“Yo escribo siempre del interior, lo mío es emocional, los conflictos”

Nélida Leal | Escritora

La autora gaditana, con 60 premios literarios a sus espaldas, ha sido la última ganadora del certamen de narrativa breve de Bodegas Barbadillo, con el relato ‘Miércoles de manzanilla’

La escritora gaditana Nélida Leal, poco después de ser declarada ganadora del concurso de Bodegas Barbadillo. / Bodegas Barbadillo

Aunque nació en Nuremberg, Alemania, por los azares del destino, Nélida Leal se considera gaditana. Aquí llegó con un año cuando sus padres, ambos emigrantes, decidieron regresar allá por 1976, a Cádiz. Aunque nunca se le pasó por la cabeza dedicarse a la literatura de manera profesional, Nélida acumula ya 60 premios literarios desde que hace una década decidió que la literatura iba a convertirse en el complemento de su vida laboral y familiar. Este mes ha ganado el certamen de narraciones breves de las sanluqueñas bodegas Barbadillo.

–¿Por qué se decantó por la vía de los concursos para entrar en la literatura?

–Al principio fue por pudor, porque la sola idea de que me leyeran me provocaba un nerviosismo tremendo. Yo soy muy insegura en ese aspecto, y me veo incapaz de ir a una editorial. Y no tenía tiempo ni capacidad propia para escribir una novela, simplemente yo podía escribir un relato, algo más corto, algo que me permitiera mi vida. Entonces, la forma de sacarlos a la luz, sin estar expuesta tú, era los concursos. Sigo pensando igual.Hay gente que me pregunta por la novela, que para cuándo, pero no me preocupa en absoluto; si tiene que llegar, llegará. Igual que llegó esto, que no se planeó y ahora es una parte muy importante de mi vida.

–Veo que también ha conseguido premios de poesía.

–En poesía me ha ido mejor que con los relatos, se podría decir, porque hace dos años y poco que empecé, y era algo, hilando con lo anterior, que no se podía forzar, que llegó cuando tuvo que llegar.A mí, la poesía ni me interesaba, ni la leía, ni me conmovía..., nada. Desde Bécquer, que lo leí cuando era chiquilla, nada.

–Ya resulta extraño que se decante por un género del que no es lectora.

–Pero nada. Y, sin embargo, llegó. Un compañero de concursos ganó un certamen de poesía, la leí y se produjo esa conexión extraña, y me gustó.

–Yo también puedo hacerlo, se dijo.

–Yo también puedo hacerlo y, además, me encantaría. Qué manera de llegar, qué manera de transmitir en menos palabras, con imágenes, de una forma muy distinta a la narrativa. Y lo intenté y, en proporción, me ha ido mejor porque he ganado premios más importantes en mucho menos tiempo.

–Y de la experiencia de estos dos años, de combinación de poesía y relatos, ¿con qué género se identificaría más?

–Eso es como elegir entre los hijos, es muy difícil porque tengo épocas en las que solamente escribo poesía, que es lo que me pide el cuerpo, y otras, por ejemplo ahora, no sé si por el confinamiento, que lo que me pide es relato. Yo me dejo llevar, no soy disciplinada, no me digo que tengo que hacer dos páginas o ahora escribir un poema. Hay concursos temáticos y podría decir: “Voy a escribir sobre tal”. Por ejemplo, este del vino, el de Barbadillo: yo no escribí a propósito. Yo tenía un relato en el que había un hilo conductor entre lo que el vino puede llegar a simbolizar en una vida y tal.

–¿Qué es exactamente 'Miércoles de manzanilla', que así se titula el relato premiado por Barbadillo?

–Sí. Bueno, yo no sé si tengo un estilo, los compañeros que me encuentro en las entregas de los premios me dicen que sí, que lo tengo, aunque yo no lo sé definir. Pero sí me doy cuenta que yo hablo siempre, que escribo, del interior, lo mío es emocional, los conflictos.Donde haya un conflicto, algo sin verbalizar, ahí es donde yo indago, donde yo voy. Es una tendencia que tengo y voy con ella, surge y fluye. Entonces, Miércoles de manzanilla cuenta la historia de un duelo, del duelo de un viudo. Yo voy retrocediendo en el tiempo, es una historia inversa, en la que el hombre, que ha sido maestro, metódico y ordenado, está repasando su vida hacia atrás, y a lo largo de esa vida, en su matrimonio, el vino de manzanilla tiene un papel fundamental porque era un homenaje semanal que ellos cumplían a rajatabla y que se convirtió en un rito, en una de esas tradiciones que en una familia acaban siendo lo que queda. Y es la historia que cuenta.

–¿Cree que se puede escribir de manera distinta un texto que se sabe que va a ser publicado de otro que está destinado a un certamen? ¿Escribe uno para sí mismo o para un futuro lector?

–Creo que no es incompatible. Yo escribo para mí, porque lo necesito, y si lo que yo escribo no me gusta, no sale, soy mi primera lectora, inevitable, que actúa como filtro. Pero sí escribo para que me lean, por supuesto, ese punto de vanidad, yo disfruto cuando me dicen que les ha gustado un relato, que se han sentido identificados. Este tipo de cosas me da oxígeno.

–Dígame tres recomendaciones literarias para este confinamiento.

–Acabo de terminar Las hijas del capitán, una novela de María Dueñas, y es un libro muy ágil que engancha, a pesar de que no es corto. En relatos, a Cortázar, cualquiera de Cortázar. Y luego, yo tengo una querencia británica muy acusada y leo a Rosamunde Pilcher, una autora que tiene muchos libros de relatos cortos, historias cortas que son muy cotidianas pero con mucho simbolismo, con mucho mensaje, además de que para mí describen una zona en la que viví durante un año, me evoca algo que me gusta mucho. Son historias del día a día que me resultan muy entretenidas y muy interesantes.

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