La 'cara' nunca vista de Enrique El Mellizo

Fotografía inédita

El decano de los investigadores flamencos, Luis Suárez Ávila, saca a la luz una fotografía del legendario cantaor gaditano desconocida hasta ahora

El investigador portuense Luis Suárez Ávila, con la fotografía de Enrique El Mellizo.
El investigador portuense Luis Suárez Ávila, con la fotografía de Enrique El Mellizo. / Andrés Mora

Cádiz/El sombrero de ala ancha, la chaqueta, el lazo en la camisa, casi como si de un personaje sacado del salvaje Oeste se tratara, tan enigmático como legendario, quedó para la posteridad la impronta del no menos misterioso cantaor gaditano Enrique El Mellizo, que todavía, casi 116 años después de su muerte, sigue dando que hablar. Y es que, además del reciente hallazgo en este periódico sobre la grabación de su malagueña, un runrún se venía escapando de los círculos de buenos aficionados sobre su imagen desde hacía muchos años: “Existe otra fotografía del Mellizo”. Un rumor que era cierto. El decano de la investigación flamenca, Luis Suárez Ávila, la tenía, la tiene, a buen recaudo en El Puerto. Y hace apenas unas semanas decidió sacarla a la luz.

Muchos novios ha tenido este retrato de un Enrique Jiménez Fernández joven, apuesto, con chaqueta y corbatín, sí, pero desprovisto de tocado en la cabeza. De hecho, todo aquel que sabía de su existencia, lo pretendió. “Todos, todos, me han pedido en estos años que se la dejara para tal o cual artículo: Antonio Barberán, Javi Osuna, Faustino Núñez, Manolo Bohórquez...”, enumera su propietario que siempre contestaba: “El día que me decida a sacar la fotografía lo haré yo”.

Y así ha sido. Eso sí, sobre el lienzo que le ha facilitado Bohórquez en Expoflamenco donde Suárez Ávila publicó esta inédita fotografía del Mellizo el pasado 11 de marzo a la vez que inició una colaboración quincenal con el portal donde relatará sus memorias flamencas. Toda una vida dedicada a la concienzuda y seria investigación del legado de nuestra tierra. Casi .

Fotografía de Enrique El Mellizo, propiedad de Luis Suárez Ávila.
Fotografía de Enrique El Mellizo, propiedad de Luis Suárez Ávila.

“Sí, ya pensé que había llegado el momento, y aquí está”, muestra la imagen sepia realizada por el estudio Fotografía Gaditana de Lebrón y Luzuriaga (que estaba en la plaza Isabel II, actual San Juan de Dios, número 3) y que hoy Suárez Ávila custodia entre unos papeles adecuados para su correcta conservación. Una fotografía que además de su peso histórico también tiene gran importancia sentimental para el abogado por ser una herencia familiar.

“Esta fotografía la tenía mi abuelo Juan Ávila y procede, seguramente, de su amistad con el torero Enrique Hermosilla, con el que Enrique iba de puntillero. Como sabes, el Mellizo fue primero oficial del Matadero de Cádiz y en numerosas ocasiones él y otro cantaor notable de Cádiz, Curro Dulce, fueron puntilleros de algunos toreros”, explica Suárez Ávila que certifica el círculo de tronío de su abuelo Juan –torero de afición y garrochista, “un aficionado a los caballos magnífico”– recordando que era buen amigo de Mazzantini, “amigo hasta tal punto que cuando mi abuelo toreó en La Habana en 1885 a beneficio de las juventudes constitucionalistas de Cuba, don Luis Mazzantini le dedicó una fotografía con la leyenda A Juan Ávila, que aunque no es torero, sabe torear”.

Amigo del célebre matador vasco y amigo del torero sanluqueño, quien, al parecer, posibilita que el portuense sujete hoy entre sus manos esta imagen del Mellizo. “Estando Hermosilla en casa de mi abuelo, aquí mismo en estas inmediaciones de la calle San Juan, se desmandó un toro. Y, por lo visto, ante el tumulto que se había formado, el torero mandó a Enrique El Mellizo, que estaba con él, que se dirigiera a la jardinera con dos mulas que estaba parada en la puerta y cogiera una muleta y un estoque del fundón. Le dio unos pases de castigo y mató al toro que tenía atemorizada a toda la población. Pues de aquel encuentro, que sería de 1880 por ahí, pienso yo, es esta fotografía”, baraja su dueño.

Un retrato que nos devuelve una imagen bien distinta (más lozana) a la que hemos visto mil veces reproducida del Mellizo, incluso, hasta en el busto que glorifica al cantaor en su barrio de Santa María. “Esa fotografía, la del sombrero, se obtuvo fotografiando un daguerrotipo. Lo hizo Augusto Butler de una fotografía que tenía el cantaor Juan Jambre, y se repodujo mucho, pero era una imagen muy retocada”, recuerda el experto, gran conocedor no sólo de la figura del Mellizo sino de todo ese poso profundo que es el legado flamenco de Cádiz y los Puertos.

Imagen habitualmente reproducida de Enrique el Mellizo.
Imagen habitualmente reproducida de Enrique el Mellizo.

De hecho, Suárez Ávila, que ha escrito en este periódico extensos y muy fundamentados artículos bajo el seudónimo de Wenceslao, fue el organizador de las cuatro fiestas del Cante de los Puertos (1971-74) donde se difundieron 165 cantes que estaban o perdidos o de los que se desconocía su existencia. “De esos cantes hacía yo un estudio de las líneas transmisoras, dentro de lo posible, o de su entidad y prácticamente quedaron fijados para la posteridad”, se congratula la máxima autoridad mundial en el Romancero.

Sin embargo, el decano de la investigación flamenca se muestra muy crítico con el flamenco actual. “Es que es muy complicado escuchar algo de flamenco”, se queja, entendiendo como flamenco “un arte de tradición oral”. “Lo que hoy se escucha o son miméticas reproducciones de discos o temitas que por muy geniales que sean, que algunos lo son, no tienen nada que ver con el flamenco, son un género de autor que se limita a poner la mano en la SGAE. Ya no existen las grandes casas cantaoras, que transmitían de padres a hijos infinidad de cantes, o se producen fenómenos como el del desaparecido Juan José Vargas El Choza que tenía una bulería totalmente heterodoxa pero que gracias a las grabaciones que le hicimos en Hispavox han quedado las bulerías del Choza y después la hicieron muchísimas figuras”, lamenta.

"Yo siempre he sostenido que en el cante hay mucho de memoria viva, mucho de olvido inconsciente y mucho de heterodoxia, que son sus potentes agentes fundadores. Y, desde luego, los santos lugares donde se funda son Cádiz y los Puertos", concluye.

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