destino de Joao Oliveira inaugure la colección Quiñones de la editorial Cazador de Ratas. "Es un honor, imagínate... Recuerdo cuando Fernando llegaba a la redacción con las Mijitas (su sección Las mijitas del freidor) ya mecanografiadas y se ponía a corregirlas bolígrafo en mano y, de vez en cuando, tachaba alguna diciendo ¡pero qué malo es esto, cabrón! Y reconozco que mientras voy corrigiendo mis relatos me he descubierto diciendo la misma expresión...", confiesa la multipremiada escritora (cinco de los relatos de su último libro han sido distinguidos con algún galardón) que, además, se congratula por que este poemario "ha sido una obra realizada íntegramente por mujeres".
De esta forma sólo tiene palabras de agradecimiento para la editora Carmen Moreno, "que lo que está haciendo con Cazador de Ratas no es normal, es algo superlativo", y para la fotógrafa Elisa Sánchez, autora de la portada del libro de relatos, "que ha sido capaz tanto de captar un momento del relato que da título al libro como de reflejarme a mí a través de objetos y detalles que dicen mucho de quien soy", argumenta la escritora que goza y presume de estar "entre amigos", de hecho, recalca que ella "sólo" publica si está "entre amigos". "Sólo lo hago como gesto de amistad. La primera vez fue porque me lo pidió mi amigo Jesús Fernández Palacios para la colección de Diputación y esta vez porque es mi amiga Carmen Moreno la que me lo ofreció", aclara.
Así, en noviembre del año pasado -"ha sido un proceso realmente rápido"- editora y escritora acordaron publicar una selección de relatos de Agraso que inaugurarían la nueva colección del sello gaditano. El inexorable destino de Joao Oliveira era uno de esos relatos seleccionados -"más bien que Carmen se empeñó en meter e incluso decidió que le daría título al libro"- para una obra compuesta por textos de diferentes géneros, extensión y pelaje pero que tienen un denominador común que no es otro que "el propio ser humano en toda su extensión, en la bondad y en lo más sórdido que pueda tener", adelanta la escritora.
"Yo escribo a partir de la vida, me interesa muchísimo escrutar los pequeños detalles que tiene la vida, me interesa muchísimo estudiar la forma de ser de la gente, como hay gente que es tan mezquina, o cómo hay gente que puede llegar a determinados comportamientos para bien o para mal", se define la literata que construye sus ficciones "siempre a partir de algo real, de cosas que he visto, de impresiones que me he llevado, de contradicciones y dudas, incluso, propias porque cuando uno cuenta, al final, se cuenta".
Historias como la que da título al libro, como Casa de campo con mar de fondo (fruto de una apuesta con una compañera del periódico que, muy desleal, nunca llegó a cumplir su parte), como Hay un oso en el congelador, como Ajuste de cuentas o como Lázaro resucitó en primavera, por destacar algunos de los títulos, que "no son más que historias de seres humanos en un mundo realmente fantástico". "No sé por qué me gusta disfrazarme pero me disfrazo constantemente y revisto mis historias con un halo de mundo insólito, desconcertante algunas veces, pero que lo que intentan es, sobre todo, mostrar a seres humanos a veces llevados al extremo".
Ojos enormes, sonrisa amplia, voz cantarina e imaginación desbordante. Aída ha vuelto.
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