"La felicidad es muy incierta: un día ríes y al otro lloras; eso se ve en mis obras"

carolina áfrica. actriz, dramaturga y directora

La Escuela de Artes Escénicas La Ofendida acogerá el taller De la interpretación a la dramaturgia y dirección, desde hoy hasta el 28 de julio, que será impartido por Carolina África

Carolina África.
Carolina África.
Ana Cristina Ruiz Galvín

24 de julio 2017 - 02:06

Cádiz/Carolina África no se frena ante nada. Desde su niñez empezó a interesarse por el teatro, participando en actividades extraescolares y obras infantiles. Su vocación por la escritura la llevó a estudiar periodismo y de ahí empezó a combinar el arte de la comunicación con la interpretación. A sus espaldas lleva grandes éxitos y en 2012 fue ganadora del Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca por Verano en diciembre y candidata a tres Premios Max. Ahora ha fijado su objetivo en Cádiz y desde hoy al 28 de julio impartirá el tallerDe la interpretación a la dramaturgia y dirección, en la Escuela de Artes La Ofendida.

-Además de ser actriz, directora y dramaturga es periodista. ¿Cómo consigue combinar estas profesiones?

-No ejerzo el periodismo. Creo que hay una vinculación porque el teatro no deja de ser un arte de la comunicación. A partir de ahí combiné la interpretación con mi vocación, que era ser escritora.

-¿Cuándo comienza su pasión por el teatro? ¿Viene de familia?

-Desde pequeña nos han estimulado a hacer actividades extraescolares como danza o teatro. Mi abuela hacía algunas representaciones en el pueblo, al igual que mi madre. Yo desde la infancia me recuerdo jugando a hacer obras de teatro y montarlas en fin de curso. Ahora el juego tiene un componente más serio y profesional; ese germen lo intento mantener en los seminarios y obras.

-¿Qué temática suele tratar en sus obras teatrales?

-Hay grandes temas universales que se repiten en mis obras como el amor, la amistad o la familia, tanto la que no elegimos como la que sí, que son los amigos. De temática hablo del alzheimer como homenaje a mis abuelas que padecieron demencia senil. En Vientos de Levante también he hablado de la ELA. De todas formas, no me gusta que se me encasille en teatro social, aunque lo trate. También hablo de la felicidad, que es muy incierta: un día ríes y al otro lloras; eso se ve en mis obras.

-Ahora impartirá el taller De la interpretación a la dramaturgia y dirección. ¿Deben ir estos tres roles teatrales unidos de cara al aprendizaje del joven actor?

-Deben ir juntos pero el alumno no tiene por qué querer dedicarse a estas labores. Cada una enriquece a las otras. Hay una línea muy delgada que separa estas profesiones. Al final un actor no deja de interpretar unas palabras y un director dirigir, al final se retroalimentan.

-¿Qué tipo de actividades realizarán en el taller?

-Será muy lúdico. Haremos juegos expresivos propios de la interpretación y a partir de la música y textos para que todos puedan escribir tomando de referencia los recuerdos y anécdotas. Todos van a pasar por escribir y usar a los compañeros como actores.

-¿Qué claves hay que seguir para ser un buen dramaturgo?

-No ponerse el reto de ser un gran dramaturgo. Hay que escribir con honestidad con cosas que a uno le golpeen muy fuerte dentro. También creo en la capacidad de observación: el mundo es el material en el que tenemos que fijarnos. Ese anciano que se sienta en un banco es la gran inspiracion. Partir de lo más pequeñito para llegar a lo grande. No a la inversa.

-Vientos de Levante es la obra con la que está llenando teatros. ¿Qué relación le une con Cádiz?

-Soy una enamorada de Cádiz desde hace años. Tenía muchas ganas de escribir un texto inspirado en la historia de una gran amiga, María José Torres, psicóloga que trabaja en un centro de día en San Fernando y en el Hospital Puerta del Mar en cuidados paliativos. También me centré en las playas, el Baluarte de la Candelaria, La Caleta y ese viento de levante que cuando es poniente es fantástico.

-En la obra se pasa de la ELA y la muerte, al humor y al amor. Combina ambos extremos y lo compara con la alegría de Cádiz y el vendaval del viento de Levante que sacude y molesta. ¿De dónde nace esta idea?

-El propio viento puede ser agradable o una herramienta peligrosa. Esa metáfora tiene la vida. Pasamos por fases estupendas y otras veces se da la vuelta y no es así. Hay que aprovechar esas rachas del viento plantarle cara.

-Candidata a tres premios Max. ¿Cómo lo recuerda?

-Un sueño maravilloso. Una recompensa a los momentos malos. En esta profesión si no tienes padrinos es difícil que la gente confíe en tu trabajo. Así que esto son impulsos que abren puertas y trabajo.

-En un mundo en el que imperan los directores de cine, usted como mujer, ¿se ha encontrado algún tipo de obstáculo?

-El nivel de error tiene que ser más pequeño. Solo he escuchado críticas a las obras como: eso un hombre no lo haría, es joven y guapa o está rellenita. Comentarios de ese estilo. O si tienes un elenco de mujeres hay quien te pregunta si es para féminas. Si preguntan a alguien por el nombre de una directora y no conocen a nadie, entonces queda mucho por hacer.

-¿Qué le recomienda a ese niño que quiere dejarlo todo para ser actor?

-Le animaría porque es una profesión preciosa, pero que estudie porque cuanto más haga mejor. Nunca se deja de aprender, yo sigo leyendo y haciendo seminarios. Un actor tiene que encarnar varios roles, así que cuanto más bagaje tenga será mejor.

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