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1ª edición del Festival Raíces Málaga

Málaga ha celebrado entre el 27 de febrero y el 2 de marzo su primer Festival Raíces, un proyecto que trata de unir gastronomía, patrimonio y música clásica

El conjunto La Ritirata cerró el domingo 2 a mediodía  el festival Raíces en la Sala María Cristina
El conjunto La Ritirata cerró el domingo 2 a mediodía el festival Raíces en la Sala María Cristina / Micaela Galván
Pablo J. Vayón

02 de marzo 2025 - 17:42

Un recital de Josetxu Obregón al frente de su conjunto La Ritirata, uno de los grupos más prestigiosos de la música antigua española, cerró este domingo la primera edición de Raíces, aventura que nace inspirada en otras de similares intenciones en el mundo. En España el modelo es sin duda Atrium Musicae de Cáceres, que acaba de cumplir tres ediciones de forma esplendorosa. De hecho, detrás de las dos iniciativas está el sello de Antonio Moral, exdirector, entre otras grandes empresas culturales, del Teatro Real de Madrid y del Festival de Granada, que para Málaga programó seis conciertos por diferentes espacios patrimoniales de la provincia. La organización ha corrido a cuenta de Gastroarte, asociación sin ánimo de lucro que reúne a 42 cocineros de las ocho provincias andaluzas. Del patrocinio se ha ocupado la Fundación Unicaja.

Tras esta primera experiencia cabe apuntar alguna diferencia con Cáceres, ciudad más pequeña, con menos vida cultural, que se ha volcado en un festival que en sólo tres ediciones se tiene ya como cosa propia. En Málaga, la cosa fue distinta, y parece obvio que los organizadores deben reforzar en el futuro la comunicación, pues Raíces apenas tiene presencia en publicidad urbana y ha concitado muy poca atención de la prensa. Resulta un poco desolador acudir a un recital de Leonskaja, una de las grandes damas del piano de nuestros días, con la Sala María Cristina a la mitad de su aforo. Es comprensible que Gastroarte no conozca los entresijos de eventos musicales de este tipo, pero en la Fundación Unicaja, que al fin y a la postre, es la que ha financiado la fiesta, deberían de ser más que conscientes de la necesidad de contar lo que se hace. Si no lo cuentas, no existes.

Estupenda idea fue hacer arrancar la muestra en Antequera, ciudad con tal riqueza patrimonial que sólo con pasearla ya entiendes la motivación de Raíces. Si además participas del primer evento gastronómico, un menú preparado con mimo por Charo Carmona en su restaurante Arte de Cozina, con elaboraciones que tratan de recuperar la gastronomía tradicional de la zona, te das cuenta de las posibilidades de eventos de este tipo. Y si al fin terminas en la iglesia de San Zoilo, un monasterio del siglo XVI, para escuchar al Cuarteto Quiroga hacer una interpretación deslumbrante del Op.132 de Beethoven, la visita cobra su máximo sentido. Antes del espectacular Beethoven (la “Canzona di ringraziamento” rozó lo celestial), el conjunto madrileño había juntado al toledano Manuel Canales con Mozart en una reunión menos desigual de lo que pudiera parecer. Mozart hace pequeño a cualquiera, pero la música de Canales aguantó el tipo.

El 28 por la tarde, el anunciado duelo entre los dos grandes órganos de la catedral malagueña, un conjunto excepcional, obra del gran constructor Julián de la Orden, sirvió para comprobar las debilidades del patrimonio organístico andaluz (y español), pues más allá del indiscutible talento de Daniel Oyarzabal y Matteo Imbruno, los instrumentos mostraron un estado muy pobre, con una sonoridad sorda y desigual, especialmente en los registros de lengüeta y batalla, justamente el que debía de definir el recital. El interés se trasladó después a la bella Sala María Cristina para escuchar a Elisabeth Leonskaja en un concierto singular, ya que la eximia artista georgiana-rusa-austriaca ofreció junto a piezas típicas de su repertorio (Mozart, Chopin, Schubert) obras de Schoenberg y Webern, que, significativamente, tocó con partitura. Abrió un Mozart muy robusto, ardiente, el de la última sonata (¡fácil!), que en el último movimiento se hizo radiante; siguió un Chopin entre lo adusto (Nocturno Op.55/1), lo poético (Nocturno Op.27/2) y lo exuberante (Polonesa-Fantasía Op.61, de dinámicas extremas). En cualquier caso, el plato fuerte resultó, en mi opinión, la Sonata en la menor D 846 de Schubert, especialidad absoluta de la artista, que ofreció un destilado de su más acendrada sensibilidad en la combinación de canto trascendido, variedad articulatoria (con sutilísimo empleo del pedal), transparencia textural, amplitud dinámica y detalle expresivo.

En la mañana del sábado 1, Arnau Tomás, violonchelista del Cuarteto Casals, ofreció en el Auditorio del Museo Picasso las tres primeras suites de Bach, que le duraron menos de 49 minutos. No sólo fue la rapidez de los tempi escogidos, sino la elusión casi sistemática de las repeticiones de la sección B de las danzas (algo por otro lado bastante habitual) lo que hizo del concierto un concentrado bachiano, en el que el solista barcelonés fraseó con amplitud, administró con irregularidad el vibrato y ornamentó con mesura para unas versiones de expresión romántica.

Musica Ficta y Schola Antiqua en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Málaga
Musica Ficta y Schola Antiqua en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Málaga / Micaela Galván

Por la noche, la neogótica iglesia del Sagrado Corazón de Jesús sirvió como espléndido recipiente acústico para una interpretación dramática y emotiva del Officium Defunctorum de Tomás Luis de Victoria, que se ofreció con todo su contexto litúrgico-musical, es decir con las partes del canto llano cantadas por Schola Antiqua, el conjunto de Juan Carlos Asensio, que presentó una formación de 14 voces y ofreció el característico gregoriano de corte occidentalista (Solesmes mediante) de control y mesura, pero sin anular la individualidad, como se desveló en las múltiples intervenciones solistas. En la polifonía, Raúl Mallavibarrena, al frente de un Musica Ficta de diez efectivos (tenores sin doblar), enfatizó los contrastes, trabajó en profundidad la retórica de los textos y marcó con intensidad ataques y acentos, todo ello, con un sostén extraordinario por los bajos y una mezcla vocal en que pudo más el valor del detalle expresivo o la personalidad de cada cantor que el empaste. En un error de coordinación poco comprensible, el Réquiem de Victoria se solapó con el segundo evento gastronómico del festival, una cena de gala ofrecida en los Baños del Carmen con un menú diseñado específicamente para la ocasión por cocineros de Gastroarte que suman 11 estrellas Michelín y 13 soles Repsol.

El domingo 2 La Ritirata en formación de quinteto ofreció un acercamiento a Boccherini centrado en lo pintoresco, lo descriptivo y lo lúdico con las Calles de Madrid y el Fandango como principales reclamos. La Sala María Cristina registró menos de media entrada. Y así concluyó Raíces Málaga. El primer paso está dado. Hay cosas que mejorar.

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